sábado, 27 de agosto de 2011

Etihad Airways, Business Class...

Otra vez en el aire, lo cuál supone salir de Yangon y entrar en un mundo en el que el acceso a Internet está más o menos liberalizado. Digo más o menos porque yo me las creía muy felices hasta que he visto el aviso de que el gobierno de los Emiratos Árabes Unidos también regula el acceso a determinadas webs, aunque acertaré a actualizar con una entrada sobre la aerolínea nacional de Abu Dhabi, extensamente decorada con carteles del Gran Premio de Fórmula 1, para placer visual.

Hermoso...

Al tema. Vuelo Bangkok - Abu Dhabi - Nueva York, en dos etapas con parada y fonda en el emirato, incluyendo noche en un hotel nada lujoso pero suficientemente cómodo, limpio, amplio y funcional, dentro del aeropuerto. Y gélido, en el que la habitación estaba a 17 grados a mi entrada, y el aire acondicionado se puede configurar para que sople a 10 grados. Y con una ducha potentísima.

Boeing 777-300, clase Business. Iba a escribir una entrada extensa con información y calificación del registro, embarque, asiento, comida, etc… paso. Para cualquiera de esos datos lo mejor es buscar en Internet, y siempre se corre el riesgo de sufrir un mal día del avión, de su tripulación, del cocinero, del horno, de la chica que hace el registro o de la novia del que te abre la puerta, y llevarse un chasco.


La comida islámica que probé, bien. Hay muchas opciones y, por primera vez, he visto un menú a la carta disponible en cualquier momento del vuelo. Muy bien. Relativamente amplia lista de bebidas para pillar la gran cogorza, y todo bien servido en una vajilla agradable y con una cristalería de tamaño normal, no miniaturas. Veremos qué tal sale en el vuelo de Abu Dhabi a Nueva York, aunque ojo, que todavía les quedan otros tres vuelos para probarme que se come bien a bordo…

El asiento es estrecho. Es el comentario general que se puede leer por ahí, y aunque se hace cama, aunque es individual (no hay que saltar por encima de nadie para salir) se siente estrecho. Fundamental elegir asiento en ventanilla, si no se es de talla XXL, por motivos de privacidad. Los de pasillo me parece que quedan demasiado expuestos. Buena pantalla, buena selección de películas, programas, músicas, juegos, etc… pero asiento estrecho, y cuando se hace cama sólo queda ponerse en posición de cadáver (conocida como de Conde Drácula) y dormir.

Es que es estrecho.

Los asientos tipo cama están bien porque es más cómodo llevar los pies en horizontal que llevar todo el cuerpo inclinado, pero creo que salvo que hablemos de una verdadera cama (y para eso hay que pagar Primera Clase), una postura a lo chaise-longue resulta más cómoda para descansar (o incluso dormir). Regulación eléctrica, masaje… el asiento es una copia reducida de los de Primera Clase de muchas aerolíneas, cono la Thai. Pero sigue siendo estrecho.

Pero lo peor no es eso, lo verdaderamente terrible es el espantoso olor a pies generalizado. Y es que volar en billetes caros tiene muy poco de glamour, porque la privacidad no existe y estás obligado a identificar los efluvios de las pezuñas ajenas, hasta el punto de que huele tanto que empiezas a sospechar que sea uno mismo quien apesta. Pero no, eran mi vecina de la izquierda y, especialmente, un inmenso señor que tenía a mi derecha. ¿Habrá mejor suerte en los próximos vuelos?

Airbus A340-500, más hermoso todavía.

También resulta curioso el estampado penitenciario de las mantas, con una raya y unos colores sacados de las películas sobre nazis. Un paseo en mitad de la noche por la cabina y ves gente que ha pagado un dineral por ir durmiendo, o dormitando, envuelto en mantas a rayas, sobre un cojín a rayas, en minizulos estrechos y rodeado de carteles en árabe. Curioso.

Los baños… cero. Pero cero patatero. Yo esperaba ver algo bien puesto, con sus cepillos de dientes, sus vasos, sus geles, sus colonias, sus flores decorando… Vamos, un baño propio de una clase Business. Y no, no es más que un baño de Turista con un par de sprays de tónico y de crema. Gran desilusión.

Así no eran....

El vuelo fue tranquilo y puntual, muy buen servicio a bordo, sin atosigar con miles de ofertas, que si esto, que si lo otro, que si el duty free, que si quieres más bebida… No, nos dejaron dormir. El llegar a medianoche a destino, después de haber cenado y dormido porque para uno son las 3 de la mañana, se hace raro. Pero nada, directos al hotel, dos habitaciones individuales, y hasta mañana.

