miércoles, 28 de noviembre de 2012

Skoda Yeti, inexplicable

Ahora que voy de vuelta a Asia, tras haberme comido el sándwich de rigor cortesía de Finnair (por cierto, realmente bueno), me entra la duda sobre qué ciudad es más aburrida, si Ginebra o Bruselas. Aburrida no, quizá simplemente “peor”. Y es que si Bruselas es un agujero inmundo rodeada de nubes, Ginebra en Noviembre tampoco se queda corta en cuanto a sentimientos depresivos. Y creo que conviene aclarar lo de Noviembre, pues de seguro que en verano la zona es maravillosa, más teniendo en cuenta los largos veranos del clima continental típico de la zona.

Pero que no, que es el horror. Que a las cuatro de la tarde haya poca gente, por no decir nadie, caminando por la calle comercial (que hay una, y gracias), sería de entender en países del Sur, porque a esa hora se termina de comer y se hace un poco el vago delante de la tele, o se vuelve a trabajar. Pero cuando las tiendas cierran a las seis, las cuatro y pico ha de ser casi la hora punta. Y no, no lo es. Nadie.

Ambiente típico de Ginebra, pero con gente

Lo de cerrar a las seis sigue maravillándome, y no sé si es peor que los comerciantes lo hagan convencidos, o que a la gente le parezca lógico. Pero es así, centro comercial grande de Ginebra, sábado por la tarde, las seis, tiendas cerradas. Eso sólo cabe en la cabeza de un suizo, gente tan contradictoria como el país, cosa que aprendes charlando con otros extranjeros que llevan tiempo por allí.

Como lo de la lavadora, otra cosa tan inexplicable como los coches diseñados y, sobre todo, vendidos por Sbarro. ¿Cómo es posible que un apartamento de cinco mil dólares mensuales de renta no sólo no tenga lavadora, sino que tenga prohibida su instalación? Es Suiza, así me lo razonan. Y luego me cuentan que hay una lavandería común en el sótano y que los turnos van por pisos, que si te toca hacer la colada el jueves de diez a once de la mañana, te coges esa mañana libre en el trabajo y te las apañas como puedas. De paso, te dejan bien claro que más tarde de las 10 no debes de hacer ruido. Y ruido puede ser la cisterna del baño (no digamos ya una ducha, supongo).

Prohibido

Lo cuál me lleva a temas escabrosos e incluso escatológicos, que no necesariamente pasan por la evacuación de fortuitos gases, sino agradables cariñitos de pareja (también conocidos como “casquete”, no nos pongamos estupendos…), o simplemente una cena con amigos, una partida a la Play o, qué coño, el niño que no logra dormir y se pone marchoso. Pero lo peor es que todo eso se auto-controla de vecino en vecino, dado que la cuantía de las denuncias realizadas por los ciudadanos es descontada de los impuestos a pagar a fin de año, por lo visto.

Si a la ridícula imagen que en mí ha dejado la Ginebra de Noviembre (porque en Lausanne me pareció ver más, un poquito más, ambiente…) añadimos una idea de un suizo con ropa sucia, acusador, que entre reloj y reloj hace el servicio militar (que allí es algo así como permanente) mientras manda callar o acude con urgencia al baño antes de las 10 de la noche, no me explico el país. Añadamos a la ensalada unos precios de vivienda absolutamente ridículos e insostenibles, con unos salarios fuera de órbita en muchos casos, algunos seguramente injustificados. Aliñemos con una navaja multiusos y algo de chocolate, sirvamos con absoluta puntualidad, y tendremos un país realmente extraño.

Multiusos
 
O eso, o yo ya estoy tan aclimatado al sudeste asiático que todas estas cosas me sobrepasan y me dejan descolocado. Como descolocado se nos queda el Skoda Yeti dentro del panorama automovilístico actual. Y es que no es un Tiguan, aunque lo sea, y pese a su imagen relativamente atractiva, y a su gran calidad general, haciendo gala de la marca Skoda se me ha mostrado como un coche realmente aburrido. Que casi parecía suizo, incluso, pero no suizo como un Monteverdi o alguna de las creaciones de Sbarro, no. Por desgracia (para mí), no.

Aparcado en Lausanne

Como suelo hacer cuando viajo, dada mi aversión por los autobuses y los metros o tranvías, aunque reconozco que el tranvía es más llevadero, no tuve más remedio que alquilar un coche con el que moverme por allí en libertad. O en la libertad que dan las normas suizas (que no son tantas como podría parecer). Skoda Yeti TFSI 4x4 de 160 caballos, motor de gasolina y cambio manual. El coche más inexplicable que he llevado en mucho tiempo. O quizá debería decir contradictorio. Por partes.

