domingo, 27 de mayo de 2007

Bebiendo 8.000 euros

Sales de tu apartamento con destino al trabajo. Cierras la puerta, te vuelves y, resignado a bajar por las escaleras suponiendo que el ascensor estará abajo del todo, sabedor de que entre que suba al octavo, se abran las puertas, entres, se cierren, baje a la planta baja, se vuelvan a abrir las puertas y, por fin, salgas, pasará un tiempo demasiado excesivo… lo miras con desprecio y sucede: está ahí, esperándote. Corriendo entras en él, antes de que ningún otro vecino te lo quite. El tiempo que tardas es prácticamente el mismo, pero al menos te da tiempo a meter las cosas en los bolsillos y terminar de ponerte el jersey.

Vas hasta la panadería a comprar un croissant. Son ya más de las 8 de la mañana, pero te apetece un buen croissant, pese a que supones que estará hecho de antes de que amanezca. Justo cuando llega tu turno, del obrador sale una bandeja de croissants recién hechos, y la panadera coge uno para ti. Has tenido suerte, desayunarás un buen croissant calentito y grasiento de mantequilla de camino a la oficina.
















No los busquen fuera de Francia, no saben igual.

Con paso firme te diriges hacia la boca del metro. Llevas el tiempo bastante justo, aunque sabes que no llegarás tarde. Algunas veces, el metro entra en la estación al mismo tiempo que tú, y de repente te sientes mejor, te alegras, llegarás a la hora sin necesidad de hacer eso tan horrible que es correr en la calle.

A media mañana hay que salir. Diluvia, necesitas un taxi y sabes que no los va a haber. Sales a la calle ya resignado a mojarte hasta que aparezca uno, pero nada más salir a la acera, ves venir una luz sobre el techo de un Mercedes E220 CDI gris… sí, es un taxi, y está libre, y se para. En ese momento tu sonrisa es la prueba de que llegarás algo menos mojado de lo previsto.

A veces casi todo viene de cara. Tu ordenador no se cuelga al leer el pdf en el Internet Explorer. Nadie te interrumpe justo en el momento en el que necesitas ir al baño. El aire acondicionado no es necesario pues no hace tanto calor dentro como podría esperarse. Nadie ha llevado flores que te den alergia. No hay quejas, y todo son halagos.

Y cuando ya crees que nada podría ser mejor, así como quien no quiere la cosa, te encuentras en el office de uno de los mejores restaurantes de la ciudad, con un par de copas delante, dispuesto a catarlas y compartirlas con quien fuera mejor Sumiller de Francia hace años (además de un tipo algo estirado pero también bastante majo cuando se relaja), y el que actualmente es el mejor chef de Francia (o como tal lo publicitan), otro que tal pero que, si el día le ha ido tan bien como a ti, lo cierto es que es un tío agradable. Ante tal concurrencia, tú optas por guardar un respetuoso silencio y aprender, sobre todo aprender.

En la primera copa hay un Champagne, y en la segunda un Ribera del Duero. Y esto fue lo que pasó:

Allí estaba yo la otra noche, sin ninguna vergüenza pero con una cara de satisfacción como pocas veces he tenido en este tipo de encuentros. Sabía que mi responsabilidad era nula, y habiendo llevado el Champagne y siendo el “promotor” del Ribera, no habría más que agradecimientos. Así que tal y como he dicho, dispuesto a escuchar y aprender, nos pusimos al tema. Primero cayó el Champagne, y luego el tinto. Sin embargo, por motivos “económicos”, hablaré primero del Ribera.




















Mete miedo...

Vega Sicilia Único 1995. Resulta curioso escuchar tantos piropos hacia un vino español por parte de dos expertos franceses. Para el “aficionadillo”, puede resultar incluso estúpido, dado que además hablamos de un vino con muchísimo renombre, pero que a base de ser tan conocido, y dado que muchos quienes lo nombran en realidad no lo han probado, se siente algo “devaluado”. ¿Devaluado? Partiendo de la base de que la añada 95 fue excelente, y sin poner en duda el hecho de que estamos frente a uno de los mejores vinos españoles, de nada sirve intentar rebajarlo en beneficio de otros grandes vinos peninsulares, por muy buenos que éstos sean.

Tal y como sucede con otros Vega Sicilia, como es el más asequible Tinto Valbuena, la verdad es que a mí me gusta mucho más el aroma que el sabor. Centrándonos en este Único, he de decir que a la vista es tremendamente bonito. Una cata buscada en Internet, lo describe como “intenso rojo granate con dejos de noble evolución y muy buena caída.” Supongo que es así. Yo no soy tan técnico, en absoluto, pero sí sé decir cuándo un vino me parece vino, y cuándo me parece una maravilla, y este es uno de esos casos. El color, la lágrima que deja en la copa, los reflejos, cómo se bate al moverlo, todo.

En cuanto al aroma, no quiero nombrar a ninguna cata. ¿Por qué? Porque no sabría decir si se ajusta a la realidad que yo olí. Y es que aquello no es que fuese un cuero con frutas rojas perfectamente ensambladas con madera y cobre, que lo era. Es que era tal aroma, que ni el mejor de los perfumes logra una sensación en nariz tan agradable, con un punto perfectamente ajustado de todas las variables que pueda tener un vino en la nariz.

Llegado el momento de meterlo en la boca, uno tiene una primera impresión… ¿desilusión? Podría ser, por todo lo que hemos descrito antes de beberlo. ¿Seguro? Esa impresión se olvida en milésimas de segundo, en cuanto el vino ocupa toda la boca, alcanzando su máxima expresión de fuerza y potencia. No quiero decir con esto que el vino tenga poco cuerpo, en absoluto. Tan sólo que al oler tan sumamente bien, uno no sabe exactamente qué esperar en boca, sobre todo cuando no se acostumbra a beber estas cosas todos los días. Ojo, hablamos de un líquido que lleva la friolera de 12 años ahí esperándonos. Y es que no es lo mismo meterse con un crío de 13 años, abusando de nuestro tamaño, que encontrárnoslo con 25 dispuesto a noquearnos. Y es lo que hace este Vega Sicilia. Con nada de vino, logra ocupar toda la boca, dejando una sensación de potencia que da hasta miedo imaginarse un maridaje con algún plato que lo alcance. Y todo ello con un equilibrio sencillamente perfecto.

Quizá sea eso con lo que me quedo: el equilibrio. Lo tomas sabiendo que estás bebiendo perfección. Que se puede ir más allá, seguramente. Que más abajo realmente hay cosas muy buenas, pues claro. Pero qué equilibrio de todo. Pudiendo pagarlo...




















Pues aún mejor, sí.

El problema del Champagne que viene a continuación, es que tiene aún más componente psicológico que el Ribera. Cuando uno bebe a ciertos niveles inalcanzables, siendo más un aficionado que un profesional, lo cierto es que influye mucho lo que pone la etiqueta. Además, esto no era ni una cata a ciegas, ni una cata formal, ni nada de nada. Esta reunión no era más que una oportunidad informal a aprovechar algo que, por motivos que no vienen a cuento, se nos presentaba. Hombre, el Vega Sicilia es caro, sobre todo en restaurantes, pero más o menos se puede comprar. El problema de este Champagne es que la cosecha está prácticamente agotada. Para conseguir las cuatro botellas Mágnum que se compraron, hubo que recurrir a los mayores expertos. Concretamente, estas botellas venían de la casa de subastas Sotheby’s, y eso ya impone respeto. Por cierto, si se compraron cuatro… fue porque no había más. ¿El cliente? Un hombre tremendamente millonario, quién si no. Y allí llegaron, y resultó que una de las botellas no es que se extraviase, no. Sencillamente “pasó a disposición”. Y cayó. Y callamos como putas, claro…

Dom Perignon Rosé 1990. No sé si es el mejor Champagne del mundo. No sé si hay tanta diferencia con la añada del 96 o la del 93. En realidad, desconozco cuál es la mejor añada. Pero sé que ese millonario sólo quiere esa cosecha. Si él lo dice… ¿Por qué hablo de componente psicológico? Porque esas botellas fueron facturadas a 6.800 euros cada una. Vale, costaron menos, pero el cliente es lo que pagó, y las compras entre intermediarios siempre tienen margen de beneficios, ¿no? Quien no se sienta condicionado por la factura, o es ciego, o tiene mucha suerte.

El aspecto de este Champagne Rosado no es rosado. Son 17 años de guarda en los que el vino va evolucionando poco a poco hasta alcanzar un tono ámbar realmente bonito. Más que bonito, impresionante. Es un ámbar, es un oro, es un miel… es una transparencia perfecta llena de reflejos todos diferentes. No es como un Pedro Ximénez, no es como un Sauternes, no es como un PMG del Jura, y no es como ningún otro. La burbuja extremadamente fina termina de enamorar. Uno podría pasarse horas mirándolo, como con el Vega Sicilia.




















Si será escaso, que ni en fotos aparece.

Y uno podría pasarse horas oliéndolo también. Una cata buscada en Internet sobre un Rosé 95 dice que “es éste un champán tocado de veras por aromas de lujuria de bayas rojas, expresión auténtica de la mejor calidad frutal del pinot noir. Una grandiosa sensación aromática inunda la nariz con halagos de fresa silvestre, frambuesa y cierto toque sensual y carnoso.” Será eso, seguramente. Yo es que no puedo decir mucho, y me da mucha vergüenza no haber anotado todo lo que comentaban David y JF, pero es la verdad. Un cierto aroma a calcáreo tras haber oxigenado el vino es algo que me hicieron ver. Que sea bueno o no, lo desconozco. Más que nada porque me da totalmente igual. Pura gloria, no hay otra expresión.

