lunes, 12 de noviembre de 2007

Límite de velocidad I

“Yo, a los que cojan por encima de 120, que los metan en la cárcel”.

No se asusten. Tampoco se rían. Esa opinión tan incorrecta gramaticalmente la escuché yo anoche, y encima refrendada por otras dos personas incapaces de entrar en razón. Menuda pandilla, ¿y esa gente puede conducir? Y lo que es peor, ¿esa gente puede opinar? Hombre, por poder… Todas las opiniones son respetables, o eso dicen algunos. Yo lo dejo en que todas las personas son respetables. Ahora bien, las opiniones que parten de una ignorancia absoluta, aliñadas con intolerancia y nula capacidad de escucha y comprensión, son tan respetables como un kleenex usado, que no sirve ni para reciclar el papel. O tienen la validez equivalente a la trascendencia periodística de los “breves” del 20 Minutos.

“Si no se puede pasar de 120, que limiten los coches”.

Otra perla magnífica. Pero no se queda allí, sino que la cosa va in crescendo hasta el punto de pedir 20 años de cárcel, retirada del carnet de por vida, requisado del coche y subasta pública a beneficio del Estado… Digo yo que, ya puestos, se podría solicitar un derecho de pernada sobre descendientes femeninas en mayoría de edad, previa certificación de buen ver, a ser posible.













Pongámonos en situación. En un canal de televisión salen unas imágenes de dos macarrillas circulando a casi 200 kilómetros por hora en unas carreteras de mierda que atraviesan pueblos. Llegado este punto de indignación, es imposible justificar cualquier conducta que se pudiese asemejar a la de estos individuos. Aunque luego resulte que no tenga nada que ver, ni por velocidad ni muchísimo menos por circunstancias. Amigo, ha caído en la trampa, y diciendo la más mínima frase posible positiva sobre una parte del tema, ha pasado al otro lado: es Usted un delincuente.

Don Categórico López es un personaje muy curioso. Se parece a Don Perfecto, de quien ya he hablado en otra entrada, pero al contrario que éste, lo cierto es que una ignorancia galopante le rodea en la mayoría de los temas que aborda con su contundencia absolutista de opinión. Porque sí, Don Perfecto resultará odioso, pero generalmente es un tipo inteligente y cultivado, al que pierde su incompatibilidad con uno mismo y el cachito de envidia que genera por su vida perfecta. Don Categórico no genera ninguna envidia, y sus consideraciones en realidad nunca llegan a trascender más allá del momento en el que se emiten (generalmente a gritos) durante el fin de semana.

Para Don Categórico, alias “el legal”, el límite de velocidad es sagrado. Mejor dicho, es ahora sagrado. Antes… bien podría atravesar España de Norte a Sur en menos de 10 horas. También es sagrado el uso del cinturón de seguridad, aunque detrás no siempre se lo ponga ni mucho menos lo hiciera antes de que hubiese la posibilidad de la multa por ello. Y por descontado, tolerancia 0 al alcohol al volante, de boquilla. Y digo de boquilla porque hasta hace nada bien que bebía en las comidas y en las cenas antes de conducir camino a casa, y no es raro verle a él y sus semejantes en ciertos festejos beber sin problema alguno, aún teniendo que conducir, e increpando al que no bebe con el clásico “por esto no das positivo”. Pero en una tarde de domingo en la que todos nos volvemos más papistas que el papa, ellos nunca hacen ni han hecho ni mucho menos harán todas esas cosas.















Ahí, arreglando el mundo como quien dice...

Luego te encuentras con la realidad del octogenario a 150 por una autopista. Con la del radical circulando bien por encima de los límites en las autopistas extranjeras. Con la del santo habiendo estrellado un coche, con años de experiencia, y sin idea alguna de conducir de forma correcta. Eso sí, ellos son buenos, y si uno deja entrever que ha circulado a casi 200 kilómetros por hora por una excelente autopista despejada, se convierte en el delincuente.

No seré yo quien defienda a toda esa panda de energúmenos al volante que se creen con derecho a todo, que circulan como todos hemos visto bien en televisión, bien en directo. Ni mucho menos. Nunca podré darle la razón a quien se va “de tramo” y avasalla a cualquier cosa que se encuentre en las carreteras, o a quien va zigzagueando entre coches por autopistas sobrecargadas. Y sí seré el primero en crucificar a esa gentuza, generalmente malnacida, que se marca sus carreritas de mierda en ciudad. Pero hay algo que no soporto: la hipocresía del moralista categórico. Porque, además, sé que lo que digo es cierto. Si a esa hipocresía añadimos la necesidad de dar la última palabra y finalizar con razón la discusión apoyándose en la edad y la supuesta experiencia, comprendan que pase de la rabia al más absoluto de los desprecios. Y si pongo “supuesta experiencia” lo hago porque hay gente que nunca aprende, sin que ello sea algo grave. Lo grave es cuando, pese a no haber aprendido nunca, se siga insistiendo en valorar esa experiencia.













“Habría que limitar los coches”.

