domingo, 10 de abril de 2011

Tower Club at Lebua, Bangkok

Ya voy por mi segunda estancia. Bangkok es una ciudad excesivamente grande, no hay un centro como tal, es incómoda para los peatones, hay mucho tráfico, muchos perros por las calles, mucha gente por todas partes, y para ir de un sitio a otro se necesita transporte, sea el que sea. Además, la oferta hotelera es enorme. Decidirse por un hotel no es fácil. La mayoría de los turistas de alto nivel adquisitivo acaban yendo al Mandarin Oriental, ¿pero qué pasa cuando el presupuesto no es ni alto ni bajo? Entorno a los 200 dólares la noche, Bangkok tiene cientos de buenos y grandes hoteles de 4 y 5 estrellas, y entonces uno mira el mapa, ve que aquello no tiene ni pies ni cabeza, y más o menos apunta al que tenga buena pinta o parezca moderno. Ese sistema puede acabar mal (las webs engañan…), como puede acabar bien. Yo ya he elegido, y es el Tower Club en Lebua.


Lebua es un hotel muy grande, en una descomunal torre plagada de balcones, cerca del río, cerca del Shangri-La, cerca del Mandarin Oriental, y cerca de la oficina de mi empresa. Por eso nos hacen un precio algo especial, pero no obstante merece la pena. A partir de la planta 51, y hasta la 62 (el último piso), están las habitaciones “Tower Club”. Más bien suites, pues todas son pequeños apartamentos con su salón, su mini-cocina, su dormitorio, su baño… ¿He dicho pequeños apartamentos? En realidad no son nada pequeños, y menos si tenemos en cuenta el precio. Y es que algo de este tamaño, aún no teniendo los servicios del hotel, se pone en más de 10 veces el precio en cualquier palace parisino, para vergüenza de los franceses. He leído a quien le “molestaba” que la habitación tuviese cocina, exclamando “¡eso no es cinco estrellas!” No se puede estar más equivocado, evidentemente, no digamos ya si se viaja con niños pequeños a los que hacerles una cena rápida. Además, hay una máquina Nespresso. Yo, que soy incapaz de tragar el café pero adoro el aroma de un buen espresso recién hecho, no pude evitar llegar y prepararme uno.

Salón de la suite 5831, piso 58

Las habitaciones me gustan. Es evidente que con más de 500, los niveles de personalización y detalles caen, pero con limpieza y simplicidad se consigue un excelente aspecto. La cama es sencillamente comodísima, con una ropa de cama adecuada. Y es que estoy algo harto de no poder explicarme por qué en hoteles de lujo en zonas de calor abrasador, ponen edredones nórdicos que obligan a dormir con el aire acondicionado a 20 grados. En realidad sé los motivos, ciertos clientes americanos acostumbrados a vivir en neveras, en clara muestra del retraso mental que sufre buena parte de dicho pueblo, pero no por ello me deja de resultar incómodo.

Lo de dormir, cuidado con los saltos que los techos quedan bajos...

Los baños son simples, con un solo lavabo, pero con una gran ducha y una bañera para quien quiera malgastar agua y usar sales de baño. El WC no está separado, cosa que me da igual. Puestos a sacar defectos, el espejo de maquillaje no está retroiluminado. Pero vamos, eso es puestos a sacar defectos pijos, porque en los baños, además de productos de aseo Bvlgari excelentes, hay unas toallas que son la envidia de muchos hoteles de lujo europeos, incluso de algún resort de la cadena Aman (quizá los mejores del mundo). Espesas, enormes, bordadas, cómodas, abundantes y a mano.


El hall no es bonito, no hay entrada de gran hotel con lobby enorme, bar, restaurante, etc… Es que esto es una torre, una torre muy alta, con lo que todo se distribuye por plantas. En la décima, creo recordar, está lo que llaman Mozu floor. Ahí hay un gimnasio de muy buen tamaño, una piscina correcta al aire libre, y un gran restaurante en el que sirven los desayunos. Pero nosotros estamos alojados en el Tower Club, con lo que salvo que queramos un desayuno acorde con el precio (esto es, nada especial y con zumo de frutas no-natural), esa sala no la pisaremos. Porque en el Tower Club hay un centro de negocios perfectamente equipado en el piso 53, y un lounge llamado Breeze en el piso 54, con un magnífico buffet de desayuno en el que empezar el día comiendo unos sushis deliciosos (el de salmón, con una espuma delicadísima de wasabi que te llena la boca de sabor pero no te quema la garganta con picor, merece un artículo aparte), pidiendo zumos de las frutas que elijamos, o tirando de bollería clásica. O todo a la vez, claro. Excelente.