Llevado a la boca, es un Dom Perignon con ese toque que esa marca consigue, que hace que siempre quieras más y te pone la sonrisa tonta en la cara. Sonrisa no por pedete lúcido, sino porque no la puedes evitar. Esa misma cata dice que “en boca dominan primero esas mismas notas para dar paso después a los tostados tan típicos de Dom Perignon. La acidez aparece al final de boca, perfectamente integrada y delicadamente arropada por la cremosidad de sus burbujas. Deje muy largo, complejo y cambiante con esas notas exuberantes de pinot que tanto recuerdan a los grandes vinos de Borgoña.” Tampoco lo pondré en duda, faltaría más.

Y de nuevo me da igual quedar como el ignorante con suerte. Sólo sé que he podido probar uno de los mejores Champagnes del mundo, y que ello me hizo muy feliz. No quisiera ahora establecer comparaciones con otros Cavas, aunque sé que mucha gente se empeñará en hacerlo. ¿Por qué? ¿Qué sentido tiene intentar defender lo patrio, rebuscar entre los caldos españoles en busca de algo que se asemeje? ¿Qué lleva a alguien a justificar un excelente Cava español frente a ese Champagne poniendo como variable a considerar el precio? ¿Por qué se haría lo mismo con ese Ribera contra vinos franceses si fuésemos franceses? Sería curiosa la conversación, como aquella entre el propietario de un Laguna dci comentándole al dueño del Mercedes S600 que su coche también tiene asientos de cuero, cambio automático, techo solar, se abre al acercarse, se arranca por botón, lleva ABS y muchos airbag, tiene un gran maletero, elevalunas eléctricos, asientos eléctricos delanteros, etc etc… a lo que el otro respondería un “sí……”

Mi enhorabuena a quien los haya podido probar o quien tenga la suerte de poder permitírselos, tanto los vinos como el Mercedes. Sin duda, son dos de los mejores vinos del mundo, y como decía David anoche, dos productos con los que sabes que nunca te vas a equivocar. Como con el S600.

Vega Sicilia Único 1995, unos 200 euros la botella en tienda. Si no se llega, váyase a por un Tinto Valbuena de la misma casa, del 2001 por ejemplo, por unos 70 euros. Merece la pena, sin duda.

Dom Perignon Rosé 1990. Si lo encuentra, dese por satisfecho, pero uno del 96 se puede comprar en Lavinia por 350 euros la botella.

lunes, 21 de mayo de 2007

Hotel Silken Puerta América: lujo amateur, inutilidad manifiesta.

Tuve la oportunidad de visitar y alojarme en ese hotel hace tiempo, por un tema laboral del que mejor no hablaré. Enfocaré mi artículo, pues, desde el punto de vista del cliente. No será éste un artículo elaborado con historia y desenlace, sino una crítica a lo que ejemplifica la hotelería de lujo (me río yo) tan a la moda en España con los malditos “hotel-boutique” de gente más creída que otra cosa.

El hotel está mal situado, punto. Ni es céntrico, ni la zona es agradable, ni las “vistas” dicen algo. De cara a ir a un hotel de lujo en Madrid, lo lógico es buscar algo con una situación singular que haga aún más agradable la visita a la ciudad. No es el caso del Puerta América. Así, salvo GPS de por medio o conocimiento de la zona, no resulta sencillo acceder. Pero bueno, quizá su exclusivo diseño le salve de ese inconveniente… o quizás no.

Hablaré con frialdad de mi estancia, dejando las opiniones para el final. A la llegada se me ofreció una especie de catálogo plastificado con fotos de las diferentes plantas del hotel. Tanto diseño y tanta tecnología, y no pueden poner una pantalla de ordenador en la que ver las cosas, no? En fin, como me daba totalmente igual, pedí una que tuviese ducha separada. No se me preguntó si fumador, no fumador, planta alta o baja, vistas hacia el frente o hacia detrás, habitación tranquila o no, preferencias de colores. Ese tipo de cosas que diferencian un hotel de lujo de un mero cuatro estrellas simplón. Se me acompañó a la habitación de forma bastante honesta y educada. Seguramente es el mejor recuerdo que tengo, ese acompañamiento. Pena que el chaval no supiese responder a una pregunta acerca de la iluminación de la habitación, pero bueno, no se puede tener todo… (y menos en un hotel de superlujo, claro, claro). Por cierto, tampoco me preguntó si me gustaba la habitación.














A algunos no les gusta, a mí me parece espectacular.

La habitación: habitación 615, vistas hacia la parte trasera del hotel. Acerca del diseño del mobiliario, evidentemente no tengo nada que objetar, puesto que uno paga el diseño más que otra cosa, y ahí… cada uno hace lo que quiere. Es la ausencia de cierto equipamiento y prestaciones, y el estado de limpieza de la habitación, lo que no me terminó de convencer. En mi habitación no había escritorio con su silla correspondiente, algo que basta que se necesite para que se eche en falta. Además, tampoco tenía portaequipajes, habiendo tenido que subir la maleta a la cama para deshacerla. Me sorprendió no encontrarme “amenities”. Sinceramente, no esperaba una botella de Champagne o una gran cesta de frutas, pero un botellín de agua a cada lado de la cama habría sido más que suficiente. He de decir que en el Hotel Ritz, donde me suelo quedar en Madrid, siempre me reciben con frutas, agua y Cava, a pesar de disfrutar también de tarifas preferenciales.

Con respecto a la limpieza de la habitación, parecía no haber sido verificada por una gobernanta. La cama estaba descuadrada con respecto al cabecero, los sofás no estaban simétricos con respecto al mueble, había algún pelo en el suelo del baño, la caja fuerte estaba “cerrada” con la puerta abierta, y había una cuña de madera a los pies del gran espejo del cuarto de baño, como si estuviese sujetándolo. La bañera estaba torcida y el suelo a su lado no terminado de limpiar (desconozco sin son manchas que deje la propia bañera). Pequeños detalles que probablemente sólo vea alguien acostumbrado a buscar esas cosas específicamente, pero la sensación que tuve fue que la habitación no había sido verificada. ¿Es eso normal en un hotel que se dice 5 Estrellas GL? Por favor...


No es fea, sólo pequeña e inútil.

Después de comer un Club-Sándwich del Servicio de Habitaciones, me di una ducha. Debido al diseño de ésta, sin ninguna puerta o mampara, la toalla de los pies se mojó entera ya que fue imposible ducharse sin salpicar prácticamente todo el cuarto de baño. De cualquier forma, tanto la grifería como la gran alcachofa de la ducha me parecieron excelentes, igual que el suelo antideslizante y la calidad de las toallas. Dejé la habitación hacia las 5 menos diez, volviendo a ella para salir de nuevo de 7 y media hasta aproximadamente la 1 de la madrugada, hora en que regresé. Mi gran sorpresa, negativa, fue encontrarme el baño tal cual lo había dejado, con las toallas sucias, el agua en el suelo, el jabón utilizado, además de la cama sin abrir. El servicio de tarde no había sido hecho, en definitiva. Cosas echadas en falta: un par de zapatillas a los lados de la cama, toallas limpias o al menos ordenadas, la carta del desayuno sobre la cama con un recordatorio de los horarios, las luces generales apagadas con las mesitas de noche encendidas, algún chocolate de “buenas noches”, información sobre el tiempo del día siguiente, información sobre eventuales actividades en el hotel, el baño recogido y ordenado, la cortina bajada… En definitiva, un servicio de 5 estrellas GL, que haga que yo como cliente no tenga que hacer nada para meterme en la cama tal cual llego a la hora que llegue.

Acerca del Room-Service, lo cierto es que no lo hicieron mal. Podrían haberme propuesto más cosas, podrían habérme traído el pedido en una mesa y no en una bandeja (que no sabía dónde poner en esta habitación), y el sandwich podría haber llegado caliente, pero bueno, qué se le va a hacer...

Por curiosidad, me gustaría saber qué habría sido de mi mesa si no hubiese llamado para que la retiraran. Pensé en no llamar, imaginando que sería retirada cuando la gobernanta pasase por la habitación para el servicio de tarde. Viendo que dicho servicio no existe o no se hizo en mi caso, me habría sorprendido muy negativamente regresar a la 1 de la madrugada a mi habitación y encontrarme con la mesa sucia todavía allí. O mejor dicho, me habría cagado en todo, directamente. Amateur, no hay otra.

Otra vista de la habitación 615

Por la mañana me levanté y me duché. Problema: en el caso de haber sido dos personas en la habitación, uno se habría tenido que secar con toallas sucias, y en caso de querer ducharse las dos personas, la toalla de los pies sería inservible, ya que tras la primera ducha queda empapada. Los jabones me parecieron muy agradables, de aroma fresco y neutro, si bien hubiese preferido un poco más de cantidad de jabón de ducha. Además, al no tener zapatillas, el suelo del baño resultó frío y resbaladizo. Nuevamente eché en falta el agua a disposición en la mesita de noche. A la llegada por ver que no había nada, aunque no tuviese sed, y por la mañana por no encontrar agua al lado de la cama a temperatura ambiente, habiendo sólo el agua fría del minibar. Minibar, todo sea dicho, muy bien equipado tanto por variedad como por calidad de productos. Me resultó simpático ver una media botella de Taittinger y otra de Moët, así como el agua noruega Voss, si bien podría haberse incluido un agua nacional sin gas. Que poner sólo agua "de diseño" queda excesivamente pijo.


El famoso baño. Habitación doble de un 5GL y sólo hay un lavabo...

