martes, 10 de noviembre de 2009

Porsche Cayenne Diesel, ejem...

Ayer y hoy el Centro Porsche de Oviedo organiza la Cayenne Diesel Challenge, prueba en la que hay que realizar un recorrido relativamente fijado por la organización en un tiempo máximo y consumiendo lo menos posible. El premio es un teléfono móvil Porsche y un fin de semana en un hotel de lujo disfrutando de un Cayenne... y será dado a quien, a nivel nacional, consiga la mejor puntuación. Yo no pude evitar participar ayer, logrando un consumo irrisorio a una buena media de velocidad, todo a costa de hacer la peor conducción que se puede hacer en un Porsche: circular sin acelerar, buscando inercias, a ritmos ridículos, y en un Porsche con motor de gasoil. El asco, la verdad. Pero me lo pasé bien, que es de lo que se trata, y disfruté del coche como un enano.













Recientemente, el Centro Porsche de Oviedo ha sido agrandado con la anexión del antiguo concesionario de Saab, y en sus instalaciones se muestra ahora toda la gama. Si mal no recuerdo, allí tenían un Boxster S azul, un par de Cayman (uno rojo y otro blanco), tres Cayenne (uno de ellos en versión Transsyberia), un 911 Turbo, un 911 Carrera S blanco, otro 911 Carrera 4S gris oscuro, y un Panamera Turbo azul con interior magnolia. Viva la crisis, vamos... Quedó demostrado ante mis ojos que el 911 gris oscuro con interior en un color de contraste (en este caso un tono rojizo) sigue siendo realmente bonito, especialmente con la última evolución que redondea aún más la trasera, así como que el Cayman es considerablemente más atractivo que el Boxster pese a no ser descapotable, que los Cayenne son descomunales, que el Panamera es una auténtica brutalidad, y que todos ellos dan, incluso en parado, una sensación de solidez absoluta que no transmite ninguna otra marca. No sé si son los plásticos, el tacto de los asientos, la firmeza de éstos, el hecho de que los volantes no se muevan un ápice, o qué exactamente, pero se sienten como coches definitivos. Así hay que pagarlos luego, claro está.













Una vez hechas las presentaciones, un buen catering nos esperaba a los frikis que ahí estábamos dispuestos a darlo todo… perdón, a no dar nada de nada, en busca del menor consumo posible. Tras explicarnos la prueba y tomar algo, cada participante fuimos acomodándonos en nuestros respectivos coches e iniciando el recorrido. Evidentemente solos, sin instructores ni nadie ahí "molestando", con lo que se podía intentar el consumo mínimo... o directamente llevarnos el coche al recorrido que se nos ocurriese y probarlo. Lo que pasa es que el premio apetecía, como apetecía ver de qué sería capaz el coche en conducción absurda, pero ahora me he quedado con las ganas de haberlo metido en caminos, canteras, maizales o patatales, aprovechando la lluvia para lavarlo antes de entregarlo.

¿Qué decir sobre el vehículo en cuestión? Para muchos, la muerte de la marca Porsche como fabricante exclusivo vino con la llegada del Cayenne. Consolaba el hecho de que sólo lo hubiese con motores V8 de tanta potencia como sed de gasolina, pero el tema no gustaba a muchos románticos para los que, por lo visto, la existencia de un todo terreno de la marca anulaba las excelencias de los 959, 928, 993 Biturbo, etc… Bueno, románticos ha habido siempre… Pero luego llegó el V6 con su motor extraído de un Volkswagen Golf, y cuando parecía que la cosa no podría ser peor, acabó cayendo el diesel, que además se convertía en el modelo de menos potencia de toda la gama Porsche, con sus “escasos” 239 caballos. Pobrecillos románticos, qué úlceras gastroduodenales más terribles debieron de sufrir.
















