viernes, 13 de junio de 2008

Fuera de lugar

Me he apuntado nuevamente a la piscina. Meses de (casi) nula actividad física o deportiva se terminan notando, no ya en el aspecto físico (que sí), sino sobre todo en el estado de forma tan patético en el que termina cayendo uno. Vale, no es tan, tan patético, hay gente mucho peor. Y en absoluto se puede decir que yo esté gordo, pero sí un poco “fondón”. Y claro, eso es muy peligroso, que uno ya tiene una edad en la que las barriguillas llegan para no marcharse nunca…

Nadar es seguramente el único deporte in-door que me gusta. El gimnasio me aburre demasiado como para querer volver, el futbito y demás sencillamente no me gustan, el squash siempre me ha dado miedo (por el peligro de recibir un pelotazo o, peor aún, un raquetazo)… ¿Hay alguno más? Debería de probar eso que llaman spinning, y que consiste en dejarse los hígados sobre una bicicleta estática mientras el monitor se desgañita para dejarse oír por encima de música techno. Habrá que probarlo, lo dicho, pero mejor más adelante, cuando esté un poco más en forma.



Mi sistema piscinero es sencillo: calentamiento a base de cuatro o seis largos, para luego machacar músculo a base de hacer largos sólo con las piernas, o sólo con los brazos, todo sin usar ningún tipo de flotador (que bastante tengo con el que se aprecia por encima de mi traje de baño). La piscina a la que voy ahora no tiene jardín, en plan solarium, como sí tenía la anterior. A cambio, tengo jacuzzi, sauna y baño turco. Se agradece terminar la sesión con una buena batida en el jacuzzi, que se ve está pensado para megagordos, para auténticos cachalotes capaces de quedar inmóviles entre las burbujas, porque yo floto de un lado a otro de tal manera que necesito agarrarme a lo que sea. Espero no agarrarme ningún día al cuerpo lozano de la jubilada de turno.

En esta piscina uno no se siente fuera de lugar. De hecho, no sé si existen piscinas cubiertas en las que alguien pueda sentirse fuera de lugar. La gente va a nadar a su ritmo (generalmente lento), y lo que menos abunda es la belleza corporal Danone de los parroquianos. Magnífico para ir y conseguir alcanzar un cierto grado de forma física. Además, da igual que se vaya con el Meyba, el Turbo, o las bermudas surferas. Bueno, probablemente en este caso, si el look californiano se acompaña de barriga abundante, espalda peluda y alopecia craneal, la cosa resulte un poco ridícula. Pero dudo que alguien lo comente. Estamos todos más o menos igual (de mal) como para cotillear sobre el resto. Les ahorraré detalles de los vestuarios masculinos, por motivos estéticos (además, debería de incluirme en ello, pues como ya escribí, la tengo pequeña –o eso creo – ).



Aquí iba la foto de un bañador Turbo de esos, convenientemente censurada por el servidor...

Fuera de lugar sería ir vestido de lagarterana, o con mobiliario de oficina al hombro, pero no se da el caso. Donde sí se da el caso, y a ver si empiezo ya con el tema del artículo, es en el entorno en el que paso buena parte del día en estos momentos. Yo, que me creía amante de los coches y de la buena conducción, siento cómo me quedo desplazado en cualquier conversación sobre el tema. Siento cómo todo el mundo parece ser un gran piloto y conducir excelsas máquinas, mientras yo me limito a ir de un lado a otro con un pequeño biplaza poco potente. Impresionante paradoja, en la que ñordos utiliarios se convierten en ejemplos, por encima de un roadster biplaza “de libro”.

Estoy rodeado de maravillas de la automoción que ofrecen las mejores sensaciones de la conducción más pura. Y lo peor, encima la mayoría son más potentes que mi coche. Máquinas deportivas a gasoil como SEAT León, VW Golf o Ford Focus, junto con auténticas balas casi de competición como Renault Clio 1.5 Dci, o Citroën Saxo, o Hyundai (o Hiunday, me niego a aprenderme semejante marca, y mucho más a buscar la escritura correcta) i30. Todos, absolutamente todos, montan ruedas más grandes que las mías. Y claro, entre lo del pito (y no me refiero al claxon), lo de los motores y lo de las ruedas, uno acaba sintiéndose inferior.



Pues sí, soy inferior, al menos cuando voy sentado en mi coche, pues voy bastante más abajo que ellos. Qué se le va a hacer. Y seguramente esos conductores tengan la poca cabeza como para circular mucho más rápido que yo… Y lo conseguirán, pues a fin de cuentas el SEAT León del que hablo tiene sus 140cv o así, que son “más” que los que yo tengo. Da igual que mi coche pese un tercio menos, yo ya estoy convencido de que anda menos. Andará mejor, sin duda, pero menos. Y eso frustra.

El caso es que ayer tuve que llamar a un amigo a la desesperada. No aguantaba más el stress de haber visto cómo presentaba un empleado su nuevo coche: León Cupra, blanco. Cuprarrrr, como digo yo que se leerá, a la vista de todas las R que hay desperdigadas por el coche. Señores, qué agobio! Doscientos cuarenta caballos que da el aparato en cuestión, a las ruedas delanteras, por supuesto. “Hombre, lo mismo que un S2000, pues ya debe de andar”, sucedió que yo dije de forma muy poco acertada. “Te aseguro que con un S2000 a éste no le sigues”, respondió el dueño del otro León. Estos domadores se ve que son la hostia. Y yo, que ya iba arrastrando complejos, me callé como un perro y llamé desesperado a mi amigo. Lástima que éste sea un ROBOC, y claro, poco pudo decirme.