Bajé a la sala del desayuno sobre las 9 ó 9 y media, siendo recibido a la puerta por una señorita que me preguntó por mi número de habitación o mi nombre. Una vez comprobado, me invitó a pasar a la sala, pero no me acompañó, teniendo yo que instalarme en alguna de las mesas libres. Mesas que me parecieron algo pequeñas, especialmente para dos personas. Tras diez minutos instalado, finalmente alguien se me acercó para ofrecerme café. Me habría gustado recibir ese ofrecimiento al principio, que habría declinado y propuesto para más tarde, pero por un momento pensé que no vendría nadie y que tendría que servirme yo el café. De los zumos disponibles, tomé un vaso de Naranja y otro de Naranja Sanguina. El primero me resultó de entrada demasiado dulce, con un tacto de “zumo en polvo”. Desconozco si es por el sistema de servido o por la calidad del producto en sí. He de decir que no lo encontré “peor” que el servido en el Hotel Ritz – Madrid, aunque sí bastante inferior al servido en otros hoteles de su misma (y supuesta) categoría, o incluso inferiores. No obstante, entiendo la diferencia de calidad a la vista del precio facturado, y la encuentro perfectamente razonable. Sin embargo, el zumo de Naranja Sanguina era sencillamente malo. De hecho, lo dejé prácticamente entero en el vaso.




















Collage con imágenes generales del hotel.

De cara a mi salida del hotel, desde la habitación llamé a la recepción para que preparasen mi cuenta. Esperaba entonces que se me ofreciese ayuda con el equipaje, pero tuve que solicitarla yo. Indiqué mis consumiciones del minibar (algo que podría haber adelantado el recepcionista preguntándomelo), y dejé en la habitación mi maleta. Una vez en el hall, la recepción parecía bastante ocupada. El mostrador que me tocó tenía un cenicero delante, algo especialmente molesto pues el olor a ceniza de tabaco era bastante fuerte, y personalmente lo encuentro muy desagradable, sobre todo por la mañana. Se me preguntó mi número de habitación, se me presentó una factura, se corrigieron algunas cosas, pagué y punto. Ningún interés por mi estancia, nada. Pague usted, gracias, adiós, siguiente! A mi pregunta sobre el equipaje y el coche, se me propuso “bajar al parking y pagar allí mismo”. Eso es servicio, sí señor.

De mi factura, en la que figura el número íntegro de mi tarjeta de crédito junto con mi nombre y dirección, algo que veo delicado e incluso peligroso, he de destacar el cargo por el parking: 18,97 euros + IVA me parece excesivo por una noche. Desconozco si se me facturó primero el parking desde mi llegada hasta las 10 de la noche, hora en la que salí a cenar, más luego desde la 1 de la madrugada en que llegué hasta mi salida, o si los 18,97 euros son la tarifa habitual de una noche de hotel. A mis amigos se les facturó también el parking, unos 9 euros por las escasas 5 horas que estuvieron sus coches aparcados.

Finalmente, mi coche fue sacado del parking con mi equipaje en el maletero. El empleado que me saco el coche, me acompañó desde el hall a la entrada, enseñándome la maleta en el maletero, abriéndome la puerta, dándome las llaves y deseándome buen viaje al tiempo que me daba las gracias. Sencillamente perfecto. La actitud de ese chico, muy ilusionado, es algo que siempre queda en la memoria, pues es lo último del hotel que se ve.

Pero no es suficiente. Recapitulemos: llegada pobre; acompañamiento amateur; habitación inútil, pequeña, sucia y mal terminada; servicio de limpieza INEXISTENTE; desayuno simplón con servicio malo; salida más propia de un Holiday Inn que de un 5 estrellas GL; parking inexplicablemente carísimo. ¿Esto es el nuevo lujo español? Esto lo que es, es una mierda, un robo, una basura. Un producto muy bonito, mal presentado. Un detalle más: mi reserva la hizo el Director del hotel. ¿De qué sirvió? De nada, evidentemente… es más, temo haber sido tratado peor por pagar menos de la tarifa. Dios, pero qué poca idea tiene esta gente!

¿Recomendaría el hotel? Sí, por lo que supone el hotel, el edificio y sus habitaciones y servicios (la piscina me pareció impresionante de bonita). Sí, por la amabilidad e ilusión del personal con el que más traté (botones, aparcacoches). Sí, por la relación calidad / precio de los “extras”. Sí, por las calidades en la habitación (sábanas, cama, suelos, toallas, minibar…) Que va, todo mentira. Nada, absolutamente nada de lo que pueda ofrecer este hotel salvo su inútil diseño fashion, es mejor que lo que dé cualquier otro. Y evidentemente no lo recomiendo si lo que se busca es un cinco estrellas gran lujo. Señores del Puerta América, ustedes no pasan de cuatro estrellas y gracias. No se pavoneen.

Pero lo cierto es que el público español suele ser bastante ignorante en estos temas, además de comprensivo. A pocos les molesta que no se les haga la habitación por la tarde, porque nunca se la han hecho. A pocos les deja mala impresión que quien les cobra no se interese por su estancia, porque nunca se han interesado. No quiero ni imaginarme a este "hotelucho subido a la rama" con clientela típica American Express hiper-exigente. No darían abasto en su departamento de Relaciones con los clientes, si es que lo tienen.

Hotel Silken Puerta América, el sitio en el que se permiten el lujo de poner en duda los conocimientos de la hotelería de lujo de la gente, ofreciendo ellos lo que ofrecen. Avenida de América, 41, 28002 Madrid, España

jueves, 17 de mayo de 2007

Saab 93: es lo que parece

Tengo la inmensa suerte de tener un supermercado Carrefour a cinco minutos a pie de mi apartamento parisino. Y digo inmensa suerte porque, en un país en el que se cena a las 8, tener algo grande y con variedad abierto hasta las 10 de la noche es maravilloso. Gracias a este supermercado he logrado mantener un ritmo de vida más bien peninsular, frente a la europeización horaria que me rodea.

Bueno, un Carrefour más… Falso. Acostumbro a hacer la compra grande en el del centro comercial de Athis-Mons, pegado a las pistas del aeropuerto de Orly, junto a un pequeño museo privado que expone un aparato Concorde. El motivo no es otro que ir en coche hasta allí, cargarlo bien (dentro de lo posible, claro), ver el avión y lamentarme de no haberlo cogido en su momento, darme una vuelta, etc… Quizá ir en coche al Carrefour de Auteuil (mi Carrefour) sea excesivo, más que nada porque tardo más en ir al parking que en caminar hasta el súper, y luego en mi calle sencillamente no hay quien aparque.














Es tremendo, lo tienen ahí aparcado como quien dice.

De lo que me he dado cuenta, además de que tengo un icono del Messenger para indicar que voy al Carr…. a hacer la compra, es de que los productos que venden no son los mismos. Mi supermercado de Auteuil tiene mucha más variedad en productos tontos de compra compulsiva, y el de Athis-Mons es más bien familiar, de comprar a mogollón 47 cajas de spaghetti, 34 kilos de arroz, siete palés de agua Vittel, y esas cajas de cereales de dos kilos que no caben en ninguna despensa, pero que deben de ser las únicas capaces de soportar una semana escolar cuando se tienen hijos teens. Mi Carrefour, como recibe clientela clasificable en millonetis pijas sin nada que hacer, domésticas con lista de compra exacta dada por la mamá ejecutiva, jubilados varios, empleados de embajadas, solteros del barrio siempre con prisa, y ejemplares diversos en porcentajes minoritarios, se ha especializado en la compra tonta y pequeña, el producto caro y bueno, la buena pescadería, unos donuts deliciosos y engordantes, y mucha variedad de marcas para elegir. Una gozada. Y ojo, en Navidad montan un stand de caviar bastante bien surtido.

Si los Carrefour vendiesen coches, en el de Athis-Mons uno podría comprarse un Citroën (pero no un C6), o un Renault (pero no un Vel Satis V6 blindado), o un Skoda, o incluso algún Volkswagen. O por qué no, un Dacia, un Aixam o un Opel Omega, si todavía lo vendiesen. El de Auteuil quizá vendiese algún Renault, como marca blanca, pero también te propondría BMW (serie 3, tampoco nos pasemos, que hablamos de un Carrefour y no del Club del Gourmet versión De Luxe), Mercedes, Audi, Lexus, Alfa Romeo… y esa marca rara que, como las extrañas marcas italianas de pasta o ciertas mermeladas inglesas ahí escondidas, se ve a menudo, pero rara vez la gente se fija en ella y más rara vez se la compra. Y sin embargo, luego en casa uno se da cuenta de que será un producto raro, ¡pero bien bueno que es! Sí, hablo de Saab.
















A mí me parece un coche muy bonito. ¿Por qué no le hacen fotos que le hagan justicia?

Las Navidades pasadas, de vacaciones en España, tuve un Saab 93 1.9TiD 150cv de alquiler. Bueno, pongo esa denominación desconociendo totalmente qué modelo real era, guiado por cierta web que da muchos datos. Sí sé que tenía el segundo acabado más alto de la gama, para bien, y que era un diesel de 150 caballos. Lo alquilamos dado que pasamos de ser dos en la familia, a ser cuatro en las necesidades de transporte común, siendo uno de los nuevos incorporados un portorriqueño de tamaño considerable. El pequeño descapotable 2+2 de mi madre se hacía, pues, inviable.

