domingo, 14 de junio de 2009

Restaurante Fuente La Lloba

Esto que van un inglés, un francés y un español… creo que este es el inicio de los peores chistes en español jamás hechos. Sin embargo, se parece bastante al que debería de ser el inicio de este artículo, que habla de uno de los restaurantes más particulares en los que jamás he comido. No hay ni ingleses ni franceses, pero sí un catalán y un japonés, y una casa perdida en unas montañas de Asturias.

Lo que viniera esta gente a hacer aquí o, mejor dicho, el por qué acabaron montándose el negocio en semejante sitio, sigue siendo un misterio para mí. Bueno, misterio porque no me dio por preguntarles, pero es que el sitio me dejó sin palabras. Les pongo en situación: hablo de un restaurante japonés instalado en los bajos de una casa típica asturiana, perdida en un pueblo en medio de las montañas, con una carta inexistente, y que sólo da de comer previa reserva. No suena mal, ¿verdad? Mejor sabrá, como respondía siempre mi padre cuando cocinaba.














El acceso no es fácil. Les aviso de que la famosa AS-258, carretera que lleva hasta allí, no está señalizada desde la carretera general en dirección Infiesto, así que hay que ir un poco a la aventura. Yo acabé llamándoles a la desesperada. También les aviso de que esa carretera es estrecha, bacheada y empinada. Es decir, que con un Ferrari mejor no vayan (es que me alegraría mucho saber que tengo lectores que conducen Ferraris…). Pero vamos, que tampoco es algo inaccesible, ni mucho menos, y el resultado merece la pena. Primero por la espectacularidad del entorno, del paisaje, de todo. Y segundo por lo que vendrá luego, una vez instalados en la mesa.














Nosotros optamos por comer en el tatami. Sí, no es lo más cómodo del mundo y tampoco es apropiado para mujeres en falda (dependiendo de la señora), pero ya que uno se va tan lejos a comer a un japonés, conviene hacerlo bien. Como digo, el servicio es exclusivamente previa reserva, y el menú es “el que hay”. Ciertos platos son fijos, otros dependen de la temporada y de los gustos del comensal. Nos decidimos por un menú degustación completo, que a razón de 30 euros por persona no se me antoja especialmente caro. Menú que incluía un pequeño aperitivo bastante curioso, tofu frito, sushi, verduras en tempura, cerdo empanado, y los postres. Enorme, sencillamente enorme, y más para comer sentado en el suelo… o no, quizá no. ¿A alguien le parece caro ahora? Decir que cada plato es presentado por Kei, uno de los dueños, con explicaciones perfectas de qué es cada cosa y cómo se ha de comer, muy adecuado para quienes nunca hayan comido este tipo de cocina.














En la terraza cerrada, sobre el tatami

El aperitivo, que creo era de algas o de nabo, sencillamente delicioso, y un buen entrenamiento para usar los palillos. El tofu es un puro regalo para el gusto, y eso que hablamos de un cubo de masa cuajada blanca rebozada… pero es en su simplicidad donde está su delicia. La salsa de jengibre que le acompaña es aromática, sí, pero afortunadamente (para mí) no tiene ese gusto a colonia que sí tiene el jengibre encurtido típico de los restaurantes japoneses.

Los sushis estaban perfectamente preparados. Sucede que esto es bastante común en los buenos restaurantes japoneses, y que mi paladar no logra distinguir uno muy bueno de otro excelente, quizá por falta de experiencia. A mí, desde luego, me parecieron muy buenos, por no decir excelentes. Se agradece, además, que sólo uno fuese de salmón crudo, por motivos alérgicos personales. Eso sí, a destacar el wasabi artesanal que acompañaba el plato: magnífico. Acostumbrado uno a las pastas de wasabi industriales que ponen en todas partes, encontrarse con un puré casero es una muy buena sorpresa. Conviene recordar que, aunque artesanal, sigue picando muchísimo, así que ojo con el asunto.













Sushis, cortesía del Fotolog de Habana_7, que como me parece una buena foto, les hago publicidad.

Las verduras en tempura no me resultaron nada grasientas, y eso es bueno. Destaca la dulzura de la cebolla y el gusto novedoso, para mí, de la calabaza, pero sin desmerecer a las demás. El langostino en tempura, como no podía ser de otra forma, una delicia. ¿Hay alguna forma de preparar mal un langostino?

Después vino un plato de cerdo empanado en pan japonés que, para mi gusto, sobraba. Y digo que sobraba por dos motivos: ya habíamos comido bastante, y no casaba especialmente bien con el resto del menú. A mí me gustó, y mucho, pero me habría gustado más comerlo en otro tipo de menú o de ocasión. Y es que ese día yo habría podido seguir comiendo el aperitivo de algas y el sushi hasta reventar. Quizá ese cerdo nos rompió un poco el ritmo de la comida.














El postre sobre la mesa

De postre tomamos todos un helado de té verde, artesanal, que no me pareció nada especial, quizá un tanto insípido, pero es que el té verde es de por sí insípido, así que la crítica que se puede hacer es a nuestra elección, no al helado. Y digo que no al helado porque, en lo que es textura y temperatura, estaba en su punto. Yo es que no soy muy de postres, y el helado que me gusta es el de limón de Los Italianos (C/ Milicias Nacionales, Oviedo).

Toda la comida la acompañamos con cerveza. En el restaurante tienen Asahi, Sapporo y Kirin. Las tres son lagers japonesas muy conocidas, siendo la Asahi mucho más seca que las otras dos. Sinceramente, no me veo acompañando este tipo de comida con vino, aunque habrá gente capaz de ello.














Mis pixeladas señoras Madre y Tía, con las cervezas...

Ganas de volver. De volver, no de devolver, no se me confundan. Si, tengo ganas de volver allí, tomar el aperitivo, comer, y disfrutar del paisaje y del jardín. Y del perro, aunque cuando yo estuve no se dignó en salir a saludar, el muy perro. Es un ambiente tan familiar, la casa mezcla tan bien estancias asturianas con japonesas, el paisaje es tan bonito, y está tan lejos de todo (sin tener que hacer cuatro horas de coche), que es inevitable no querer volver. Si, además, se come bien, ¿se puede pedir más? Pues sí, se puede pedir el tener la experiencia ya hecha y el saber confeccionarse un menú a medida, cosa que desconozco si es posible.

Recomiendo comer en el tatami. Es, quizá, desde donde se disfruta de las mejores vistas. Para cenar, ya de noche, una mesa tradicional será más cómoda e íntima. No recomiendo llamar para reservar, simplemente porque es obligatorio. He leído por ahí que en ocasiones es necesario esperar varios días para tener mesa, así que ya están tardando en llamar…














Nota: a la vuelta, pueden continuar la carretera en dirección Lastres. Es interminable, les advierto.

Fuente la Lloba, un sitio para comer (eso dice la tarjeta del restaurante). Carretera AS-258, km. 14. Huentes, Piloña. Asturias. Teléfonos: 686 376 805 – 676 646 516. Cerrado domingo noche y lunes.
 
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