jueves, 12 de febrero de 2009

El Jardín de los Aromas

¿Pero qué demonios hago yo, alérgico sumo, visitando un jardín botánico plagado de flores? Tranquilidad, que no cunda el pánico, la visita se hizo a finales de octubre… Así que amigos y familiares, pueden sentarse.















El Jardín de los Aromas es un pequeñísimo pero genial descubrimiento en el pueblo de Agones, en Pravia, Asturias. Es curioso como uno puede vivir en un sitio y darse cuenta de que no conoce más que el 2% de los atractivos de los que disfrutar. Pravia es un concejo asturiano que podría ser ejemplo típico de la región, pues a escasos kilómetros de la costa ofrece montañas (con sus carreteras), bosques que parecen selvas, agricultura y ganadería, caserones, palacios de indianos, decadencia genérica y un clima absolutamente imposible, de esos que pueden dar frío o calor, lluvia o sequía, nubes o sol, tormentas o llovizna… en cualquier época del año.

Quizá por esto, como bien dicen Michael y su asturiana esposa, propietarios del Jardín, el crecimiento de las plantas que allí tienen es exuberante. Y es que hay de todo, con plantas de orígenes tan diversos como la provenza francesa o las llanuras de América del Norte. Y las hay, pero es que las hay a tamaño enorme y siempre con vida.















El acceso al jardín, si se hace desde la costa, es una maravilla para quienes apreciamos conducir por carreteras estrechas y llenas de curvas. Desde la playa del Aguilar, una carretera vertical nos lleva a una altitud ya considerable, y tras cruzar la carretera nacional (que en breves será una autovía) que sigue la línea de la costa, nos adentramos en las montañas verdes y frondosas que rodean toda la zona. Las vistas, con la desembocadura del río Nalón, son magníficas, como magnífica es la carreterucha inmunda que en pocos kilómetros nos deja en el pueblo de Agones. Pueblo que sigue siendo como hace años, con sus dos bares viejos, algún que otro gato por la calle, unos pocos niño jugando con una bici, y una sensación general de “actividad relajada” que probablemente sea real, pues mucho que hacer no parece haber.



















Y allí mismo, si necesidad de rebuscar mucho, nos encontramos con la entrada al jardín. La entrada a un jardín privado, ojo. Es una gozada el poder visitar esta miniatura de jardín botánico, pero más gozada es atender a las explicaciones de Michael, un inglés afincado en Asturias apasionado de su hobby.














Michael

Una vez dentro, un recorrido nos va llevando por pequeñas zonas que son muestras perfectas del área que cada una representa. Y no sólo en cuestión de aromas, sino también en estética. Me llamó la atención, por serme algo conocido, el terrenito que tienen en estilo provenzal. Ciertamente es como estar allí, y más si acompañan esos aromas de lavanda tan característicos. Y sí, acompañan, basta con frotar un poco la mano con las hojas de las plantas para sentirlos. Mediterráneo, cantábrico, tropical, americano. ¿Cómo es posible? Lo es gracias al clima de la zona, hasta el punto de que ciertas plantas que en sus lugares de origen mueren antes de florecer por completo, aquí producen unas flores impresionantes… que procuraré no visitar llegado el momento, por motivos alérgicos.

Plantas aromáticas, decorativas, frutales, de las que extraer tintes. Ciertamente tienen de todo, concretamente más de trescientas variedades… y las conocen todas, y te las enseñan, y aprendes y disfrutas. Bueno, seamos realistas, yo hubiese preferido seguir dándole cera al coche por allí, o comerme un chocolate con churros, pero mi compañía femenina lo pasó muy bien, y todo el mundo tiene derecho a ello, aunque a veces no lo parezca.















Pese a estar ya cayendo la tarde, y pese a que el frío comenzaba a calar, el paseo fue una verdadera delicia. Y, como premio, una boutique llena de detalles florales, plantas para infusiones y productos cosméticos naturales de gran calidad (imagino). Y precios no fuera de órbita, que siempre es de agradecer.















¿Y esto es en un pueblo de Asturias? Pues sí. Lo que no me explico es cómo tuvo que ser una inglesa quien propusiese ir, aprovechando que llevábamos a un conocido al aeropuerto. Pero ahora el descubrimiento está hecho, y yo no puedo más que recomendar la visita a todos los que pasen por allí. Es una buena forma de ver algo diferente en esta región.


El Jardín de los Aromas. www.eljardindelosaromas.com Barrio de la Cristiandad, 127. Agonés, Pravia. Teléfono: 985 822 000

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por el descubrimiento.

Leonor dijo...

"Una desilusion".
A nosotros nos desilusionó debido a que pese a la amabilidad de los propietarios y el plano que te dan una vez cobrada la entrada, el jardin no está señalizado mas que en lo básico con lo cual para los ignorantes en plantas, que seremos una mayoría, al final no sabemos si olimos un poleo o una hierbabuena.
Tiene mas marketing que otra cosa.
Lo que si merece la pena visitar aunque no sean plantas es "el rincon de las aves"una visita inovidable y esta muy cerca.

Anónimo dijo...

Has hecho una descripción genial...me ha encantado!

Trabajo en el jardín, y ha sido un placer leer estas lineas.

Veo q hay gente con una diferente opinion, pero deberia decirles q un jardin pierde el encanto con carteles por todas partes, y q el mapa te indica como encontrar dichas plantas, la aventura del jardin es pararse, disfrutar del entorno, descubrir olores y preguntar si tienes dudas, como bien te dicen cuando yegas, q para eso estamos


:)

preciosa entrada de verdad, se agradece

 
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