miércoles, 26 de febrero de 2014

El mejor peor coche del mundo

Sucedió que tenía unos compromisos familiares la semana pasada, por lo que no hubo más remedio que alquilar un algo en el que mover a gente, ya que cuatro personas en una moto, más con el frío que hizo aquellos días (por no hablar de los diluvios contra pronóstico que hacían subir el nivel del Mekong casi 5 metros de un día para otro), y todavía más teniendo que carretar cosas de aquí para allá, como que no.

En resumen, que como todavía no me he comprado nada (pese a la lata que sigo dando), me fui al concesionario Ford a alquilar un algo, y he aquí la presentación de la cacharra. Lo más inmundo que ha existido jamás.
 
 
Ford Ranger viejuno. Edad indeterminada, kilometraje superior, estado deplorable.
Como características especiales de esta unidad podemos destacar:

- Pintura metalizada azul eléctrico
- Aletas despintadas
- Bordes de las puertas despintados
- Gomas de las puertas que se caen
- Holgura de no menos de 30 grados en el volante
- Tapicería de plástico
- Suelo que ya no se limpia ni dándole con la Karcher de la de roña que tiene
- Equipo de audio con una estación de radio y sonido indefinido
- Olor a Ford viejo
 
En una de las carreteras de por aquí

La conducción es tremendamente asquerosa. El coche fue bautizado como Lamfordhini dada la dureza extrema de su pedal de embrague, acompañada por una caja de cambios de recorridos cortos y relativamente precisos, que hace que uno ensoñe y se crea a bordo de un LM002. Mejor dicho, se imagine estar conduciendo esa maravilla de consumo desaforado, para evitar la realidad de ir subido en la bazofia fordiana.

  Al fondo, moto con capacidad de carga propia de furgoneta.
  
La vibración al arrancar no es nada comparada con el meneo a todo el vehículo que provoca el apagado del motor. Motor de cuatro cilindros, "gazoile", y de potencia inexistente. Y es que el coche parece movido por una pulga dando pedal, generando unas prestaciones despreciables (como la pulga).

En ciertas maniobras uno ha de recurrir a poner tracción total si quiere que el coche salga, pues curiosamente con la tracción total conectada parece como si el coche echase a andar antes. La reductora la probé en una ocasión, siendo totalmente prescindible para el uso que le di al artefacto.

En el interior podemos destacar tres cosas, una de las cuales le convierte automáticamente en el mejor coche del mundo, pese a ser el peor coche del mundo.

Lo primero es la plasticudez de todo ello.

 
El cuadro de mandos se ilumina con bombillas verdes, que realzan la raja que atraviesa el cristal del velocímetro. Da todo muchísimo asco, pero al menos tiene elevalunas eléctricos bastante rápidos (y en las cuatro ventanas), un aire acondicionado que enfría la de dios, una calefacción aún más potente, y... nada más.

La segunda es el freno de mano bajo el volante, muy furgonetil ello.


Pero lo que resulta definitivo es un detalle que no he visto en muchos coches, que digamos. Al abrir las puertas, se enciende el plafón del techo. Normal, vamos. Pero es entonces cuando cerramos las puertas y aparece la maravilla de las maravillas, que represento gráficamente mediante foto full-hd iPhone del clausor de la llave. Observen:
 
¡Una bombilla!

Sí, el contacto va iluminado para que uno sea capaz de encontrar el bujero en el que meter la llave en la oscuridad de las noches laosianas. No contentos con ello, los ingenieros fordianos instalaron otra bombillita junto al pedal del acelerador. Se desconoce la utilidad de esta última, salvo que sea para iluminar la alfombrilla de plástico y cómo se dobla ésta bajo el acelerador, restando aún más potencia al artefacto. Eso sí, la bombillita del contacto es el lujo. ¡Lo mejor del mundo!
 
Aparcado al lado de casa, destacando su azulitud

El coche tiene, como he dicho, una conducción asquerosa. Por carretera laosiana es rebotón hasta el extremo, y aunque delante la cosa no pase de la incomodidad propia del auto, en los asientos traseros el asunto se vuelve peliagudo, llegando a marear en trayectos cortos por ciudad. A poco que se bachea la carretera o la pista, se sienten movimientos en todos los sentidos desde la caja trasera. Es como si todo el chasis se retorciese, cada larguero para cada lado. Por pistas bacheadas la situación es insostenible, y los meneos te dejan los órganos internos totalmente patas arriba.

La culera se siente muy ligera, tremendamente ligera. A ritmos relativamente elevados por carretera de gravilla la seguridad es nula, si bien compensa el natural sobreviraje en apoyo con un inicial y constante subviraje. Vamos, que se va. Hacerlo derrapar es sencillo, pese a la nula potencia, por la cortísima primera velocidad y el nulo agarre trasero. Tampoco es que sea muy útil el derrapar, pero levantas polvo, haces ruido, y mola.


La altura libre al suelo es elevadísima, no siendo correspondida con una altura interior. El coche se parece mucho al Mitsubishi L200 que teníamos en la oficina en Bagán, Birmania, tanto en postura al volante como en guarrindonguería del conjunto. Al ir los asientos muy cerca del suelo del coche, y estar el suelo de la calle muy lejos, no resulta sencillo bajarse, por no nombrar la facilidad con la que uno se mancha toda la pernera.

Los frenos parecían frenar más o menos lo suficiente, y la cosa no va más allá. La iluminación es ridícula, no se ve nada de nada aunque tampoco es que uno vaya rápido. Pude comprobar que el techo no calaba, lo cual siempre es una buena noticia. Buena capacidad de carga trasera, siempre esperando que a uno no le roben lo que allí vaya.

Y poco más que decir. El alquiler costó la friolera de 65 dólares diarios, y en los 400 kilómetros o así que le hice consumí gasoil por un total de 350.000 kips, que no sé si es mucho o poco, pero haciendo cálculos rápidos sale a unos 10,5 litros a los 100. A modo de referencia, la moto me gasta 2 litros a los 100.

En un poblado de la etnia Hmong

El coche fue devuelto al concesionario, donde me enseñaron el nuevo Ranger en acabado Wildtrack. Muy bonito, pero me cuesta imaginármelo entero una vez habiendo recibido el uso y maltrato de éste que yo conduje. Y sale por 48,000 USD, que ya es precio del Hilux más potente y equipado.

Conclusión: es todo una mierda, y lo que no lo es, no sólo sale caro sino que plantea serias dudas de durabilidad.

 
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