Pocos coches, tras probarlos en un uso diario, me dejan la sensación de “éste sí me gustaría para mí…”. El Saab 93 ha sido uno de ellos. Realmente es un coche de categoría, que apunta al trío calavera de siempre (Serie 3, A4, Clase C), junto con el Lexus IS. Y no lo digo por su carrocería, que personalmente encuentro muy atractiva. Tampoco lo digo por sus motorizaciones, que aunque desconozco sé que tiene un V6 Turbo con una pinta acojonante. No, no lo digo por sus acabados, que me parecieron a un nivel muy alto (sirva de ejemplo la botonera del volante, sencillamente mejor que la del Porsche Cayman). Y no, tampoco lo digo por sus excelentísimos asientos, que me asombraron de tal forma que sigo sin entender cómo algo puede ser tan cómodo en viajes cortos, viajes largos, ciudad, curvas, rectas, siendo a la vez bonitos y, con la tapicería de cuero que montaba “mi” coche, acogedores en grado máximo (pese al color frío y grisaceo). Les diré por qué considero que es un coche “superior”: por la sensación global. Vale, es tracción delantera (probablemente el único pero que le pongo, puestos a decir algo), y sin entrar a valorar la horribilitud mecánica que para mí supone un motor de gasoil (aunque en este Saab está muy bien aislado), el coche te deja una sensación que se resume en una frase: “Oye, qué bien se va en este Saab!”, que no parábamos de decirnos todos cuantos en él viajábamos.














El interior es así, de verdad, no engaña la foto.

El tacto es sólido, fundamentalmente sólido. Esto quiere decir duro en algunas cosas, exactamente en las que un coche ha de ser duro; pesado en algunas situaciones, aquellas en las que se requiere aplomo; potente cuando se necesita potencia; cómodo cuando se necesita comodidad… Pero sólido, con esa sensación de “para toda la vida” que pocos coches dejan hoy en día. En autopista se muestra muy dispuesto a viajar a cualquier ritmo, sea tranquilamente a velocidades legales, o sea en conducción algo rápida a ritmos multables, y sin embargo no aísla tantísimo como otros que prácticamente te obligan a conducir por encima de los límites para sentir algo. Con este coche, uno se siente implicado en la conducción, consciente de que se ha dado una curva porque se ha querido mover el volante. La dirección es precisa, la trayectoria siempre correcta, y la respuesta del motor agradable, rápida… siempre disponible. Poco ruido y bastante comodidad.

Seguramente los expertos y el público lo pondrán por debajo de los 3 de turno (Serie 3, A4 y Clase C), al nivel de los “accésit” tipo Lexus IS o Volvo S60, y por encima del resto de generalistas (Passat, Laguna, C5, Mondeo…) Yo, que ni soy experto ni soy como el público, no me atrevo a ponerlo por detrás de un Audi A4. Cierto es que debería de probar el Lexus nuevo (sí he conocido el antiguo) y el Volvo, aunque a este último le tengo miedo, miedo de que me aburra como su hermano S40. Y cierto es que de el resto sólo he conducido el Laguna, pero no me hace falta conducir esos coches para saber que el Saab está por encima (bastante por encima).













Aquí se le ve mejor, eh? Así era el mío, discreto pero efectivo.

En definitiva, un coche diferente para gente que no sé si es diferente, pero seguramente que un día se atrevió a comprar esa mermelada inglesa en vez de “la de siempre”, y desde entonces no ha vuelto a comprar la otra más que cuando no encuentra la suya.

Por cierto, gastó 18 litros en los 230kms que lo tuve, aproximadamente, lo que supone un consumo de unos 7,8 litros (el ordenador indicaba 6,3). Que no, hombre, que no… que 150cv gastan por narices. Vale, es un dato que me trae sin cuidado, pero supongo que quienes se compran estos coches con motores de gasoil se preocupan por lo que gastan. Ah, y el maletero era muy grande, sí sí. Tanto que creo que lo abrí una vez y lo cerré asustado del vacío…

Saab 93 1.9TiD 150cv Vector, que equipado como venía el mío se pone en unos 35.000 euros. Disponible en su Carrefour pijo más cercano.

martes, 15 de mayo de 2007

Sofitel Astoria, Bruselas: timo a la europea

Aprovechando unos días libres inesperados a finales de agosto pasado, me fui a disfrutar de mi coche y a conocer Bélgica. Mirando alojamiento en Bruselas, caí en el error de buscar un hotel tipo “Palace” y no leer críticas de otros viajeros. Así, en la web del grupo ACCOR, vi este Sofitel Astoria con un buen aspecto, acogedor, palaciego antiguo, cuatro estrellas, supuestamente céntrico, supuestamente con un excelente servicio y la calidad que puedes esperar de un hotel de alta gama de la marca Sofitel.

Llamé para reservar, y la persona que me atendió me aseguró que en este Sofitel se había quedado en su día la Reina de España para no sé qué evento. Tras haber estado alojado allí, tengo dudas de si fue la Reina Sofía… o si en realidad fue María Eugenia.




















Claro, te lo ponen así y te lo crees...

Primera impresión: no está en el centro. 10 minutos a pie para llegar a la parte vieja (e interesante para el turista básico) de la ciudad, por una calle de aceras estrechas y con mucho tráfico. El edificio tiene una bonita fachada antigua, pero luego por dentro parece todo más de falsete que otra cosa.

El portero-aparcacoches: la inutilidad plena. Habría preferido encontrarme con una máquina expendedora de refrescos, la verdad, o un radiador victoriano. Si alguien aparca un coche extranjero delante del hotel, lo primero que ha de pensar el portero es “aquí llega un cliente”, y acercarse, ayudar con el equipaje, ofrecerse para aparcar el coche… vamos, lo típico. Sin embargo, este sujeto se limitó a mirarme mientras yo aparcaba, ponía la capota, me bajaba, sacaba la maleta, cerraba el coche, etc… Ni siquiera un “bonjour”. Es más, tras registrarme en el hotel, se negó a llevárselo al parking excusándose en el miedo que le daba rallarlo. Así que allí fui yo, con él acompañándome para guiarme, y sucedió lo insuperable: circulábamos con el techo y las ventanillas cerradas, pues no me apetecía andar abriendo y cerrando para 100 metros, y este sujeto no pudo evitar bajar la ventanilla y sacar el brazo cual makoki barriobajero. Creo que en realidad lo que quería era dar una vuelta en el coche. Una vez en el parking, desapareció de mi vista, quedándome yo solo para maniobrar, sin nadie que me guiase, y luego perdido en aquel patio interior sin saber cómo regresar al hotel. Lo dicho, inutilidad plena.

El resto del personal tampoco se iba muy a la zaga… aunque al menos los recepcionistas mostraban algo de interés o de ganas. Eso sí: “habitación 329, tercer piso, el ascensor allí”. Frialdad absoluta más propia de un Holiday Inn que de un 4 estrellas como yo me lo esperaba. Y hablando de la recepción, excesivamente jóvenes e inexpertos, que malamente acertaban a situar el hotel en el mapa o a mostrar indicaciones para ir al Atomium, por ejemplo. Y en la salida, tres cuartos de lo mismo. Tan sólo pedir la tarjeta de crédito, firme aquí, gracias… ni “buen viaje” ni nada. Y tampoco tienen servicio de conserje, así que no vean la gracia que me hizo que un chavalín me indicase sitios para ir de “shopping” por Bruselas. Venga, hombre, que vivo en París, no voy a irme de tiendas por Bruselas…
















En fotos pequeñas se ve bien, la realidad es muy distinta.

¿Y la habitación? Un zulo sucio, viejo, ajado, con vistas a la nada, con un cuarto de baño antiguo cuya cutre ducha perdía agua por todas partes, y en el que el water me obsequió con una cisterna en mi mano en el momento de tirar de la cadena. No llamé a recepción, claro, preferí arreglarlo yo mismo y “seguir tirando”. La cama era confortable, no obstante, dado que es un equipamiento Standard y “estrella” de la marca Sofitel, en una copia de los Ritz-Carlton y su Heavenly Bed. Las almohadas, sin embargo, dejaban mucho que desear. Ah, la cama sería cómoda, pero no llegaba a ser queen-size, como prometían. Me llamó mucho la atención, además del pobre equipamiento de la habitación, la capa blanquecina de polvo que cubría la parte superior del minibar. Eso no se crea en un par de días sin limpiar, precisamente. Una auténtica vergüenza.

Ah, el desayuno se sirve en un restaurante sin luz, tristón a más no poder, con un servicio más preocupado por terminar y limpiar mesas que por otra cosa. No me pareció malo en temas de productos y tal, pero… nada que ver con el desayuno agradable que esperas en una mañana de verano.

En definitiva, un robo. 200 euros por una estancia absurda. En vez de haber ido a ese hotel, debería haberme quedado en un 2 estrellas básico, cuyo coste sería la mitad, pero cuyo valor probablemente sería equiparable. Sin buen servicio, sin Spa, sin piscina, sin saber si había gimnasio, sin acceso a Internet (!), con un parking por el que me cobraron la friolera de 20 euros (parking descubierto, ojo, y del que se eximen de cualquier responsabilidad, con dos cojones)…. “habitación 329, tercer piso, el ascensor allí”. Por cierto, un ascensor viejo y sin puertas de seguridad. ¿Es eso legal hoy en día?




















Esta es la foto que deberían poner, pues muestra perfectamente la realidad de ese hotel tan desfasado.

Nunca, repito NUNCA, volveré a ese hotel, y me planteo el volver a pisar un Sofitel. La verdad es que debí de haber cancelado la reserva nada más ver el servicio del aparcacoches o la habitación, con buena discusión con el “Duty Manager”, liarla bien, e irme a otro lado. No sé, quizá no tuviese el cuerpo para ello, pero de todo se aprende y no me volverán a pillar.

Precios: unos 200 euros entre pitos y flautas.

Sofitel Astoria, Koningsstraat 103, rue Royale, Bruselas, Bélgica.

lunes, 14 de mayo de 2007

El Perfecto

Les hablaré hoy de un tipo de persona bastante peculiar. Seguro que conocen ustedes a alguien parecido, o incluso puede que se sientan identificados con la descripción. Se trata de El Perfecto.