Porsche Cayenne Diesel, se llama. Motor de seis cilindros en V alimentado con lo que sale de las mangueras negras de las estaciones de servicio, por no llamarlas gasolineras y alimentar aún más el fuego fatuo de los porschistas (no confundir con los porchistas, que son los que se pasan la tarde en el porche de la casa tomándose algo al sol). Un vehículo lógico dentro de una gama de coches ilógicos. Un coche de persona, aunque sea de una persona capaz de fundirse 80.000 euros en uno. Y es que ese es el valor aproximado de los coches que la Challenge Cayenne Diesel ofrece a sus participantes, a base de equipamientos consecuentes con lo que se lleva: llantas opcionales más hermosas, pinturas metalizadas, climatizadores (sí, opcional en un coche de este calibre), navegadores, asientos opcionales en algunos casos, etc… y las pegatinas más vergonzantes del mundo, que dejan claro a los demás que uno va en un Cayenne Diesel. Bueno, Porsche es experta en hacer estas cosas, como cuando sacó el 996 Carrera 4S, que no era más que un Turbo sin turbo, más lento que un Carrera normal, muchísimo más caro, que parecía un Turbo por delante y cuya exhibición ante conocidos solía incluir la frase “No, no es un Turbo, lo parece pero no lo es, y éste es mi Rolex falso”.














De verdad, que no es un Turbo…

Como digo, pese a estar todavía arrepintiéndome de ello, me limité a buscar el consumo más bajo a la media de velocidad más alta. Creo que con una media de consumo de 8,3 litros a los 100, a una media de velocidad cercana a los 70 km/h, en un recorrido de algo más de 70 km de ciudad y autopista (mucha más autopista que ciudad, claro), es una buena media. Una buena media para pegarse un tiro nada más aparcar, evidentemente, pues la única manera de lograrla consiste en no acelerar y aprovechar todas las inercias que el coche alcanza, gracias en parte a su elevado peso. Ver el ordenador marcar un consumo de 8,1 fue simpático, aunque me habría gustado ver una cifra menor que 8. Imposible, no encontré una cuesta abajo lo suficientemente larga. Y como después de bajar siempre suele tocar subir, pude confirmar lo que me temía, y es que el coche gasta eso sin acelerar, pues en cuanto pisamos ligerísimamente el pedal del gas (que es como lo llaman muchos para no decir acelerador), la media sube que da gusto. Resulta curioso ir a 8,2 y ver como, tras cincuenta metros de subida, nos movemos a 8,4. A ritmos normales y con un uso racional de los pedales, imagino que el consumo fluctuará entre los 8,5 y los 12 litros, como es lógico.













Con este sí que vas a una parada…

Lo que pasa es que resulta bastante extraño hablar de consumos con un coche que, no lo olvidemos, es todo terreno, es carísimo y es Porsche. Extraño y ridículo. Este coche ha de ser un coche de gozo y disfrute, no de ahorro. ¿Seguro? ¿Por qué no va a ser un coche de ahorro? Lógicamente, no veo a nadie que se interese por el V8 del Cayenne S, ya no digamos por el del Cayenne Turbo, preguntando por el diesel, pero qué sentido tiene ahora el V6 de gasolina. Ninguno, a mi entender. El Cayenne Diesel arranca como un gasolina, sin más. No hay agites, no hay sobresaltos, no hay vibraciones y, sobre todo, no hay ruido. Desde fuera quizá haya quien aprecie un sonido de motor de gasoil, pero no habiendo absoluto silencio alrededor esto a mí me resulta imposible. Porque no suena más que los taqués de cualquier cuatro cilindros de gasolina, estando a años luz del motor D5 de Volvo, por poner un ejemplo, no digamos ya de los cuatro cilindros TDI habituales.

