domingo, 9 de septiembre de 2007

Royal Air Maroc

Ya he comentado que este verano estuve en Marruecos. Mi trayecto aéreo debería haber sido con la compañía Royal Air Maroc, pero ésta tenía concertado el vuelo con su filial “low-cost” Atlas-Blue. Temí al principio encontrarme con un clásico viaje modelo low-cost-easy-jet, pero nada más lejos de la realidad. Al final, se resumió todo en un avión más moderno y más capaz, y servicio de compañía aérea clásica con menú a disposición. El vuelo que realicé fue un París - Tánger, ida y vuelta. Generalmente me gusta hacer una pequeña introducción para amenizar la lectura, pero hoy pasaré directamente al asunto.
















El gran problema de viajar en estos vuelos es el compartir terminal de aeropuerto con las demás compañías low-cost. Parecerá tontería, pero lo cierto es que la Terminal 3 de Charles de Gaulle es bastante pobre, cutre y mal organizada, sobe todo si la comparamos con la 2 del mismo aeropuerto. Demasiadas colas por todas partes que te impiden llegar a la de tu mostrador de facturación, más luego una cola inmensa para pasar los controles de seguridad. Supongo que, como son low-cost, el cost de personal del aeropuerto también se hace low, de ahí que en pleno Agosto parisino sólo hubiese un arco de seguridad funcionando para todos los vuelos de la terminal. Sin embargo, los precios de los bares tienen mucho de cost y poco de low. El embarque se hace en bus hasta el pie del avión, a la antigua, subiendo por enormes escaleras cual Jefe de Estado o Papa en viaje oficial. Vamos, que a uno sólo le falta darse la vuelta antes de entrar en el avión y saludar, aunque sea al técnico de mantenimiento.














Que es más o menos así esa T3...

Ambos vuelos fueron bastante tranquilos, en lo relativo al vuelo en sí. No es difícil, siendo aviones modernos que prácticamente vuelan solos. El catering servido procedía, curiosamente, de España. La comida del viaje de ida me resulto bastante buena, sin miedo a reconocerlo. Un platito de pollo en trozos, asado y bien condimentado, acompañado de pasta, más luego una ensalada y un pastel de postre. Lo dicho, decente e incluso rico, dejando de lado la incomodidad que siempre conlleva el intentar comer en un asiento de un avión. La cena del viaje de vuelta fue asquerosa. No peor que aquella terrible del Eurostar, pero yo no me resigné y el plato principal (pollo al detergente, me temo, sabiendo como sabía) quedó entero en su bandeja. Un detalle negativo es que el té que servían no fuese moruno, sino simple té clásico. Yendo o viniendo de Marruecos, es lo menos que uno podría esperar. Como si vuelas a Cádiz, te ofrecen Manzanilla de aperitivo, y resulta ser una infusión en vez del clásico vino blanco seco. Por lo demás, un servicio adecuado tirando a normal, pero que siempre se agradece en estos vuelos.














¡Ostrás, dónde me estaré metiendo!

El avión era un Airbus A321, modernísimo, limpio, bien decorado y en muy buen estado. Eso sí, lleno de asientos. ¿Diferencia con los de Iberia, Air France o British Airways? Pues con respecto a algunos, se notaba más moderno y vistoso, siempre con ese aire de limpieza a estrenar de algunas low-cost recién inauguradas. Tapizados en su sitio, moquetas limpias y, aunque fuese por pura coincidencia, ninguna miga de pan perdida por mi asiento, algo con lo que es fácil encontrarse en las compañías clásicas. Nada que objetar, pues, al respecto de esto tampoco.















¡Este, era este!

Parece como si todo hubiese sido bueno, ¿no? Extraño entonces que esté escribiendo yo algo, me temo. Pasemos pues a la parte cómica del asunto, compuesta fundamentalmente por las instrucciones de in-seguridad y el personal viajero. Como estaba de vacaciones, preferí tomarme todo con mucha tranquilidad, empatizar con el público y, directamente, pasar del tema aplicando buenas dosis de sentido del humor.

Las instrucciones para la seguridad dentro del avión fueron resumidas a la ida, pero es que a la vuelta pasaron a ser prácticamente inexistentes: puertas ahí, el chaleco allí. De verdad, a la vuelta nadie nombró las máscaras de oxígeno, aunque para hacerlo como a la ida lo cierto es que no se echaron en falta las indicaciones. Sobre recomendaciones de uso de aparatos electrónicos, es decir, “lo del móvil”, por ahí dejaron caer que mejor que no, pero nadie pareció hacer caso, pues tanto en despegues como aterrizajes se oía a la gente de charla telefónica o recibiendo mensajes. Otro motivo para el LOL, sin duda.
















