lunes, 5 de mayo de 2008

Lo sabe todo

Es que no falla. Es salir de casa, enfocar la calle que me lleva al aparcamiento, y frente a la misma farmacia de siempre, el mismo barrendero de bigote de todos los días me cierra el paso. Hoy lo he estado observando, para estudiar sus movimientos y poder proceder al quiebro de una forma eficaz, pero es inútil: este señor tiene una habilidad innata para bloquear a cualquier viandante, venga de donde venga. Él mueve su carro a un lado, luego al otro, y cuando crees tener vía libre, saca la escoba o el recogedor siempre en dirección a tu cabeza. Es un genio.

Un genio como el hambriento descubridor de los percebes, como el creador del nudo windsor de corbatas, o como el que puso la opción de “no conectado” en el Messenyeah.

















Un genio como el señor Rubik, inventor del maldito cubo. Y lo llamo maldito porque, desde que me lo regalaron, no paro de mover los dedos y de ver piezas de colores en cada cosa que tengo delante. Si me como un sándwich, en tres segundos pienso en la maniobra que hará que el jamón quede por encima del queso sin cambiar la orientación del pan. Si me estoy duchando, busco cómo invertir el bote de champú mediante giros y así poder sacar la esquina blanca-azul-roja. Si es que hasta en las teclas del teléfono intento ver un movimiento que me permita poner juntas las caras de la esquina colgar-descolgar-almohadilla.




















¡Atrás sentido contrario, arriba sentido contrario, derecha 180º, hombre!

Gracias al cubo he desarrollado una teoría, que dice que cuanto más orgulloso te sientas de haber resuelto el cubo siguiendo las instrucciones de Internet, más gente aparecerá a tu alrededor asegurando haberlo resuelto miles de veces, sin ayuda, y hace años. Yo es que soy un poco tonto, porque sigo sin ver forma de resolverlo por mí mismo, y aunque ciertos movimientos me los sepa de memoria y los haga muy rápido, lo cierto es que no entiendo el por qué de los mismos. O sea, que no, que soy un torpe.

Desde hace un tiempo, hay una persona trabajando en la oficina que, seguramente, resolvió el cubo de Rubik antes incluso de tenerlo. Es más, puede que le haya dado instrucciones a Mr. Rubik sobre el diseño, la comercialización, y la rentabilidad del producto; o sobre el menú para la celebración del éxito; o sobre cómo limpiarse las orejas; o sobre qué aislante es mejor para los techos; o incluso sobre cual es el mejor modelo de inversión en economías africanas en periodos de entre-guerra. Eso como mínimo, ojo.
















¡Esto está dominado!

Es impresionante. Al principio imaginé que probablemente no supiese a qué me dedicaba yo en el trabajo (que no es que me dedique a mucho). Creí que igual me veía como uno más, uno para todo, que lo mismo hacía una fotocopia que atendía al teléfono, que ayudaba en otros lados… Ella sabría. Supongo que algo de chasco se llevaría al verme haciendo eso tan hermoso de tomar decisiones, pero es su problema. Además, con el tiempo he visto que sus constantes correcciones y puntualizaciones van dirigidas a todo el mundo, aunque se trate de Norman Foster en la realización de una de sus obras o de un ingeniero de la Raytheon sobre aviónica militar.

Imagínense a alguien, auxiliar administrativo, dando lecciones de todas las tareas que se desarrollan en la empresa. Pues ahora imagínense a esa persona hablando de cosas que nada tienen que ver con la empresa. Y como muestra, un botón. O dos o tres, depende de los que me salgan…

Un compañero se ha comprado un coche nuevo. Vaya, ha resultado ser un SEAT León. Si leyeron mi “prueba”, entenderán que guardase un respetuoso silencio cuando nos lo enseñó. Ese coche trae unas ruedas desproporcionadas. No les voy a aburrir con medidas, pero basta decir que tiene ruedas más anchas y grandes que las de, por ejemplo, un Honda S2000 de serie. El asunto está en que el motor del SEAT da 140 caballos de potencia, y el del Honda 240, que es simplemente mucho más. El argumento de la sabelotodo fue “es que este coche es un deportivo, necesita esas ruedas”. Qué duda cabe… Ella sabe más de ruedas que todos los ingenieros de Goodyear, y digo esto después de que dictaminase que mis neumáticos eran malísimos para el agua. Neumáticos, todo sea dicho, más pequeños en mi coche de 110cv que los de su Clio de 75. Ella sabrá, claro. De la misma forma que el día en el que me aseguró a mí que la presión fiscal en Francia era menor que en España. Pena que ese día viniese yo de recibir la declaración… O como cuando me dio lecciones magistrales sobre imagen corporativa o informática, todo ello muy interrelacionado.




















Como pase por ahí, la lía…

Seguro que ustedes conocen a gente así. Es esa gente que no puede evitar meter baza en cualquier tema, sentar cátedra mediante un par de refranes mal dichos y quedarse con la última palabra. Suelen, además, alargar un mero “buenos días” en una conversación de 5 minutos mediante tesis doctorales. En el mundo de foros en Internet hay una máxima, que traducida del inglés viene a decir: discutir en Internet es como correr en los juegos paraolímpicos; aunque ganes, seguirá siendo retrasado. Yo no sé ustedes, pero he comenzado a evitar cualquier tipo de comentario “opinable” frente a ella. Bueno, y también he comenzado a darme paseos relajados mientras ella trabaja, aunque sea por fastidiar un poco… Sienta muy bien, y lo cierto es que mientras no se me cuele en reuniones, estaré a salvo.





















Sigan mi consejo, evítenlos, no den pie a nada, no vale la pena. O, si pueden, júntenlos con algún Don Perfecto para risión generalizada.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente todos conocemos gente así. Pero yo había venido a hablar de que efectivamente, resolví, siendo muy pequeño (años de una cifra) el cubo de Rubik en unos 20 minutos, de los cuales 15 fueron mirando el maldito cubo y 5 arrancando las pegatinas y volviéndolas a colocar todas las de un mismo color en cada lado (en los de aquella época eran más fáciles de hacer esto.)

Mi abuelo, que me lo regaló, afirmó: este crío es más listo que todos los que lo han resuelto bien juntos [vítores, aplausos, etc.]

Anónimo dijo...

Nosotros los robocs no salimos de la fábrica hasta que no lo resolvamos, así pues, si ven robocs por la calle, estén 100% seguros que ellos ya lo hicieron.

Anónimo dijo...

¿Pero cómo diablos has podido retratar tan bien a mi suegra si ni siquiera la conoces?
Suerte con el cubo...
Cecilou71

Anónimo dijo...

A mi me flipan los prototipos. Mirad ESTA MARAVILLA.

 
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