Y a la mañana siguiente es cuando se produce un pequeño milagrito de estos que, a veces (casi nunca, de hecho), dan las compañías aéreas. Cola inmensa para pasar control de seguridad (el segundo del día, es lo que tiene volar a Estados Unidos), el billete de clase Business te evita la cola. Control, quítate los zapatos, deja el reloj ahí, saca el ordenador, pasa por el arco, vístete de nuevo, y Juan Carlos me dice hola. ¿Juan Carlos? Encargado de recolectar las tarjetas de embarque, saludos de rigor, risas y tal… "Déjeme sus tarjetas de embarque otra vez… Señor Conde, aquí tiene, asiento 1K, Primera Clase". Lo que se viene a llamar "free upgrade", o de como pasar de ir en un asiento estrecho a la verdadera cama de la que hablaba antes. ¡Maldita sea, me toca esto en un vuelo de día!

El camarote

Comodísimamente instalado en mi suite individual, voy escribiendo este texto mientras me tomo mi té moruno y escucho el último álbum de Britney Spears. Porque hay una variedad tremenda de música árabe para escuchar, e incluso podría ir oyendo los versos del Corán, pero bah, un poco de Britney siempre viene bien.

A mi derecha, tres ventanillas, un compartimento para revistas, otro para los controles del sistema audiovisual, una pantalla táctil para controlar asiento, iluminación y privacidad, el compartimento donde se guarda una mesa enorme, y al fondo otra guantera cerrada con unos cacahuetes y un botellín de agua Voss. Frente a mí, una pantalla de bastantes pulgadas y mi reposapiés, que hace de asiento en caso de que mi acompañante quisiese comer conmigo (gracias al tamaño de la mesa). Un asiento de cuero de considerable anchura, y unos tabiques separadores para privacidad a mi izquierda completan el "camarote". Dentro de los tabiques hay un armario para colgar la chaqueta, en una percha de calidad.

La gran pantalla

He tenido la suerte de ver más de dos y de tres aviones privados de diverso tamaño y pelaje, y si descontamos todo lo que es tipo Boeing Business Jet o las versiones privadas de los Airbus, esta primera clase de Etihad confirma mis sospechas: si hablamos exclusivamente del vuelo, las diferencias con un jet en cuanto a mero confort son mínimas. Es evidente que con un jet personal uno decide a dónde va en cada momento, o como dice la publicidad de una empresa de alquiler de aviones, decides en cada momento quién viaja contigo y quién no (entiendo que mediante la apertura de la puerta y la utilización de la técnica del tío Phil con Jazz en "El Príncipe de Bel Air").


Técnica quizá utilizada en las zonas por las que estoy pasando en estos momentos, pleno Irán enfocando a Teherán tras dejar atrás Shiraz. ¡Qué coño, me gusta viajar y me gustan los aviones!

Tras una comida muy bien servida (con tanta amplitud, como para no), tocó ver una película y pegarse una buena siesta, para ir aclimatando el cuerpo al horario norteamericano. Para dormir se proporciona un pijama negro con el que se adquiere aspecto de artista de hip-hop, pero que es muy confortable también. Asiento en posición cama, al ser un vuelo de día no hay instalación con sábanas y demás, cierre de mamparas, cartel de no molestar, terminar la película, y a sobar mientras sobrevuelas Estonia, o Letonia, o a saber. Y despertar y ver que estás sobre Groenlandia, por ejemplo.

A dos horas de llegar a Nueva York, un pequeño almuerzo del menú a la carta, excelente. Creo que el alcohol lo dejaré para el vuelo de vuelta, que en Business también ponen buenos vinos y champagnes.

New York!

Decía antes que el aseo del primer vuelo era de cero. El de este vuelo es de 12 sobre 10, muy amplio, con buena iluminación, todo negro por dentro con mucho cromado, dos ventanillas, surtido de productos de aseo… Pero sigue faltando la colonia, ¡qué les costará poner un par de sprays!

Queda poco más de una hora para aterrizar, sufrir el calvario de inmigración, que el coche nos lleve al Sofitel de DSK, ducharse y cenar ya metidos en faenas mercantiles. Si este artículo sale publicado, señal de que todo salió bien. Yo de momento me retiro a contemplar el paisaje como si fuese la primera vez que vuelo. O sea, como siempre.
 
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