Viene a ser todo como esto, más o menos...

¿Y el comandante? Nos contó a los pasajeros el plan de vuelo en ambas ocasiones. Y digo en ambas porque fue el mismo, curiosamente. Y menudo personaje… no por lo que decía, que siempre resulta agradable escuchar datos de velocidad, altitud y por dónde pasamos, sino por cómo lo decía. El oír a un comandante empezar cada frase con un “bueno, miren…” resulta cómico. Cuando aquello es como si lo dijese un paisano en un bar tomando un vino, y todo eso viene después de lo comentado anteriormente, la cosa ya parece de película de los hermanos Marx. “Camarero, dos cervezas…”

Pero sin duda lo que más me llamó la atención fue el personal que venía de viaje. Tuve la sensación de que aquel vuelo iba a despegar vacío, y para evitarlo los responsables de la compañía aérea se habían pasado con un par de autobuses por los barrios cercanos al aeropuerto, recogiendo gente con poco o nada que hacer y así cubrir huecos. No sé si saben qué tipo de barrios abundan por el Norte de las afueras parisinas, pero si no es así, procuren no meterse por ahí si vienen de viaje. ¿Recuerdan los disturbios con coches quemados cada noche? Sí, por allí era. Pues imagínense el avión lleno de chavalería (y no tan chavalería) de la zona, nerviosísimos porque se van de vacaciones a su Marruecos familiar, con el MP3 a todo volumen, el móvil incesante… sumado a la virginidad aérea para muchos de ellos. Nervios, no saber qué hacer con la bolsa de mano, ninguna atención a lo (poco) que dicen las azafatas, enfados porque el avión tarda en despegar, mosqueos por los ruidos del despegue, un mensaje que llega al móvil, el otro que no se entera de nada, las gorras puestas en extraños ángulos sobe la cabeza estando dentro del avión… y entonces ocurre lo genial: avión estabilizado en el aire y todo el mundo en pie. Impresionante, medio avión de paseo por los pasillos, cambiándose de asiento, al baño, al otro baño, al baño otra vez con el colega para enseñárselo, de charla con el otro amigo en el pasillo delante de tu asiento, y todo ello sin ninguna muestra de educación, ninguna cortesía, ningún pensamiento de molestar al otro. Súmenle una forma de hablar desagradable.















Ambiente similar al del vuelo

¿Nos pegamos ya el tiro? Quizá merezca la pena esperar al aterrizaje, que evidentemente fue finalizado con un aplauso. Uno pone ya cara de icono “rolleyes” e intenta abstraerse pensando en la semana de vacaciones que espera. Semana tras la cual volvemos a lo de antes, pero con el añadido de una terminal tercermundista en el sentido literal de la palabra (ojo, no se puede considerar como malo estando en un país del Tercer Mundo) y el detalle definitivo que llega una vez todo el mundo está instalado y el avión a punto de despegar:

A continuación, siguiendo las normas de la legislación francesa, procederemos a la desinsectación del avión.

¿Qué? ¿Queeeeeeeeeeé? Eso mismo, el azafato saca dos sprays de lo que parece ser Raid, coloca uno en cada mano, extiende los brazos, apunta al techo, dispara y recorre todo el pasillo del avión, inundándolo todo con una nube de aerosol. Glorioso.
















Système de Fumigation Personnel, à la Royal Air Maroc

Royal Air Maroc, una clásica “compañía de bandera” con precios también clásicos. Al menos el pollo de la comida de la ida no era malo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Dios... felicidades por la entrada, hacía tiempo que no me reía tanto xD

Cuando he empezado a leer lo de la "desinfección" no he podido ni terminar de leerlo porque me ha dado un ataque de risa que ha venido mi madre a preguntarme qué estaba leyendo y se ha tenido que poner ella a leerlo porque yo era incapaz, juasjuas...

Venga, sigue así que estoy suscrito al blog :- )

Víctor S. dijo...

Jajaja qué bueno, sobre todo el final... lo que me he podido reír, aún estando anímicamente decaído (Sí, hoy he vuelto de París... ¡Ay París...!). Es que era para haberte visto, rodeado de todo "eso" que comentas xD

Bueno, sigue con el blog que está muy interesante.

Un saludo!

countach dijo...

Grandioso, "as usual"

 
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