Generalmente de una gran capital española.

Practica deportes: fútbol habitualmente, ha jugado al tenis y al squash. Sin embargo, se ríe de quienes practican algún otro deporte, como el skate o el ciclismo. Incluso podría llegar a llamar juego de nenas al golf. El Perfecto es superior a todo eso, que considera banalidades. Como juega al fútbol y es de una gran capital, es aficionado al gran equipo de turno que siempre gana.

Estudia o ha estudiado ciencias. Para El Perfecto, todo lo que no sea científico es mierda para ignorantes. Todo tiene una explicación matemática, y lo que no, es porque es basura creada por alguien que "no tiene ni puta idea". Porque esa es su frase preferida: no tienes ni puta idea, seguida de explicaciones imposibles que sólo a él interesan.

Imposible aguantarle en una conversación múltiple en la que salga un algo artístico, pues sentará cátedra como sea, pasando cualquiera que esté en desacuerdo a no tener ni puta idea. Él es el que mejores fotos hace, el que mejor escribe, el que mejor pinta... porque es Perfecto. Lástima que nunca haga ninguna de esas cosas, pues son pueriles y dignas de entretenimientos para gentes simples.

Su máxima: El mundo avanza gracias a las ciencias. Las letras y artes sirven para entretenernos.

Trabaja en el mejor trabajo y gana más dinero que tu. Su novia está buena, sus padres tienen dinero, sus suegros aún más. Aún así, conduce un coche racional y eficiente.

Viste de forma clásico-hispánica, sin ser ni pijo ni fashion. Zapatos normales, a veces náuticos, pantalón normal si acaso de pinzas, camisa y jersey. No obstante, él no compra ropa, algo que considera una tontada propia de infraseres. El Perfecto es tan inteligente que no puede perder el tiempo en ello. De hecho, siempre ha tenido el mismo aspecto perfecto.

De la misma forma, ni cocina ni entiende de cocina. El Perfecto gusta de una gastronomía popular, en la que el comer bien es comer mucho. Bebe la cerveza local, despreciando las otras, y no dudando en soltar "no tienes ni puta idea" aunque esté hablando con el mismísimo Michael Jackson (no, no es ese Michael Jackson que pensáis). El vino es una gilipollez basada en mercadotecnia, y los nuevos aficionados al vino son puros snobs. Evidentemente El Perfecto no necesita de esas cosas.

Como buen estudiante de ciencias, entiende de ordenadores. Su ordenador siempre es perfecto y racional. Cualquier estridencia es una gilipollez, cualquier producto básico es una mierda. Tiene página web, y aunque ésta sea horrible y nadie la visite, a él le sirve. A fin de cuentas una web no ha de ser bonita, sino práctica y rápida. Hace ya muchos años fue capaz de instalar un servidor en casa, y todos sus aparatos están perfectamente interconectados. Además, ha sido capaz de montar ordenadores para amigos, o en el coche con instalaciones profesionales hechas en el garaje de casa.















Ahí, ahí, a comprar tirafondos....


Porque esa es otra... el bricolaje. El Perfecto adora el bricolaje, pues no deja de ser una afición manual pero con un final tangible y útil, además de basarse en principios matemáticos y físicos. Hace vallas para el jardín, instalaciones eléctricas, construye unas escaleras. Los productos finales suelen funcionar, aunque su estética sea nula y anodina. El Perfecto se ríe de quienes no son capaces de "bricolar" nada y/o prefieren pagar el producto terminado.

Hablando de pagar, El Perfecto siempre encuentra los mejores precios y la mejor calidad. Nuevamente se ríe de quienes compran a precios altos aún sabiendo que comprando a precios bajos en la web obtendrás el mismo producto tras esperar unos días. El Perfecto tiene la mejor tarjeta de crédito, la que más descuento le hace y la que más cash-back le proporciona. Y en el banco de toda la vida. Por supuesto es una Visa Gold ahora que tiene posibles. Porque El Perfecto siempre ha tenido la tarjeta de la biblioteca que le dejaba sacar libros, la de la Universidad que le daba descuentos, y la Visa Joven con la que recargar el móvil en su época pre-teen.

El Perfecto desprecia cualquier cosa que no sea suyo, así como desprecia a toda la gente que no comparta sus aficiones. De cara a la galería los mira con condescendencia, pero la realidad es una superioridad tal que le sirve para su afición favorita: reírse de los demás, mientras apostilla su frase "no tienes ni puta idea".

Lo peor de todo es que, encima, suelen triunfar en la vida. O eso creen. Y son felices. O eso parecen.

No creo que haya personaje más detestable, pues, que EL PERFECTO. Bueno, puede que sí, pero hoy me apetecía meterme con ellos.

jueves, 3 de mayo de 2007

¿Ha muerto la Gumball?

Ha habido un accidente mortal con víctimas inocentes en esta edición de la Gumball. Para quienes no sepan lo que es este rallye, se trata de una concentración de vehículos, generalmente deportivos de superlujo, que recorren 3.000 millas en 6 días. Desde siempre se ha venido diciendo que no era más que el capricho de unos cuantos ricos que aprovechaban para juntarse, dejarse ver, y disfrutar transgrediendo la ley apoyándose en su poder adquisitivo. Es posible que a día de hoy sea casi eso al 100%, aunque yo me he resistido a creerlo.

Para mí, la Gumball es una aventura excitante, extraordinaria y espectacular, algo que haces y no olvidas nunca, una oportunidad de viajar, disfrutar de los coches, de hoteles y resorts de ensueño, de fiestas, de buena compañía, de las fotos, de sentirse protagonista… pero fundamentalmente de viajar. El recorrido ha pasado por la travesía de América del Norte (de San Francisco a Miami), de Europa del Norte (de Londres a Rusia, y vuelta), de Europa del Oeste y África (año 2004, cuando pasaron por España), de Europa del Este y Central, o como el año pasado incluyendo Europa, Asia y América con traslados en aviones fletados para la ocasión. En una palabra: espectacular.
















No todos los días se ve todo esto junto...

Pero está claro que el rallye se ha ido desvirtuando poco a poco, con esa “obligación” de ir “de malote”, que ha llegado al extremo con este accidente mortal, provocado por un Porsche 911 que se salió de su carril arrollando a una pareja en un Golf, matando al conductor del mismo, hiriendo de extrema gravedad a su acompañante, y lo que es muy grave, dándose a la fuga pretendiendo huir del país. Hay cosas de la Gumball que nunca me han gustado, pero hasta ahora compensaban todo lo demás. No me gustaba que pareciese necesario ser un macarra, ir de raro y trasgresor, escuchar música radical (por heavy o por dance), llevar cosas porno, sacar la lengua, etc etc... Al igual que no me gustaba que pareciese obligatorio ir como un chiflado por la carretera, cuando nunca se trató de eso. Y si no, fijaros en el video del 2004, como muchos participantes pedían a los chavalines en Marruecos que se alejasen de la carretera, por ejemplo, o como el mismo organizador pedía prudencia pues a fin de cuentas iban a circular por un país del Tercer Mundo.

Una pena que haya habido un accidente mortal con víctimas inocentes. Una pena que por unos cuantos descerebrados, una aventura excitante como es la Gumball se tiña finalmente con lo que se ha venido tiñendo desde hace tiempo, cuando no debería de pasar nada extraordinario si la gente se comportase.
















La Gumball no es sólo ser malo, sino risas y buenos tiempos.

Pero efectivamente, tenía que pasar..... Para mí la Gumball ya murió con la locura de recorrido del año pasado y su apertura a muchos participantes. Esto puede ser la gota que colme el vaso. Una pena, pero como en todo, ha de haber quien dé la nota... en este caso excesivamente alta. Y digo una pena porque como aventura, la Gumball siempre me ha resultado muy atractiva.

Muchos ven en esto el resultado lógico del capricho de los niños ricos, y se ofenden y tal poniéndoles a todos a parir. No es el capricho de unos niños ricos. Es la hijaputada de unos inconscientes cabronazos. Y éstos pueden ser ricos, llevar un Ferrari y estar en la Gumball... como pueden ser mileuristas, llevar un GSI usado rojo y estar en el barrio… como puede ser un padre de familia violento en su monovolumen adelantando en línea continua “por sus cojones”. Y es que es muy fácil criticar y dejarse llevar por una envidia que, a fin de cuentas, ahí está. ¿A quién no le gustaría ser rico y conducir cochazos?

Porque muchos critican, pero lo cierto es que lo que ha pasado no es nada extraordinario ni en principio debería de sorprendernos a la vista de lo que tenemos en España cada fin de semana, en un país en el que nos gusta picarnos con nuestra sombra, creernos Alonso o Schumacher, ir "de tramo" a cada ocasión que cogemos el coche (y para muestra cualquier foro, donde muchísima gente llama "tramo" a lo que no deja de ser un "recorrido"), pilotar, o mismamente en las revistas leer cosas como "practicar conducción deportiva".












Restos de un Lamborghini participante el año pasado. ¿De quienes? De los de Jackass. Nada que ver con el resto de participantes.

Pero claro, estos de la Gumball tienen "glamour"...... o mejor dicho, pasta, y eso genera envidias. Que no digo que sea el caso de de todo el mundo, porque no lo creo, pero están ahí. Me gustaría ver a los del club Audi Sport Ibérica, los del accidente prácticamente calcado a este el otro día y que tanto justificaban en Forocoches a la causante, a ver qué dicen.... no sea que critiquen como animales. Porque sí, por si alguien no sabe de lo sucedido, hace unos días durante una concentración de aficionados y simpatizantes de la marca Audi, unos cuantos se fueron “de tramo” al margen de la organización, hubo un accidente, y una chavalita con su A3 “deportivo” se salió del carril colisionando con dos señores que iban en una Citroën C15, matando a uno de ellos. Y lo triste es que muchos intentaban escudarse en que aquello había sido un accidente involuntario. ¿Qué opinarán sobre estos?