Claro, claro….. los de los demás, no los suyos. Esto es como el comunista al que le jode que el Estado le confisque la bici. Si cuando la DGT dice “no podemos conducir por ti” tiene toda la razón del mundo, aunque muchos se empeñen en que alguien conduzca por ellos mismos. Resulta patético escuchar a alguien supuestamente entendido en informática, dudar de la existencia de limitadores electrónicos de velocidad. Y lo que es más, dudar de la posibilidad de saltárselos. Pero en realidad provoca pavor oír a la gente pedir limitaciones en sus coches y un control brutal por parte del Estado para el cumplimiento de la Ley.

Siempre he abogado por el cumplimiento de las normas de tráfico, pero desde la conciencia de cada uno. Quizá haya gente que nunca vaya a aprender, como cierto personaje de un foro de automóviles que, no contento con haber destrozado dos coches en sus escasos meses de experiencia con carnet, sigue empecinado en protestar contra los límites de velocidad y emitiendo juicios de valor sobre las demás normas. Es algo que está ahí. Desde luego que cualquiera podría pensar en esa limitación obligatoria como una solución para esta gente, pero la realidad es que sería inefectiva. Sencillamente hay gente a la que no se le debería permitir conducir, pero eso no tiene nada que ver con que en ciertas ocasiones se estruje el coche, o que bajo determinadas circunstancias se circule más rápido de lo permitido.

La coherencia en las normas y en su aplicación, y la firmeza en la aplicación de castigos es lo que ha de restaurar la autoridad que parece estar perdida. Equiparar a quien circula por una buenísima autopista vacía a X velocidad, con el gamberro que hace carreritas por las rondas de circunvalación, mientras tenemos túneles más estrechos con un límite de velocidad superior al siguiente (más ancho), escasísimas patrullas circulando por las carreteras, nulos radares en carreteras de doble sentido, o límites de velocidad fijos independientemente de las circunstancias, hace que la confianza en esa autoridad caiga. Y caiga hasta el punto en el que Don Categórico abogue por un Estado Policial más propio del 1984 de Orwell.





















Y eso asusta. Porque Don Categórico “Legal” de Findesemana y López no piensa realmente lo que dice. Y lo que es más grave, habla sin saber. Para él, circular a 120 km/h por una autopista es lo legal, aunque diluvie, o aunque lleve a alguien detrás con prisa yendo por el carril izquierdo. A fin de cuentas, ellos son los únicos con derecho a exigir de los demás por el mero hecho de ir cumpliendo una norma. Cuando tú cumples las otras normas por convicción personal pero cometes la imprudencia de saltarte una, bajo unas circunstancias determinadas en las que el mismo Don Categórico también se la salta, no puedes llevarle la contraria. Para ellos, la tolerancia y la convivencia con los que en un determinado momento no se ajustan a sus convicciones, debe de ser inexistente. Y eso les pasa en todos los ámbitos de su vida. El problema es que en la carretera corremos el riesgo de matarnos. Y no daré yo más razón al que incumple que al "legal", pero tampoco pondré por encima de todas las cosas a la norma estricta y concisa, cual clásica jueza en casos de discriminación positiva.

Porque hay que limitar los coches, y poner penas de cárcel al que corra. Imagino que a quien adelante en línea continua habrá que decapitarle. Y si alguien hace un Stop como un Ceda el paso, será merecedor de la expropiación absoluta de todos sus bienes. Luego que nadie mencione otras medidas, como limitar el número de metros cuadrados de los apartamentos en relación a la gente que en ellos vive, confiscar viviendas vacías, limitar el número de trajes, zapatos, estilográficas o perfumes. Claro, esas cosas no causan muertes, podrán argumentar. Que lo argumenten. Yo prefiero decirles las cosas que deben de escuchar y criticarles, aunque luego lo haga con más fuerza frente al inconsciente de las carreras.

El problema de Don Categórico es el mismo que el de los límites de velocidad: el extremismo y la inmovilidad. Unos por creerse por encima del bien y del mal, y otros por no poder adaptarse a las circunstancias reales de cada situación. Los segundos tienen una solución: aplicación de límites variables que tengan en consideración la densidad del tráfico, el clima y las características de la vía, apoyados por una mayor firmeza en la aplicación de las penas. Para los primeros, por desgracia, no creo que haya solución. De hecho, si alguno ha empezado a leer este artículo, es probable que no llegue hasta el final y termine cerrando la página. Igualito que esos a los que tanto critican. Igualito que cuando ellos tiran la piedra y esconden la mano.

2 comentarios:

countach dijo...

Buenas tardes.

Quisiera dedicar estas fotos a todos éstos hijos de puta de los que hablas.

http://tinyurl.com/ypjgsw

http://tinyurl.com/23vvpa

Saludos.

Anónimo dijo...

En un pais en que la gente hace ostentación de sus años de carnet como prueba absoluta e irrefutable de su experiencia al volante es inutil esperar que cualquiera de las medidas que propone vaya a funcionar. De echo es inutil esperar que cualquier medida vaya a funcionar. Bueno, una sique funcionaría, limitar (y no se me echen al cuello por favor) la posibilidad de conducir ciertos coches sin la obtención previa de un permiso específico.
Y con ciertos coches me refiero a cualquier cosa mas grande y peligrosa que un Opel Corsa de 60 cv. Al fin y al cabo para moverse cuatro adultos no hace falta mas.

 
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