Iniciar la marcha, acelerar por ciudad, circular normalmente… los 100 kilos que he leído trae el coche en aislamientos se notan precisamente en eso: en hacer que sea el motor el que no se note. Las aceleraciones son buenas y las recuperaciones fantásticas. Evidentemente no hablamos de un coche de 500 caballos, pero en una conducción normal nadie necesita más prestaciones. No hay ninguna vibración, y no se siente ese murmullo espantoso de los diesel al acelerar desde abajo, como no se siente una mecánica pesada. El cuentavueltas pasa a ser un indicador totalmente secundario, ya que la caja automática Tiptronic lo hace todo por nosotros de forma correcta. Puede ser utilizada manualmente, bien con la palanca o bien con los botones. Botones absolutamente inútiles e ilógicos, en los que para subir marcha hay que pulsar hacia arriba donde pone el símbolo de menos, y al contrario para bajar de velocidad. Como con la palanca el funcionamiento es perfecto, prefiero quedarme con ésta.














¿Alguien cree que este coche no es estable en autopista o carretera? Alguno habrá que siga creyendo que es imposible que un coche tan alto y tan pesado vaya como un buen compacto. Efectivamente, tratándose de Porsche es imposible. El coche va muchísimo mejor que todos los compactos juntos, como no podía ser de otra manera. Es estable como una berlina, cómodo como un Citroën si configuramos las suspensiones del Porsche en modo “confort”, ágil como cualquier utilitario diesel, silencioso como todo coche de gran lujo, más capaz que los familiares habituales… Y puede salir de la carretera, evidentemente. Salir e ir muy lejos, de hecho, mucho más lejos que otros SUV de lujo. Y por ciudad resulta exquisito, muy suave y progresivo, amén de silencioso. No es un Mercedes S500, evidentemente, pero tampoco hace falta exagerar tanto para calificar al coche.













Iba a decir que Porsche había logrado hacer el coche más completo del mundo, cosa que siempre he considerado que es el Cayenne, con la mecánica más lógica, pero no me atrevo. Y no me atrevo porque yo sigo prefiriendo el V8 de la versión Transsyberia, evidentemente, y porque cada comprador sabrá lo que necesita y/o quiere. Pero el funcionamiento de este Cayenne Diesel es absolutamente delicioso y lógico para quien busque un SUV normal. Que es bastante estúpido gastar 80.000 euros y andar mirando el consumo… puede ser. Pero es que este Porsche funciona tan sumamente bien que, como anda más que suficiente y encima gasta relativamente poco, a uno le hace preguntarse “¿y por qué no?”.

Porsche Cayenne Diesel. Como digo, unos 80.000 euros una vez equipado correctamente, aunque de serie ya venga con cuero y caja automática. ¿Por qué no? Pregúntenles a todos los que se ven por ahí con los ML 320 CDI por qué no compraron el ML 500.

lunes, 2 de noviembre de 2009

BMW 535i GT, jet privado

“¡De p*** madre!” Pocas veces había escuchado yo esa expresión dicha de forma tan sincera como cuando el otro día le pregunté a mi amigo Javier sobre cómo se iba ahí atrás. Bajábamos hacia Somió, que es un área bastante pija de las afueras de Gijón, yo iba conduciendo, y él cada vez se repanchingaba más en su asiento individual de regulación eléctrica. Íbamos en un BMW 535i Gran Turismo, que es otro de esos coches espantosos fabricados por BMW (no, no voy a poner el tópico de la marca bávara o la casa de la hélice para evitar repetir las siglas, me niego), que duele mirar pero ante el que uno no puede sentir más que admiración, y que con el tiempo acaba gustando.














El pasado jueves se inauguraron las nuevas instalaciones de Triocar, concesionario BMW en Gijón. Fue una fiesta agradable y bien amenizada, que incluía un cura para bendecir el local (lo siento, me siguen extrañando esas cosas), además de un catering lo suficientemente bueno. Es curioso que, pese a estar entre supuesta gente de dinero, ésta se siga abalanzando sobre las bandejas de canapés y de empanada, haciendo también desaparecer a velocidad asombrosa los platos de jamón serrano, aprovechando que es gratis y es la hora de cenar. Pero la fiesta estuvo bien, me regalaron una botella de vino, se dejaron ver los X1 y Serie 5 GT, había personas disfrazadas de seres extraños haciendo burlas, malabares y demás, buena música… y un excelente trato por parte de los organizadores, tanto como para permitirnos probar al día siguiente las dos novedades.

