miércoles, 6 de abril de 2011

Lao Airlines

Lao Airlines es la compañía aérea nacional de la República Popular Democrática de Laos, como era de esperar al ver el nombre. Tampoco es que haya volado muchas veces con ellos, pero puedo decir que conozco el 50% de su flota, que se compone de dos tipos de aviones: uno de origen francés llamado ATR-72 (ATR de aterriza, y 72 que deben de ser los asientos, esperemos que no sea el año de fabricación), y otro que al parecer es una copia china, llamado MA-60, con un aspecto que realmente da a entender que han terminado el avión en la terminal, antes de despegar, con alguna pieza que había por ahí (sobre todo en la trasera).

Aparato volador chinorri con ruedas que salen de donde los motores

Yo no es que no me fíe, pues en realidad es una buena compañía con buenos registros de seguridad, puntual, eficaz y no excesivamente cara (esto es, comparada con Air France o Iberia cuando no tienen ofertas). Pero para mis vacaciones me dio por elegir Bangkok Airways, por cuestiones de horarios. El vuelo de Lao de Luang Prabang a Bangkok sale demasiado temprano, la verdad, y madrugar en vacaciones como que no. Pero llegó la temporada de quema de campos y bosques, actividad tan popular en Laos como la república, y el cielo de Luang Prabang se cerró, quedando cubierto todo por una densa capa de humo, cenizas, cosas negras volando, y nubes. El horror.

Tan horror que Bangkok Airways tuvo la amabilidad de cancelar sus vuelos en llegada a LPQ (que es el código del aeropuerto de Luang Prabang), con lo cual, si no hay avión en tierra, tampoco hay vuelos a Bangkok. Así que ahí estuvo la agencia de viajes con la que trabajamos, y se reservó un billete con Lao Airlines, con un descuento de 100 dólares sobre la tarifa, por motivos que desconozco. Y otra vez con Lao Airlines.

La moza tenía novio...

La puntualidad es ciertamente curiosa. En realidad salen puntuales más por casualidad, pues este vuelo es famoso por salir en cuanto más o menos todos los pasajeros están allí, ya listos. A veces a las 07:10, otras a las 07:20, pocas a las 07:30 oficiales. Pocas excepto hoy. Bien.

El trayecto dura algo menos de dos horas. El aparato de hélice hace un ruido de guerra, vuela no muy alto (según el comandante, “a dieciocho pies”), y por dentro resulta bastante cómodo, en el sentido de que la pierna que va pegada a la pared no ha de ir doblada hacia dentro o apoyada en una especie de escalón inútil, como pasa en otros aviones pequeños. Hay clase Business, pero como la puerta de acceso está detrás, los asientos Business son las últimas filas. La diferencia consiste en una funda de tela roja, con sus volantes de ganchillo, cubriendo la tapicería de poly-piel del asiento, muy cómico. Imagino que no sentarán a nadie al lado, pero no lo puedo asegurar. Pagar Business en este vuelo es tan ridículo como hacerlo en un Madrid – Asturias.

Caja sorpresa

¡Tachán!

A mitad de camino sirven una especie de piscolabis, en su correspondiente caja de cartón. Suele ser una especie de bocadillo en bollo dulce, un pastel de bizcocho, y una fruta troceada. De beber, Pepsi, agua, la bebida de naranja de la marca local (terrible), y puede que alguna otra cosa que yo no he visto nunca. No es del todo malo el catering, ojo, los he visto peores. En el vuelo de Luang Prabang a Vientiane dan un vaso de agua, precintado y tal, pero vaso de agua. Iberia, toma nota.


Las azafatas son agradables. No, perdón, la azafata es agradable. Por motivos que desconozco, pero que harían feliza a la ministra de la igualdada, siempre he visto una azafata y un aeromozo (que va vestido que parece el comandante, con gorra de plato y todo). Hay un material de lectura con curiosos artículos y una buena cantidad de errores tipográficos muy simpáticos, instrucciones de seguridad, la bolsa de papel por si uno se pone malo, y dan una toallita refrescante que siempre viene bien.

Y el tiempo se pasa volando (lo siento, no he podido evitarlo), y si uno se aburre, saca la cámara de fotos y captura la hélice con las nubes. Lo cierto es que me gusta volar…


El aterrizaje en Bangkok es normal, sin novedad, aunque la frenada es escasa y rápidamente nos salimos de la pista. Una mirada hacia atrás, y ahí vemos aterrizar un Jumbo de transporte de mercancías, hay que quitarse de en medio pero ya. Al aparcar en el aeropuerto, junto a un Boeing 777 de Qatar Airways, da un poco la risa floja, pero cuando ves los ATR en el aeropuerto de Luang Prabang junto a los jets privados, parecen incluso grandes. Autobús, y para la terminal. Todo sencillo, llegada a la hora, equipaje sin pérdidas y a tiempo, todo perfecto. Como tiene que ser.

¿He dicho que me gusta volar? Próximamente Singapore Airlines, en dos aviones diferentes. Y después de volar en el avión más grande del mundo, otro vuelo con el más pequeño de la flota de Air France. En breves...

1 comentario:

eldelsaxo dijo...

Si es que volar mola mucho...y parece que has tenido suerte...el ATR (amplío información: franco-italiano) en el que viajaste es el avión más nuevo de toda la flota de Laos Airlines, con poco más de un año y medio de antigüedad. Yo dentro de poco también me estrenaré en uno de ellos, pero más viejo y de Air Nostrum. Tenía claro que Iberia era horrorosa en lo que respecta al catering si la comparábamos con cualquier aerolinea europea no low-cost, pero parece que también lo es en otras partes del mundo (incluída Air Nostrum, que es mejor, pero tampoco).

 
free web hit counter