lunes, 9 de junio de 2008

Logan

¿Han jugado alguna vez al Solitario Spider del Windows? Si no lo han hecho aún, por favor, no lo hagan. Llevo aproximadamente una hora esperando que se me dé una mano de cartas decente con la que poder terminar el juego, pero es imposible. A veces aparecen a la primera, y si ello sucede antes de ir a hacer lo que sea, uno sale con una confianza mayúscula, a la vista de la habilidad demostrada para crear escaleras del mismo palo con el menor número de movimientos posibles. La realidad es bien distinta: no salen buenas cartas aunque sea sin quererlas. El vicio se acumula, y uno termina solicitando nuevas manos con sólo ver las cartas iniciales. Una y otra vez, veinte partidas solicitadas, ninguna terminada… se pasa el tiempo y, oh sorpresa, ya es incluso demasiado tarde. El horror.















La locura

A veces sucede que el demasiado tarde es una ventaja. Sí, sonará algo contradictorio, pero a ciertos sitios conviene llegar tarde y así pasar el menor tiempo posible. Hay quien lo hace en las bodas, o en los funerales (que viene a ser más o menos lo mismo para esta gente, sólo que en categoría individual y con otra ropa por parte de los allegados). A mí me gusta hacerlo a las comidas, pero no por pasar el menor tiempo posible, sino por alargarlas lo que sea y así, al volver a la oficina, ver que ya queda menos tiempo para marchar a casa. Iluso de mí… que sigo creyendo que me voy porque lo dice un reloj…

A lo que iba, un sitio excelente para llegar tarde es un concesionario Renault. Y no lo diré por el Clio Sport, magnífico coche para quien lo quiera, o por el resto de la gama. No podría, pues los veo como unos vehículos excelentes (mejor dicho, buenos), en una gama variada, con una calidad contrastada, etc., etc.… O sea, un asco.















Ganas locas de conducir.

Pues no, nada que lleve Renault en el capó es más terrible que los coches que venden al lado: Dacia. Sería feliz si aquí se vendiese la versión Dacia del mítico R-12, porque hablaríamos de un coche neoclásico, duro, extremo, amplio, simpático… una basura inmunda, cierto, pero ideal para gente sin complejo ninguno y que da malos tratos a sus coches. Violencia de parque móvil, que se llama. Pero no, aquí venden un vehículo llamado Logan, en diferentes versiones, catalogado como coche barato, low-cost, económico, y demás milongas de marketing que se le quieran aplicar.

Analizaré primero el coche, para luego pasar al concepto, si me lo permiten.

Pues bien, Logan (porque el catálogo lo llama “Logan”, y no “el Logan”) supone una especie de viaje en dos sentidos: hacia el Este, más allá de Varsovia, Ljubljana y Budapest, y hacia atrás en el tiempo. Es un vehículo absolutamente COMECON, y eso, quieran que no, me emociona.
















Estéticamente estamos ante una aberración, se mire por donde se mire. Imagino que hacerlo más bonito costará más dinero. Por fuera y por dentro, claro. El viaje en el tiempo se acentúa al abrir las puertas y ver el espesor de éstas, el tapizado interior, los plásticos, los mandos… Uno cree estar de nuevo frente a un Clio II 1.9d, pero eso es bueno. Muy bueno, de hecho, pues el Clio II de primera serie ha demostrado ser un vehículo asqueroso, sí, pero duro, resistente, inmortal y por el que no se siente ninguna pena ante las diversas manchas que puedan caer en su tapicería.

Llama la atención lo elevada de la posición de conducción. El acceso es, pues, muy sencillo y cómodo. Las personas mayores apreciarán esto, sin duda alguna, como también apreciarán el tamaño de los botones (tres botones) de la consola central: dos elevalunas y “warning”. Ciertamente son enormes, muy visibles, muy accesibles, imposible de ser confundidos. La ruralidad del conjunto es patente en todos los detalles. Echo de menos que las puertas no dejen chapa a la vista, algo siempre de agradecer cuando buscamos lo más básico. La visibilidad es buena en todos los sentidos, por desgracia. Y digo esto porque, cuando uno ve, uno es visto también… Entiendo que el propietario de Logan carece de complejos sociales, y eso le honra (espero que me permita no compartir una parte de su postura).














Detrás la amplitud es palpable. Evidentemente no hablamos de un Mercedes Clase E, coche con el que algún iluminado quiso comparar a Logan en términos de amplitud trasera. Ante tal estupidez, prefiero hablar exclusivamente del vehículo rumano. Como digo, es amplio y capaz, con un asiento muy elevado y buen espacio para las piernas. No hablamos del asiento más cómodo del mundo, en el sentido en el que los de un Porsche 911 resultan menos confortables, por ejemplo, pero se puede ir en él. El maletero, mi amado maletero, es descomunal. Es una pena que nazcamos con piernas y cabeza, porque ahí detrás caben perfectamente seis o siete troncos adultos. No quiero ni imaginar la cantidad de legumbres y hortalizas que se pueden transportar. O sacos de sustrato, que es una carga muy agradecida también.