Es inexplicable, a priori, que alguien se compre este coche en concreto en gasolina. En el uso dado, básicamente ciudad y autopistas, gastó casi 10 litros a los 100km, que es un consumo alto para un coche que se supone barato. Eso sí, un motor con bastante potencia siempre disponible, muy silencioso y bastante suave. Y sin carbonillas de esas que me matan de alergia. Hay muchas razones para comprar este coche con motor de gasolina, sobre todo si se hacen pocos kilómetros, pero la versión diesel sigue pareciendo la más lógica para cualquier persona que se compre este Skoda Yeti. O así se lo parece a la mayoría de la gente. Yo me quedo con el gasolina, sin dudarlo ni un instante.
 
Interior
 
Resulta extraño hacerse con un Yeti con cambio manual, existiendo como existen excelentes versiones automáticas, dado que el atractivo de pisar embragues y mover una palanca arriba y abajo cual bonobo es nulo en coches de este tipo. Un cambio bien escalonado, un manejo suave y relativamente preciso, un embrague a la altura del aburrimiento general del coche, y un motor con suficiente fuerza como para sacar el coche desde 80 hasta 120 en sexta sin ninguna necesidad de reducir, salvo que estemos adelantando en carretera abierta, en cuyo caso vamos demasiado rápido. Así se siente esta versión del Skoda Yeti. Yo me quedo con el manual, y eso que nos ahorramos.

Pero, sobre todo, no veo motivo alguno para comprar precisamente el Skoda Yeti. Imagino que saldrá bien de precio, y que a una persona aburrida le gustará. Bueno, a mí no me disgusta, de hecho. Reconozcamos que el Ford Kuga, sea mejor o peor, es mucho más funky, como más serio es el Vokswagen Tiguan, o considerablemente más atractivo es el Audi Q3. Al menos no son esa caja cuadrada que es el Yeti, por muchas ventajas que tenga ser una caja cuadrada. Quien dice esos modelos, dice otros como el Opel Mokka o cualquier otro churro de esos. Pero luego sucede que el Kuga no es mejor, sino todo lo contrario según dicen los periodistas, y el Opel es un verdadero espanto. Yo casi me quedo con el Yeti.
 

Por dentro es amplio, mucho más que el Nissan Juke. Resulta cómodo de suspensión, mucho más que el Nissan Juke. Todo el interior está ordenado de forma lógica, no como en el Nissan Juke. El maletero parece grande, al contrario que en el Nissan Juke. Se puede comprar diesel con tracción total, no como el Nissan Juke. Y seguramente pueda llevar faros de xenón, paquete de compartimentos, asientos calefactables y todas esas cosas familiares-invernales que, creo recordar, no se pueden poner en el Nissan Juke.  


Y no, el coche que te quieres comprar no es el Yeti. Es el Nissan Juke cuando el espacio te resulta suficiente, y es el Range Rover Evoque cuando es el dinero el que te resulta suficiente. Estos días que he pasado a caballo entre Francia y Suiza he podido constatar que el Juke se vende bien, al menos por esos sitios, y fundamentalmente que el Evoque ha dejado anticuados a absolutamente todos los demás coches de tamaño similar, batiendo tanto a los más modestos como a los más caros en eso que se llama “atractivo”.
 

Pero lo que no puedo hacer es hablar del Evoque, que es el que le gusta a todo el mundo, porque por el precio del Evoque te compras un Yeti, te vas de vacaciones, y a la vuelta compras una moto pequeña, un iPhone 6 y, si me apuran, tres decenas de pantalones vaqueros. Y aspirinas en la farmacia, que siempre vienen bien. El problema del Yeti es que es un coche realmente bueno. Es muy aburrido, pero se siente bueno, se conduce bien, todo en ello es de un equilibrio abrumador. Y eso lo hace tanto recomendable como desechable, por aburrido. Tanta homogeneidad mata las ganas de vivir, que si ya hablamos de la Ginebra de Noviembre dan ganas de salir corriendo lo más lejos posible.

Estoy ya a punto de aterrizar en Helsinki mientras termino este artículo, y  al Yeti no le veo más que una forma de tener un Volkwagen Tiguan a un precio inferior. Eso no sé si es bueno o malo, pero no lo hagan, valoren otras alternativas si están pensando en comprar un coche de este tipo y tienen un poco de sangre en las venas. Como un Kia Sportage, por ejemplo. Y, luego, cómprense el Yeti. 
Skoda Yeti. En un color bonito y en el entorno adecuado, es un coche recomendable. Si no se pasan con los extras, el precio es bueno.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Como dijo alguien, es mejor morirse de contradicciones que de contracciones.

A mi me sigue pareciendo un Matra Rancho, pero sin gracia. O con ella. O no. O todo lo contario.

Un saludo, conde.

Anónimo dijo...

A mi me gustan los suizos, con su azúcar por encima...

 
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