Del X1 poco más puedo añadir a la toma de contacto. El coche me sigue gustando, pese a que encontré la banqueta trasera realmente incómoda. Me gusta tanto que creo que me compraría un Tiguan y ahorraría esos diez mil euros de diferencia. El motivo por el que estábamos allí la tarde del viernes era otro, de color negro, con tapicería en un tono marrón rojizo, y con un motor tan grande como el coche. Y es que el Serie 5 GT, pese a tener un cierto parecido con el Tatra checoeslovaco de los años 30, es tal barbaridad de vehículo que su atractivo se hace innegable.










Como digo, la unidad que probamos era negra como una cucaracha, y estaba equipada a más no poder. Los asientos delanteros de confort con miles de regulaciones eléctricas son una maravilla, aunque uno tiene la sensación de que eso ya lo ha visto en un coche similar comercializado hace años por una marca francesa (ejem…). A ellos se sumaban asientos traseros individuales con regulación eléctrica, cortinillas parasol también eléctricas, techo panorámico, un navegador con una pantalla gigantesca, dos pantallas de televisión detrás, todo tipo de sensores para todos los automatismos posibles, ruedas descomunales, unos de los mejores faros que he probado jamás, una cámara de visión trasera que me parece incluía cámaras de visión perimetral, un buen equipo de audio, y seguramente algún que otro dispositivo que pasa desapercibido a la vista, pero que mejora (y encarece) el conjunto. Ah, y una iluminación interior maravillosa. El coche en cuestión pasaba de los 100.000 euros, y se sentía como tal.













Igual valen hasta para ir viendo porno…

Las puertas no tienen marcos para las ventanillas, lo cual resulta extraño en un coche tan alto como un SUV. No abren como las de un Serie 7, todo sea dicho, pero parece lógico tratándose de un producto supuestamente inferior. Y digo supuestamente porque más que inferior, el coche es diferente, como diferente resulta su portón posterior. Accionando el tirador de la izquierda, disponemos de una apertura de portón clásica que deja al aire un maletero que se me antoja pequeño, pero al que no veo forma de ganarle espacio. Dicho portón, se sujeta con los amortiguadores más gruesos que jamás he visto en un coche. Si abrimos usando el tirador de la derecha (ambos ocultos sobre la matrícula y eléctricos, no vayan a imaginarse unas manillas por ahí saliendo), sólo se abrirá la parte vertical, dejando el habitáculo aislado del exterior y proporcionando una imagen curiosa, por no decir espantosa. El acceso al coche es muy cómodo, pues queda a una altura perfecta para que no haya que agacharse ni trepar, y una vez dentro la altura libre al techo es excelente.













Lo del maletero


El motor del 535i es un seis cilindros de 306 caballos, y va unido a una imperceptible caja de cambios automática de nada menos que ocho velocidades. Porque lo pone la información del coche pues, como digo, pasa totalmente desapercibida. Es un motor impresionante que responde de manera bastante lineal, pese a tratarse de una mecánica sobrealimentada. Evidentemente no es un V8 en términos de suavidad, pero casi lo consigue. Su sonido sólo está presente en las aceleraciones fuertes, y siempre de forma muy filtrada y lejana. El coche está tremendamente insonorizado.

