miércoles, 20 de junio de 2007

Rolls Royce Phantom, el mejor coche del mundo.

Lo que viene a continuación sucedió una mañana de domingo del pasado mes de Febrero. Había terminado de trabajar a eso de las 3 de la mañana, por lo que me fui a comer tranquilamente. ¿Seguro? Pues no, porque desde hacía 3 días se esperaba la marcha de París de una princesa árabe y su delegación (toda una planta completa de un hotel). Y como era de esperar, sucedió lo inevitable: a poco antes de las 5 de la mañana, zafarrancho de combate, la princesa ha decidido irse.

¿Qué supone eso? Supone principalmente coordinar al personal disponible, a esas horas escaso, para ayudar en la bajada del equipaje que aún quedaba en el hotel (tres camionetas llenas de maletas y bolsas), así como coordinar la parte delantera del hotel para poder situar los coches del traslado. Para ello, el aparcacoches se llevó un Rolls Royce Phantom, y así liberó un espacio en el que metimos dos Clase E de la seguridad privada de la "señora".

Finalmente, a eso de las 07:35, Her Royal Highness Princess Maha Bint Ibrahim decidió que se largaba definitivamente. Venga, a decirle adiós y gracias, y al coche... Limusina S600, dos Clase E y un A4 en comitiva.

Pues bien, ¿y?

Que el Rolls Phantom se había quedado lejos del hotel (relativamente), había que traerlo, y allí estábamos dos, muertos de la risa floja, mirando con cara de cordero degollado al aparcacoches... Y allí fuimos, a por el Rolls. Eso sí, lo conduciría el "aparca".


Imagen no contractual.

El coche es acojonante. Vale, tengo el culo pelao de verlo, como quien dice. A fin de cuentas, los venden al lado de mi casa, y en el trabajo los tenemos muy a menudo.


Imagen no contractual.

Puesto al lado de otros es cuando uno se da cuenta de su tamaño. La verdad, visto solo no parece tan enorme, e incluso parece estrecho. Pero lo cierto es que es gigantesco. Sólo las ruedas ya ocupan lo que mi coche... Hablando de las ruedas, el logotipo de Rolls-Royce permanece siempre perfectamente vertical.


Imagen no contractual.

Abrimos las puertas... El coche en cuestión es gris oscuro, con interior casi blanco. Las puertas abren de forma muy ligera, relativamente. A ver, es un coche muy sólido, pero la cinemática de las puertas está tan lograda que éstas apenas requieren esfuerzo para maniobrarlas. Se cierran solas, de forma mucho más suave que las de cualquier otro coche que os imaginéis. Las manillas son tremendamente sólidas.


Pie de foto previsible...

Al abrir, llama la atención la luminosidad interior, conseguida por dos enormes lámparas en el techo, que con su color azul-piscina dan un ambiente impresionante.


Cortesía de Infocoches.


Idem.

Esta foto consigue la luz real del interior del Phantom en el que me paseé. Misma tapicería, mismo tono verdoso de la luz.

¿Subimos? A dentro.... El acceso de las puertas invertidas es perfecto. Aunque la foto sea de un LWB (batalla larga), da una buena idea de lo que explico a continuación: tanto al entrar como al salir, uno se da cuenta de que el coche ha sido diseñado para que los ocupantes de las plazas traseras sean asistidos en la apertura y cierre de puertas. Para cerrar desde dentro porque no es evidente de dónde tirar (el tirador está en el borde de la ventanilla, pero no lo parece, y la manilla de apertura de la puerta es eso, una manilla para abrir, por lo que al acercar la puerta esta quedará mal cerrada (lo cual no es ningún problema, pues el coche cierra solo). Para abrir y salir porque empujar una puerta hacia atrás no es nada sencillo, y tiendes a pegarle una patada a la puerta, al precioso tapizado... Pero vamos, nada grave...


Continuamos para bingo.

La vista desde el asiento principal (trasero inverso al conductor) es acojonante... dado que uno se sienta ligeramente por encima de los asientos delanteros.


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¿Arrancamos? Ah, que ya lo ha hecho....


Curioso, algo de plástico en este coche!

En esta foto se ve la zona de control del coche... por llamarlo de alguna manera. La llave es una pieza plástica muy sólida, que a modo de tarjeta se introduce en horizontal en la ranura. No se gira en ningún momento. Al introducirla, el volante se situa en la posición de conducir, retirándose al sacar la llave. Se pulsa el botón de arranque, y nada más..... ni un ruido, ni una vibración. Nada. Desde fuera se escucha el motor de arranque y un bramido inicial, para luego sentirse un murmullo muy discreto. Llama la atención la nula vibración del coche y lo compacto que suena todo. Pasamos la palanca a D... generalmente se siente un pequeño tironcillo cuando entra la directa, incluso en coches como la nueva Clase S. En este Rolls Royce uno no siente absolutamente nada. Tan sólo se sabe que el motor está arrancado por el cuentavueltas, y que está en D por el display situado encima de la columna de dirección. Diplay que no muestra la posición P, por cierto.


Imagen no contractual, ayer.

La suavidad del aparcacoches es extrema, y en nada salimos del aparcamiento para ir hasta el hotel. Imagínense... un domingo a las 8 de la mañana, nadie en la calle, libertad absoluta para no respetar ningún semáforo ni preferencias... dado que circulamos en Rolls Royce. Eso sólo se puede hacer en París, me parece a mí... porque sólo en París la gente está acostumbrada a ver comitivas de este tipo circulando con preferencia absoluta. El aparcacoches no se corta, y tras fundirse dos semáforos entramos en el frente del hotel. Pese al adoquinado, uno va en una nube.


El Rolls Royce, ayer.

Salimos del coche, pero antes un detalle... Desde el asiento trasero, mirando hacia atrás nos vemos reflejados en el espejo de cortesía. Sí, estoy bien peinado y el nudo de mi corbata va perfecto... listo para salir del coche. Y esto se hace con total privacidad, pues el montante trasero es tan grueso que oculta al pasajero, sin quitarle visibilidad.

El aparcacoches maniobra y aparca..... o mejor dicho, atraca el yate en el muelle. Aparcado junto a un Bentley Arnage, da un poco la risa... Da la risa porque el Bentley es realmente enorme, pero es que este Rolls Royce es brutal.

He tenido la suerte de montar en un Maybach 57S, en un Maybach 62, en un Silver Spur alargado, y en una limusina S600 de 4 asientos traseros, y..... cierto, el Maybach es gigante y perfecto en todo, pero no tiene ni de lejos la clase del Rolls; el Silver Spur es maravilloso, pero no tiene la calidad y los ajustes perfectos de este Phantom; el S600 es muy pequeñito en comparación.

En definitiva, es el mejor coche del mundo. O eso creí hasta que tuve frente a mí al Bugatti Veyron....

Rolls Royce Phantom, potencia "suficiente", precio "el justo y necesario (para que el fabricante gane dinero)".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Imagino que este coche tendrá una función (para alguien pero no para mí, desde luego) para la cual ha sido concebido. Y por ello, tendrá sentido su existencia. En el mundo real no la tiene, pero es un coche mágico. No he podido verlo nunca en movimiento, y su sonido es una espinita que me queda.

Un saludo.

Toni113 dijo...

yo tuve la ocasión de subirme en uno y es impresionante , tal y cómo tu lo has contado...

s2!

 
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