Este lounge Breeze sirve también, desde el mediodía hasta las seis de la tarde, un buffet gratuito lleno de tonterías que comer, como la típica pasta al vapor asiática, rellena de langosta esta última vez, vasitos de miniaturas, quesos, frutas, buffet caliente con platos hindúes, ensaladas, postres… Y bebida, claro. El problema de estos sitios en los que no tienes que pagar, es que entras con hambre pero te da vergüenza atiborrarte, o que vean que vas allí para ahorrarte el restaurante. Porque miras a tu alrededor, y la gente parece no comer. Seguramente todos están pensando lo mismo que tú, y se cortan. Luego lo piensas y te imaginas que si estuvieses gordo, las chicas te mirarían, la gente se fijaría en lo mucho que comes, pensando que necesitarías arrasar el buffet para quedarte ligeramente lleno, los cocineros saldrían desesperados a ver cómo desaparecen sus platos, el director del hotel acudiría a toda prisa ante la tragedia, y el propio Rey de Tailandia aparecería en televisión pidiendo calma. Pero yo no estoy gordo, aunque desde hace tiempo cultive un único abdominal central, así que directamente me armo de valor y como, vaya si como. Pero no, no como tanto…

La planta 63 alberga un restaurante italiano bajo la dorada cúpula que corona la torre, un club con una magnífica terraza llena de sofás en los que tirarte a pasar el rato en buena conversación o ligando con todas las turistas que, aún no alojadas en el Lebua, van allí a ver y dejarse ver, y el sky-bar, espectacular terraza sobre la azotea, con barandillas de vidrio, cuarteto de jazz tocando en directo, bar, todo al aire libre, con una brutal vista de la noche de Bangkok. Lo dicho, espectacular. Y con wi-fi (gratis, a toda velocidad, y en todo el hotel).

Lo del fondo es el bar... parece flotar, es espectacular.

Por añadir algunos comentarios a mi experiencia, los choferes están esperándote donde deben en el aeropuerto, y los Toyota Camry que usan son amplios, cómodos y silenciosos. También disponen de Mercedes Clase E y de BMW Serie 7. Uno de los viajes lo hice en el BMW. Sinceramente, por la diferencia de precio no merece la pena, el Toyota ya es suficientemente cómodo, y es considerablemente más discreto. Durante mi primera estancia, me compré una bicicleta para llevármela a Laos. Ir cargando con eso no es fácil, con lo que el hotel puso a mi disposición una chica en el aeropuerto que me guió a los diferentes mostradores (impuestos, aduanas, facturación especial, facturación, etc…) con una efectividad absoluta, rapidez, elegancia y sencillez. Lo cierto es que ese servicio, ya fuera del hotel, es el toque definitivo para querer volver, y algo que muchos hoteles de grandísimo lujo olvidan, desentendiéndose de sus clientes según salen por la puerta del hall.

Además, cuando ya no podía ser mejor, y ante la visión de una terrorífica cola para pasar el control de seguridad, la señorita me dio una tarjeta y me invitó a pasar por la fila VIP o fast-track. Dos minutos más tarde estaba ya en la otra zona del aeropuerto, sin quitarme zapatos, cinturón, reloj, gafas, y sin sacar el ordenador de la bolsa. Como tiene que ser.


En definitiva, no es el mejor hotel del mundo, pero sí que sirve. Y lo guapísimas y elegantes que van todas las empleadas, claro… Decía más arriba de ligar con las turistas, gran error. Todas las chicas que por allí andan trabajando son guapas, educadas, y muy elegantes, como digo. Una maravilla. A mi regreso, no me quedaré en Lebua, voy a probar unos apartamentos con los que hemos hecho un contrato en el trabajo, que nos salen a precio de risa. Pero si no me convencen, es posible que me termine cambiando.

Tower Club at Lebua, Bangkok. En Expedia salen las suites por unos 200 dólares la noche. Sé que tienen paquetes incluyendo traslados y una cena para dos.

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