En definitiva, una desgracia previsible, que se veía venir, y que tiñe aún más de marrón oloroso un rallye que nunca debió de aceptar la participación de cierta gente. Y es que, tal y como dice alguien que estuvo en la salida de esta edición, estos del Porsche que la han liado ya iban como locos a la salida, dando la nota.

Creo que voy a quitar, muy a mi pesar, la pegatina de la Gumball que orgulloso llevaba en la trasera de mi biplaza.



EDITADO: Edito para añadir una noticia... Se ha cancelado la Gumball3000 de este año, tal y como se puede leer en http://www.gtspirit.com/ de boca de su organizador, Maximillion Cooper:


Following our earlier release reporting yesterday’s accident - As a sign of respect we have decided that this year’s Gumball 3000 Rally will not travel any further and will end in Bratislava this evening, May 3rd 2007.

As the organisers of the rally we feel that it should be stopped as a mark of respect to Vladimir Cepulyoski who died today after an accident involving one the participating drivers.

We are very saddened by what has happened and feel that it would be wrong to continue. On behalf of Gumball 3000, we once again extend our deepest sympathies to his family and we are doing everything we can for them.

This is the first time anything like this has happened in 9 years of travelling through over 40 countries with 1000’s of drivers and it is with deep regret that I make this announcement.

Maximillion Cooper


miércoles, 2 de mayo de 2007

BMW 118d: excelente coche, terrible motor

Como suelo hacer durante mis vacaciones en Asturias, he alquilado un coche con cargo a puntos Iberia Plus. Bueno, la odisea que tuve para lograr el coche que quería fue mítica, como siempre… Yo había solicitado un coche de un grupo que parece no existir en el Aeropuerto de Asturias, que es el formado por Serie 1, A3 y Golf, que cada vez que reservo son sustituidos por un despreciable Volvo S40 del que ya he hablado en otra ocasión.

Así, me planté en la oficina y, tras rechazar cortésmente todo lo que se me ofreció, acepté ya a la desesperada un Dodge Caliber automático, pensando en lo cachondón que sería ese armatoste. Una vez en el parking, descubrí con horror cómo a su lado descansaba aparcado exactamente un BMW 118d, así que de vuelta a la oficina donde “se sorprendieron de tener ese coche”… en fin. Tres cuartos de hora más tarde, arrancaba yo con el coche objeto de esta prueba: BMW 118d con escasos 7.400km, básico a más no poder, ideal para probarlo sin distracciones de lujos opcionales.




El coche resulta atractivo, o al menos para mí....

El coche no sé si vale lo que cuesta o no, la verdad. Es muchísimo dinero el que piden por él, y lo cierto es que por dentro, aunque la terminación no es en absoluto mala y el equipamiento no tiene lagunas importantes (o al menos el de la unidad que conduje), los materiales no parecen mucho mejores que los de otros coches más baratos, y el espacio disponible detrás es realmente pequeño, casi a la altura de la imposibilidad para acceder detrás si se está gordo o se calza más de un 37. Entonces, ¿por qué piden por ese coche tanto dinero? La respuesta está en todo lo demás.

El coche tiene una conducción propia de vehículos más grandes y de categoría muy superior. Suspensiones duras, firmes, pero que sujetan el coche como sólo pasa en berlinas de categoría, pese a llevar las ruedas de serie de 16 pulgadas. La dirección es perfecta, con la dureza necesaria en parado para no sentirse a los mandos de un flan. Y de nuevo el “feeling” del coche es el de algo mayor. Por comparar, está mucho más cerca (por no decir al nivel) de un Saab 93 que de un Volvo S40. No digamos ya si lo comparamos con un Octavia. Pongo esos tres ejemplos por ser los tres últimos coches de alquiler que he conducido. En definitiva, lo compacto de su tamaño no se corresponde con sus cualidades en carretera. Es curioso que el coche da sensación de velocidad. Uno se siente más implicado en la conducción, responsable de que gire, corra, frene… no tan terriblemente aislado como de nuevo en el S40. Ahora curiosamente me apetece probar un “compacto deportivo” de esos tan de moda y juveniles, por comparar, tipo León o Astra. No obstante, dudo que se acerquen al nivel del Serie 1.


Me gusta conducir.

Volviendo al interior, los materiales no es que sean malos. Son básicos, espartanos, como lo eran los BMW de hace años. El puesto de conducción es mejorable con los asientos deportivos opcionales, que pese a ser “deportivos” resultan mucho más cómodos que los de serie, que pecan de una banqueta excesivamente plana y algo corta. Son asientos relativamente duros, pero confortables. Digamos que todo va en consonancia con la dureza general del coche.



Los mandos están todos muy bien situados, aunque eché en falta el volante multifuncional. Creo recordar que tampoco tenía volante regulable, algo que me habría venido bien pero que tampoco me resultó imprescindible.

Los materiales utilizados son buenos en la parte superior del salpicadero, básicos en la inferior y en las bolsas rígidas de las puertas, y sinceramente normales en exceso en los tapizados, desde el techo a los asientos. Pero todo está perfectamente ajustado, y pese a la rigidez del salpicadero no se observan grillos ni vibraciones, y eso a pesar del terrorífico motor. El diseño de las puertas es muy básico y limpio, con una pieza de plástico blando que cubre toda la superficie, a la que van pegadas el apoyabrazos, el tirador y la bolsa inferior, todo de forma sencilla y depurada.



El espacio delante es excelente. Detrás ya no tanto… El acceso trasero es difícil y extraño. La puerta es muy grande, y hay que tener cuidado al abrirla para no darse con ella en la cara o no darle a quien esté cerca. Así puesto parece que hablo de la puerta de un camión, pero lo cierto es que es amplia. Sin embargo, el ángulo de apertura no es lo que se dice excesivo… El hueco por el que entrar es por tanto pequeño, al ser en diagonal opuesta al asiento. Además, hay que meter un pie, que no es nada sencillo al haber un paso muy estrecho y muy profundo. Una vez pasado el cuerpo, la forma del asiento y del paso de rueda nos mete al interior de forma irremediable. Y desde ahí hay que meter el otro pie, algo complicado de hacer si no queremos rozar los tapizados. Habiendo pensado este coche con la tapicería opcional de cuero color “lemon” (que es prácticamente blanco, más concretamente color “Kas-Limón”), ahora casi mejor que no si pienso usar las plazas traseras.


El espacio para entrar detrás es imposible.

Una vez dentro, es un espacio suficiente para un trayecto corto de cara a llevar adultos, o lógico y normal para llevar uno o dos niños. El maletero lo vi suficiente, no excesivamente grande pero suficiente, con un hueco de carga accesible.


Esperando para dar otra vuelta

Hasta aquí todo bien. Genial, pues he hablado de todo lo común a toda la gama. Y es que lo peor del coche es el motor 118d. La arrancada es ruidosa a más no poder, y desde ese momento comienzan las vibraciones, aunque éstas están muy filtradas en el volante, curiosamente. La aceleración en marchas cortas y despacio es la típica de estos motores diesel pequeños: el coche parece que acelera, pero luego se queda “frenado” una vez el embrague está totalmente levantado, siendo necesario acelerar más. Quizá el conductor medio de coches de gasoil no se dé cuenta, pero eso en los gasolina generalmente no pasa. La aceleración es normal desde abajo, siendo mejor a partir de las 2.000rpm. Aún así, es una conducción brusca, de todo/nada en ciudad, como me resultó la del S40 de estas navidades. En marcha es silencioso porque circula a bajas vueltas y suenan más la rodadura y el aire. Las recuperaciones están presentes, especialmente desde esas dos mil vueltas, hasta casi 4.000. Más arriba creo que no merece la pena ponerlo, pues la fuerza se siente más en el centro que en altas. 6 marchas nos da su caja de cambios, aunque es posible practicar una conducción de 3 velocidades a poco que la arrancada sea posible en segunda. Ojo, que esto no es fácil, como lo era en los diesel antiguos. Aquí hay que picar más embrague o casi casi resulta fácil calarlo. Pero tras la carretera volvemos a la ciudad, y una vez en el garaje hay que apagarlo… y es cuando aparece lo peor del motor: vuelve el sonido a tractor, las vibraciones en la palanca de cambios, y cuando finalmente apretamos el botón para apagar el motor, las convulsiones del coche dan hasta miedo. Increíble, se mueve todo de un lado al otro un par de veces como nunca había sentido en un coche moderno. Apagar este coche y apagar un 4 cilindros gasolina longitudinal no tiene nada que ver, es como beber aceite o beber Isostar cuando se tiene sed después de hacer deporte. ¿Será que el combustible de uno es aceite, y el del otro es ligero como el Isostar? Seguramente.

Con el coche rodé unos 200kms, en los que no gasté más de 8 euros de gasoleo. Creo que el consumo medio rondaba los 7 litros, que es algo lógico y normal teniendo en cuenta el uso de autopista, ciudad y carretera de montaña que llevó el coche, siempre sin grandes excesos innecesarios. Y con este coche me cayó mi primera multa de radar, a la salida de un túnel, de noche, sin tráfico y a 115 en un tramo de 90… A ver si me llega, y si lo hace a ver si viene con la foto, para tener souvenir de las vacaciones.


Al lado de un Focus en un parking, las diferencias son notables.... pero se pagan, y muy caras.