Comprendan que no pudiese ver nada más del coche en cuestión. Ante tal cantidad de horror, uno se bloquea y sólo piensa en salir cuanto antes, agarrar el coche que le haya traído hasta ahí, y conducir lo más lejos posible de aquello. Eso sí, antes de salir… catálogo. Glorioso catálogo, por cierto. Resulta muy curioso que cuando uno se interesa por un BMW, por ejemplo, la documentación se permita el lujo de tutearte, de tratarte con cercanía, confianza, amistad… con colegueo. Y digo que resulta curioso porque estás a punto de dejarte una fortuna en un coche. El catálogo del Logan (perdón, de Logan) trata de usted a sus lectores. Bueno, no siempre lo hace, pero al menos lo intenta. Leerlo te llena de optimismo, te hace ver la vida de otra forma y, sin duda alguna, apreciar muchísimo más lo que uno tiene.

Dentro de Logan todo está concebido para que sus viajes largos y cortos sean lo más placenteros posibles. La posición de conducción se puede regular con sus mandos fácilmente accesibles.

Grande.

Motores con buenas prestaciones, y una estabilidad ejemplar: Logan ofrece tranquilidad.

¡Magnífico!

Logan se ofrece en varios niveles de equipamiento. La unidad que yo vi (porque entiendan que no haya querido probarla, ya tuve un Clio II, no me hace falta más), creo que era el acabado Laureate. Si bien no me explico cómo puede existir una versión supuestamente lujosa de este automóvil, tampoco me explico por qué no se ven más las versiones Base, que ya no es que traiga poco equipamiento, sino que además incluye algo llamado “llanta de 15” con embellecedor medio”, y que no es ni más ni menos que un tapacubos central recién llegado desde el año 1973. Ese detalle es El Detalle, el no va más, la maravilla de las maravillas. Y puestos a tener un coche básico, se tiene básico de verdad.















Por cierto, Logan también dispone de una gama de accesorios de cara a hacerlo más útil o atractivo. “Para aportar una nota de deportividad al diseño de su Logan, elija el alerón aerodinámico. Disponible para las versiones Base y Ambiance”. ¿Es o no es maravilloso?

En definitiva, estamos ante un subproducto perfectamente válido para la movilización de países o regiones en desarrollo, y que proporciona un nivel de utilidad general bastante elevado, lo cual puede hacerle igualmente válido para zonas desarrolladas y/o con un nivel de vida más elevado. Fíjense, sin haberlo pensado antes, creo que me ha salido el argumento principal del plan de marketing de Logan. Curioso.

La siguiente conclusión es absolutamente personal, y como tal ha de ser tomada:

Logan podría parecerme la aberración absoluta dentro de lo que yo considero que ha de ser un automóvil. Y digo que podría porque, tras verlo y pensando las cosas fríamente, tras ver fotos de regiones rurales de Cracovia, Albania o Bielorrusia, uno se pregunta: ¿realmente necesitamos más de lo que nos da Logan? Yo personalmente sí, claro que sí, pero porque me da la gana, no porque realmente lo necesite. Es un sentimiento bipolar: por un lado es asco absoluto hacia el coche en sí, pero por otro es admiración por hacerme ver la falta de argumentos con la que puede dejar Logan a toda esa horda de compactos y “berlinillas” generalistas con llantas de 18 pulgadas, motores pseudos-potentes, estética “resshulona”, y precios de locura. Sinceramente, antes que comprar un… un…. Bueno, un coche de esos, me compro un Logan.

Qué va, mentira, no me compro un Logan. Lean la segunda parte del artículo…

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Well done for this wonderful blog.

Anónimo dijo...

It could give you more facts.

Anónimo dijo...

Magnífica entrada, se me han saltado las lágrimas de reirme con algunos comentarios. Soy de la misma opinión sobre Logan.

Saludos.

Anónimo dijo...

Genial el artículo, la verdad es que este coche es la viva imagen del: "Para ir de A a B no necesito nada más" aunque por gusto, sí se suele necesitar. Por cierto, es "Echar de menos" no "Hechar de menos"... en el párrafo sobre la foto del interior del Logan.

Sir Andrew Vickerman dijo...

Corregido. Valla fayo mas tonto, hoyga!

elmonstre dijo...

Yo creo que es una buena idea crear un vehículo para la gente que piensa en él única y exclusivamente como necesidad.

Algo fiable y barato.

No importa que sea feo, tosco o básico.

Pero la idea se va al traste cuando tratan de "enlujarlo"

¿Alerón aerodinámico?
¿Quien se compra un Logan y añade el alerón para que esté Toooooo Guapo?

Mi no entender.

Anónimo dijo...

Yo tengo un Logan, despues de otro coche con el que mi marido tuvo un accidente (siniestro total), y dado que no lo necesitamos más que para hace la compra en el super 2 veces al mes y ver a la familia 2-3 veces al año (a 300 Kms) (amén de ser mileuristas de mierda y no tener un duro) es un lujo tener un coche que te lleva y te trae por 8.000 euritos, (incluso con aire acondicionado oiga). Mi hijo, cuando cambiamos el coche se enfadó con nosotros por lo feo que era, pero cuando se sentó detrás y (17 años, 1,80) vió que podia estar muuuucho más cómodo que en el otro coche, nos perdonó ipso-facto.

Wannabegafapasta dijo...

Un Logan es lo que es: un coche barato (es decir, que cuesta poco), sin lujos y con una tecnología justita más propia de los 90 que de principios del siglo XXI. Un coche que se espera duro, resistente y con capacidad de carga.

Pedirle lujos, o ponerle alerones a este coches es tan absurdo como hacer una versión coupé de un Renault 4.

 
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