Ciertamente pesa una barbaridad, y la postura de conducción es más elevada que en un turismo normal. Quien haya viajado alguna vez en un Renault Vel Satis habrá notado, además de los ya mencionados asientos delanteros con miles de regulaciones, que el coche balancea en demasía y se siente torpe. Por eso, se podría pensar que el comportamiento del Serie 5 GT fuese a ser similar. Nada más lejos de la realidad. Teniendo en cuenta dos motivos fundamentales, como son el hecho de que el coche es tracción trasera y que lo fabrica BMW, pensar a priori así es pensar mal. Uno ha de imaginarse que el coche será todo lo ágil que le permita su tamaño. Y luego pasa lo que pasa, y el coche nos sorprende a todos como pocos lo han hecho hasta ahora. Es un vehículo alto y grande, sí, y extremadamente silencioso, pero que consigue transmitir una cierta sensación de velocidad más que agradable en autopista, manteniendo la estabilidad de la mejor de las berlinas, y que sube los puertos de montaña con una facilidad y agilidad pasmosas. Y frena, que es importante.












El comportamiento es espectacular, sin más. La dirección es tan directa en curvas como ligera en ciudad, la mecánica siempre está disponible, no hay movimientos extraños de la carrocería, y todo ello se hace disfrutando de charlas agradables dentro de un habitáculo extremadamente amplio. Pablo, sentado también atrás junto con Javier, dijo que nunca se había subido en un jet privado, pero que no debería de ser muy diferente a viajar en este 535i Gran Turismo. Y tiene razón. De hecho, hay jets privados más incómodos. Mucho más rápidos, pero más incómodos, y la mayoría suelen pecar de ruidosos.













Circular por ciudad no se hace complicado, salvo que uno tenga aversión a los coches grandes. Habituado a maniobrar entre el tráfico un Volvo XC90, este BMW se siente más ágil y sencillo de conducir, como si fuese una berlina más. Pero no lo es, no es una berlina… es la berlina. En estos tiempos de familiares levantados con defensas plásticas, coupés todo-terreno de cuatro puertas, berlinas deportivas agachadas, y suspensiones tremendamente secas se vaya donde se vaya, el BMW Serie 5 GT se muestra como el coche perfecto para viajar. Porque encima, por lo visto, no gasta en exceso.













Pero yo sigo sin encontrar motivos para comprar uno. El ejecutivo de banca bien pagado se va al Serie 5 berlina. El empresario ya de cierta edad y gustos clásicos optará por el Serie 7 y su condición de lo máximo. No es difícil adivinar que el constructor preferirá el SUV, al igual que las esposas de los empresarios o de la gente de más dinero, y es que el todo-terreno sigue siendo lo más dominante de la carretera y de la ciudad, y “si voy a esquiar…”. ¿Quién querrá un coche que mezcla a la perfección todas las características de esos modelos? Puede parecer que esa pregunta tiene una respuesta obvia, pero yo sigo sin verlo. No tiene cinco plazas, se va alto pero no en todo-terreno (aunque luego no se salga del asfalto), para ser cuatro plazas el maletero es pequeño (aunque luego no se llene nunca), no es “deportivo” como el X6 (aunque luego se conduzca igual), y es una auténtica cucaracha con ruedas. Bueno, y tampoco es un Porsche Panamera, claro.












Me gusta, me apasiona, me parece magnífico, pero nunca me lo compraría aunque lo mire con deseo cada vez que lo veo, y aunque probarlo haya sido una experiencia estupenda. Es un coche perfecto… pero no lo quiero tener en mi garaje. Es perfecto porque es amplio, cómodo, silencioso, ágil, rápido, seguro, directo, moderno, diferente… BMW se la juega sacando un Renault Vel Satis de superlujo y mejor fabricado. Supongo que sabrán a quién se lo van a vender. Motivos para no comprarlo, si se busca un coche caro para circular por carretera, sencillamente no hay, pero yo sigo sin verlo.

BMW Serie 5 Gran Turismo, disponible en varios colores sin que ninguno logre disimular su aspecto, desde 60.000 euros. Barato si lo comparamos con un Serie 7, pero que se pone en 100.000 a poco que nos pasemos equipándolo. Un jet privado, sin más.
 
free web hit counter