En definitiva, es un coche excelente, quizá muy caro y muy pequeño para muchos, aunque puede que a precio asequible y de espacio suficiente para sus compradores, que requiere de un equipamiento personalizado para que termine de convencer (y porque puestos a gastar ese dineral, uno lo gasta bien y pone el coche a su gusto), con una base mecánica propia de coches superiores, pero que en la versión 118d monta un motor absolutamente despreciable. Quizá por eso la mayoría de los que se ven sean el 120d o versiones de gasolina. Yo, que soy como soy, quiero un 120i o un 118i, pero equipados como me gustan alcanzan los 40.000 euros, que sinceramente son muchos euros para este coche. ¿Los vale? ¿No los vale? Difícil pregunta de más difícil respuesta. Yo no lo tengo claro, y a veces sí los vale… otras no…

Vamos con las fotos del interior y de detalles.



El salpicadero no es malo, ni vibra ni nada, pero es espartano.



Este detalle me llamó la atención. Ahora volviendo en un Passat nuevecito, no me parece que el Volkswagen tenga un acabado mejor, ni mucho menos en la consola trasera.



El maletero, suficiente.



Parasoles impropios de un coche de este precio. Vistos los que trae el nuevo MX5, retiro lo dicho.



Panorámica del interior, bastante amplio.



Guantera sujeta por una cinta de nylon. Y sin embargo no vibra.

Como dicen en El Corte Inglés, "me lo llevo". Eso sí, con otro motor, por favor.

BMW 120i automático, cuero lemon, navegador, techo solar y varios packs de extras que lo ponen en más de 40.000 euros, quedándose en 36.666 por ser una unidad de stock. El que lo quiera, que venga a por él a Mirabeau, en la Avenue Versailles, Paris XVI. Segunda parte de la prueba, aquí

Los coches más aburridos del mundo

Cinco años viajando, se quiera o no, dan para “algo”… y ese algo es la posibilidad de alquilarme un coche e ir conduciendo del aeropuerto a mi casa, sin preocuparme de taxistas o autobuses. Dejando de lado o para otro día el tema del alquiler con cargo a puntos, la disponibilidad y los inverosímiles suplementos que siempre aplican, se ve que tengo la negra con los coches que finalmente conduzco.

Estas navidades tocó un surrealista Volvo S40. Pongo “surrealista” por poner algo, no por otra cosa. Lo cierto es que yo había pedido un Golf, pero bueno… eso me dieron. En su día escribí lo siguiente sobre dicho artefacto, que ha de ser leído tomando como referencia mi coche actual de diario, que es un Mazda MX5 NB-II:

Se trataba de un S40 de esos de gasoleo, en un color pseudo-azul y con una tapicería clarita de lo más aparente de lejos, de lo más sintética de cerca. El coche es alto, muy alto. Excesivamente alto. La dirección suave, el embrague blando, el cambio pastoso, la suspensión blandísima… El motor es muy ruidoso y áspero, y de entrada ya muestra ese carácter de “todo o nada” de los tedeí malditos. Y eso sólo en el parking del aeropuerto…
















Tiene buena pinta, eh? Pues luego no.

Por autopista circula de forma suave y no muy ruidosa, si bien el ronroneo del motor está presente en todo momento, sonando de forma no muy distinta a la de un autobús urbano en plena carga. Eso sí, la sensación de velocidad es inexistente.

Los asientos son anchos, muy anchos. La postura de conducción es muy elevada pero no se ve nada del morro ni del culo. Paradójicamente en mi coche, con lo bajito que es, veo perfectamente morro, culo y lo que haga falta para maniobrar. El acabado es correcto, sin más. Ni bueno ni malo, y todo parece funcionar con la corrección que se espera de un coche con 8.000kms en el contador. Las plazas delanteras son suficientemente amplias, aunque la sensación se ve acentuada por el color claro interior. Las plazas traseras son estrechas, con poca altura y muy poco espacio para las piernas, amén de ser sólo 2 (¿queda algún coche normal que dé tres auténticas plazas traseras?).

Circulando por ciudad el coche es un taxi, nada más. Blando, estrecho y ruidoso. Faltaba Cadena Dial sonando en la radio para parecer un descamisado taxista.

Conclusión: ¿Quién demonios se puede comprar un coche así? Aburrido a más no poder, con un motor brusco y ruidoso, incómodo de conducir en tráfico lento, manual, pequeño y encima caro. Es uno de los últimos coches que me compraría, sinceramente. El horror automovilístico, la pesadilla del aficionado a los coches a los que yo soy aficionado

Lo devolví a la mañana siguiente con un desprecio absoluto por ese producto.

(...)

Ahora en Semana Santa tuve el dudoso placer de conducir un Skoda Octavia FSI. Esto que sigue a continuación es lo que escribí en su momento:

Yo tenía alquilado un Golf automático, pero el coche que pretendían darme era un Fabia... y me negué, así que pedí algo más grande, y me dieron "eso". El proceso de arrancado es cuanto menos curioso. Señores, talmente parece un diesel. No sube a 1500rpm y luego baja pausadamente al ralentí, sino que arranca desde abajo, cual diesel infernal. Eso y el ruido hizo que me auto-convenciese de que aquello era un tdi. Bueno, y que tampoco me dio por mirar detrás la denominación del coche. La aceleración inicial se corresponde más con la de un SDI, o mejor dicho, con la de un Clio 1.9d. El coche no anda nada de nada, y suena muchísimo a bajas vueltas, cual taxi hyper-kilometrado.

El interior, aburrido a más no poder. Volante de plástico rugoso, botones de plástico duro en la consola con un tacto espantoso, y una sensación de coche espartano de la Europa del Este muy lograda. Asientos que no son ni cómodos ni incómodos, sino todo lo contrario, y una suavidad de mandos que no invita más que a pegarse un tiro ante tal falta de alma, de vida. El espacio es bastante amplio, aunque el coche no ofrece nada que lo aproveche o que te haga la vida más cómoda. Supongo que en las versiones más equipadas esto no será así.
















Pura vida, eh? Pufff......

En conducción es nuevamente aburrido. Ni anda mucho, ni anda poco, ni suena poco ni suena deportivo. A bajas vueltas suena, como he dicho, como un taxi. A altas vueltas no apetece ni llevarlo. Embrague blando, palanca de cambios normal, mandos sencillos. Es ciertamente un coche para ir de un sitio a otro, nada más. La sensación de velocidad, como en todos estos coches, es escasa, y hay pocos ruidos aerodinámicos. Eso hace del coche un medio relativamente cómodo para hacer viajes. Por las autopistas de Canterbury a Londres se iba bien, pero de nuevo sin destacar en nada, sin alma. Maniobrando por ciudad es sencillo, pero no estando acostumbrado a no ver carrocería, las maniobras en aparcamientos se complican, más llevando el volante al otro lado. Por carreteras de segundo orden nuevamente lo mismo: vale, vamos de un sitio a otro y fin.

Viendo en km77.com, imagino que el coche era un Octavia FSI 1.6 Trend, que cuesta la friolera de 19.850 euros. O sea, tres millones largos para un coche aburrido que sí, tiene un maletero gigante, pero... qué horror!! Con él recorrí, según el recibo del alquiler, unos 218 kilómetros, en los que gasté 14 litros, lo cual supone un consumo de 6,42ltr a los 100. Impresiona... gasta poco, aunque también es cierto que anda poco y que yo no corrí en exceso, dadas las miles de cámaras de control que hay por toda la M2, incluyendo controles de velocidad media y tramos limitados a 50mph debido a obras.

Para alguien que necesite un coche de ese espacio y sobre ese precio, seguramente sea una opción excelente (yo creo que prefiero comer caca).

Observen las dos conclusiones: suicidio total automovilístico. Algunos me han dicho que pruebe el S40 con el acabado más deportivo, y que haga lo mismo con el Skoda. "Acabado deportivo". Miedo me da, la verdad. Y me fastidia, porque a por el S40 yo fui bastante ilusionado, pensando que me encontraría con un producto interesante, con un "algo" que justificase su marca, su look, su supuesta exclusividad. Y como con el Octavia, me encontré con un compacto relativamente agrandado (sobre todo por detrás), pero en el que el espacio tampoco era para tirar cohetes.

Intento pensar como lo haría el comprador de dichos coches, pero no lo logro. Supongo que necesitará algo de un precio asequible, pero contando con un presupuesto ya elevado; además, buscará espacio interior, una buena capacidad de carga, y comodidad... Comodidad proporcionada por el tarado de suspensiones y la suavidad de mandos. Y no nos olvidemos de un buen consumo, claro. En definitiva, un coche con la misma pasión que la moqueta de una habitación de hotel de 4 estrellas. Definitivamente, no puedo coincidir con ellos, y ello me lleva, en parte, a explicarme el éxito de los monovolumen compactos, cuyo espacio interior no es mucho más grande, pero que al menos te permiten ver más paisaje desde allí arriba.

Spa La Llorea, Gijón – España

Una de las ventajas de pasar unos días de descanso en Asturias está en los precios de la hostelería y sus servicios. Y aunque ahora esté sentado de forma incómoda en una terminal de aeropuerto llena de gente de la tercera (o casi cuarta) edad, puedo decir que regreso a París de forma relajada y con mi espalda recuperada, dispuesta a ser destrozada durante los próximos tres meses (que será lo que tarde en volver, como siempre).

Y es que en Asturias tengo visitas obligadas, entre las que está el Spa del club de golf de La Llorea, en Gijón. El acceso no es sencillo, especialmente si no se sabe exactamente dónde está, se va sin mapa y sin navegador. O sea, lo normal. Así, nuevamente me perdí y tras un paseíllo por la zona de la Universidad Laboral, y tras acabar en el otro club de golf de la zona (Castiello), gracias a la Guardia Civil logré encontrar el camino.













Una panorámica del edificio del hotel, con el Spa al frente del campo de golf.

El sitio es precioso… un campo de golf excelente (aunque hace tiempo que no juego), un hotel moderno, y una recepción y un parking excelentemente agenciados. El personal de Recepción es agradable, joven, cortés, atractivo… ¿qué más puedes pedir? Los vestuarios, aunque básicos y pequeños, disponen de unas duchas de verdad, de las de grifo de abrir y cerrar a mano y con posibilidad de regular la temperatura. Como debe de ser. Harto estoy de esas duchas de piscina en las que aprietas un botón y sale agua a unas presiones y temperaturas siempre inadecuadas durante un periodo de tiempo inútil, sea por largo o por corto. Los geles y champús ofrecidos son buenos, como lo son las toallas. Y llegamos a la piscina… Una “zona húmeda” con varias estaciones de hidroterapia, que comienzan por un jacuzzi violento en el que comenzar a distenderse, para ir pasando por diversos chorros de masaje (que vale, todo es más o menos lo mismo, pero funciona), y terminar con un frigidarium y un caldarium antes de pasar a las piscinas de thalassoterapia y de aromaterapia.

De esta piscina mi parte favorita es la gran cascada sobre los hombros y la espalda, que seguida de un chorro brutal y estrecho logra la total relajación de todos los músculos de la espalda. Completar eso con una cama de jacuzzi supone realmente olvidarse de stress, dolores de espalda y cualquier otro síndrome pre-post-vacacional (que es el post-vacacional que se tiene durante las vacaciones, por la angustia de tener que irse).














La piscina principal del Spa.

El conjunto húmedo se completa con un hammam y una sauna. Cierto, debido a la idiosincrasia propia hispánico-astur hay que ir con el traje de baño puesto. Nadie se despelota, ya que además son mixtos. Y es una pena, la verdad, porque ponerse a sudar en una sauna con el traje de baño puesto es bastante extraño cuando se ha probado como se ha de hacer: en pelota y punto. En fin, sé que eso nunca llegará a ese sitio… habrá que resignarse. Sí, ya sé que siempre insisto en este tema, pero es la verdad.














Nada, todo mentira, llevan el bikini puesto.

Las instalaciones del Spa disponen de cabinas de masaje y de gimnasio. Los masajes no me gustan, sinceramente, y del gimnasio me olvidé hace años. No obstante, ahí están a disposición de quien lo requiera (y lo pague). Y hablando de precios, el circuito de piscina cuesta 28 euros por persona. Eso sí, en ningún lado se habla de un límite de tiempo o de uso de las estaciones termales. Por ello, no es difícil ver a gente haciendo dos o tres vueltas al circuito. Personalmente, con una vuelta y un final con caldarium y cama de jacuzzi me basta.















Fui bien acompañado, pero con esta no me encontré...

¿Recomendado? Al cien por cien, sin ninguna duda. Y para quien viva por la zona, el Spa ofrece la posibilidad de comprar bonos de sesiones. Eso sí, por lo que he oído conviene ir entre semana, cuando lo más probable es encontrarse prácticamente solo en la piscina. Una forma más de pasar la tarde, aunque el sitio se ofrece para un excelente plan de pareja: tarde de relax en el Spa, cena, noche en el hotel, desayuno y hemos pasado el fin de semana al lado de casa de forma diferente.

Precios: menos de 30 euros el circuito acuático, ¿qué más se puede pedir?

Hotel Palacio de la Llorea,
http://www.palaciodelallorea.com/
Tel: +34 985 131 812

Reflexiones Piscineras: "Y el cabrón sigue nadando de espaldas"

El siguiente artículo lo escribí el 16 de Julio de 2005. Resulta amena su lectura, creo…











La Piscina de Auteuil, curiosamente vacía...

Bien, he vuelto de la piscina. Decir que estos franceses están retrasados mentales. En invierno, dicha piscina abre hasta las 21 horas, en un alarde de nocturnidad por su parte. Pues bien, en verano, calor, vacaciones... cierran a las 5 de la tarde. Espeluznante.

Fui a tomar un rato el sol y a pegarme unos largos. Ambas cosas, como siempre en sábado, harto dificultosas. Lo de tomar el sol porque casi no había sitio. Y lo de bañarse por.... lo mismo, casi no había sitio.

En el solarium: ya he decidido que me voy a poner siempre en un hueco (evidentemente, no me voy a poner encima de alguien...), y de tener que elegir, me pondré cerca de un grupete de chicas pre-adolescentes o de una pareja de jubilados. Son, sin duda alguna, los que menos molestan. Ellas por ser unas crías tímidas, ya creciditas como para andar dando saltos encima de tu toalla, y no lo suficiente como para leer el Cosmopolitan, escuchar música a toda hostia, fumar, recibir miles de mensajes al móvil, etc... Y los jubilados porque su condición de jubilados les impide realizar movimientos. Otros grupos deseables son:

- La pareja de rusas en topless y tanga. Sin duda es el más escaso y difícil de conseguir, y el más atractivo. Hay que llegar en el momento justo, y ponerse al lado. Si llegas temprano, ellas no se pondrán cerca de nadie. Si llegas tarde, los aledaños estarán ya copados, y te tocará en las afueras.

- La señora destetada tostándose. Sin duda es como ponerse al lado de un cadáver, sólo que ésta no da miedo, ni huele. Simplemente se tuesta al sol. Con ella al lado, tienes uno de los laterales cubierto de posibles "molestos".

- Los 3 chavales adolescentes. No suelen fumar, y se dedican a estar en el agua todo el tiempo (en el agua no son deseables). Cuando salen, están tan anonadados viendo tetas y culos, el tanga de la otra, cómo se le salen los pelillos, o las supertetas de la abuela... que no estorban.

- La gran madre con su hija pequeña y las 500 amigas de ésta. Son deseables por la ausencia de humos, y siempre y cuando las niñas no sean muy numerosas y sean lo suficientemente pequeñas como para dormir la siesta. Al ser un grupo numeroso, te cubre muchos flancos. Pero ojo, puede ser un infierno si algo falla y alguna lo hace: LLORAR.

- El tío cachas de color cuero. Útil para proteger flancos por su comportamiento similar al cadáver. Malo si no se ha puesto desodorante y huele... Y pésimo si tu objetivo en la piscina es ligar un poco, y tu estás blanco como la leche, y delgado cual spaghetti.

















Que tampoco digo de que me toque esto al lado...

Hoy por desgracia me tocó al lado de unas toallas vacías. Recé porque perteneciesen a alguno de los dos grupos anteriores, pero..... no. Al cabo de un rato llegó una pareja de unos 30 años. El, cachillas.... mal afeitado....pelo corto... gafas... un tío normal. Ella... una tía normal hasta que se mostró tal como era (no, no se despelotó): llegó corriendo cual cría de 6 años porque tenía "frío" (los cojones frío, con 35 grados.....), saltó por encima de mi toalla salpicándome.... se tumbó ahí al lado.... se levantó... pidió fuego.... y volvió a salpicarme al tiempo que fumaba, sin preocuparse de hacia quién iba el humo. Evidentemente, iba hacia mi. ¡Y soy alérgico! Luego sonó el móvil.... luego que si tal.... luego otro cigarrillo...... ¡¡HASTA LOS WEBS!!

A ver, que me pase un crío correteando por encima y me salpique... pues mira, me da igual, y de paso el agüilla me refresca. Que lo haga una tipa adulta, me jode. Me jode, y mucho. Dios, estoy peor que Fernando Fernán Gómez. VÁYASE A LA MIERDA, ME ENTIENDE? A LA MIERDA!.

Luego me fui al agua... En fin, imposibilidad de hacer un par de largos seguidos: bordes de la piscina a rebosar de gente "reposando". Todo lo cuál no impide para que te encuentres con gente como:

- El profesional: Entrena para no se sabe qué competición. Porque él ENTRENA, no "hace deporte". Nada bien, muy bien... pero se enfada si le "molestas".

- Los carreritas: hacen carreras entre ellos, que no se sabe si son a ver quién llega antes al otro lado, quién salpica más agua, o quién nada peor.

- El de los saltos: hace carpados invertidos con doble tirabuzón... aunque en realidad no tiene más estilo que el niño gordo-gamberro que hace "la bomba".

- La jubilada: es increíble pero ella nada maquillada. Además, nadando a esa velocidad absurda... no se hunde! Es uno de los personajes más molestos, sobre todo cuando copa alguna de las calles delimitadas para "nadar".

- El cabrón que nada de espaldas: ¿Hay algún estilo de natación más ridículo? A ver, a Croll nadas muy rápido, a Braza nadas más lento pero ves bien por dónde vas, a Mariposa te pones como un toro y vas también bastante rápido. ¿Pero de espaldas? Si estuvieses rescatando a alguien, pues si, es el estilo, pero..... ¿en una piscina? Además, van a una velocidad de tortuga, levantando sus bracines... primero uno, luego el otro.... los pies totalmente descompensados... no hacen una puta línea recta... y cuando llegan al final, como no te ven, si no estás espabilado te cae un manotazo. Pero es que sigo sin entenderlo: ¿cómo te pones a nadar en una piscina a rebosar de gente, DE ESPALDAS? A mi no se me ocurriría ir por un atasco marcha atrás.... o lo que sería lo mismo, de noche, sin luces y con los ojos cerrados.
















Venga, de espaldas y sin gafas, ya puestos...


En fin, deseando el holocausto para toda esa gentuza, pero sin renunciar a ir a esa piscina tan ideal con sus vestuarios mixtos , les emplazo para una nueva edición de Reflexiones Piscineras.

Que pasen ustedes una buena tarde.

 
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