Lo que realmente asusta es sentirse como un auténtico inútil, como un ignorante de todo aquello que es lo que más te gusta del mundo, en unas conversaciones que te son ajenas pues nada de lo que digas será tomado en consideración. Da igual que hayas conducido un Honda NSX, por ejemplo, o que te hayas subido en los mejores coches del mundo, que lleves toda la vida apreciando los coches. Nada de eso importa, pues a fin de cuentas no tienes “uno de esos”, no serás capaz nunca de apreciar lo que dan (afortunadamente, pienso).

Antes de irme pude preguntarle por las ruedas que llevaba. “De 18”. Sí, de 18 pulgadas. Creo que es lo único que saben decir sobre unas ruedas. Y yo con 14 pulgadas… voy mal, muy mal. Si es que hasta el Clio ese de mierda (sí, de mierda, como –casi- todos los Clios) tiene más rueda que mi coche… Sniff, será que soy pobre.



Definitivamente soy pobre. El propietario de ese León Cuprarrr es una bellísima persona. De verdad, tiene muy buen trato, es agradable, no es en absoluto presumido sino que destila modestia en lo que dice… es todo lo contrario a lo que se podría esperar. Bien, es albañil. A sus veintipocos años ya está casado y tiene un hijo. Trabaja de albañil durante el día, y por la noche o los fines de semana da extras de camarero en banquetes y eventos. Calculo que saque sus 2.000 euros netos al mes, que sumado a lo que pueda ganar su mujer, entiendo les ha dado para comprar el Cuprarrrr. Me alegro muchísimo por él. Yo sería la persona más feliz del mundo si tuviese esas aspiraciones y las viese cumplidas. Qué gozada.

Pero sigo sin explicarme por qué a mí no me ha dado para más que un MX5. Seamos realistas, si tengo el MX5 es porque creí sensato no querer llegar al Boxster. Y si tuviese un Boxster, sería por no llegar al 911. Y de tener un 911, sería por no poder llegar al 911 Turbo y al Ferrari (a la vez). Y si tuviese esos dos, sería por no poder llegar a esos dos más los dos supercars de turno. Y si…. Ad infinitum.



De cualquier forma, eso son consideraciones personales que, pasado el mal rato, dejan de tener importancia. Como debería dejar de tener importancia la exclusión en temas de coches que se siente en este entorno. De hecho, va a dejar de tener importancia tras el siguiente párrafo. Allá voy.

Todas esas putas mierdas con ruedas no producen más que asco absoluto en todos los sentidos. No se trata de envidia, sino de verdadero asco por la máquina, como se tiene asco por los excrementos humanos ajenos en cualquier sitio, o las vomitonas. Nunca existirá ningún compacto cutre-guay de esos que pueda proporcionar las sensaciones de un descapotable biplaza, nunca. Y como son esas sensaciones las que todo el mundo reconoce como las más placenteras de la conducción “normal”, siempre estarán a la altura de los faldones del tunero de turno en la escala mundial del placer automovilístico. Da igual que puedan transportar gente y bultos, da igual que puedan hacer eso a ritmos de vértigo. Nada de eso importa. Sólo queda, pues, conseguir como sean los 156.000 euros que cuestan un Porsche 911 Turbo y unas orejeras… o renunciar a casi cualquier tipo de relación social automovilística en España. Como lo primero es harto complicado, y lo segundo también cuando realmente te gustan los coches, creo que voy a optar por guardar respetuoso silencio y dejar de compararme. Pero es que es tan difícil…



Nota: ahora entiendo cuando en una revista compararon un SEAT Ibiza TDI y un Porsche 911 Carrera. Si es que es normal.

7 comentarios:

elmonstre dijo...

Cuanta razón tienes.

No importa cuanto pese un coche, o como frene, o como cambie de apoyo, o el tacto del cambio, dirección y pedales, o lo que transmita al conductor, bien sea a la zona lumbar o a las manos.
Todo eso da igual.

Importa que sea molón, que tenga un porrón de caballos y muchos, muchos gadjets.
¡Ah! y el 0-100 y que llegue (o pase) de los 250Km/h

Ya no se conduce. Se farda.

LeStrat dijo...

Excelente artículo, me siento realmente identificado con él.

Anónimo dijo...

Muy bueno el artículo y, SI, lo mejor es mantenerse callado ¡nunca le van a entender!

Anónimo dijo...

Hola. También poseo un MX-5 y me he reído un montón con esta entrada.

PD:
Comentario de una (simpatica pero un poco "bastilla") del trabajo ayer:
M: (Palmada en la espalda) ¿Que coche mas guapo te has comprado no? ¡Ya me darás una vuelta! ¿Aunque es muy pequeño no?
Yo: Si, pero desde que lo tengo no me ha hecho falta más espacio, la verdad. Aparte, no hay para tanto, es un coche más o menos normal.
M: Y que motor lleva?
Yo: Un mil seiscientos.
M: Joer! Vaya mierda no?
Yo: Más que suficiente (ya algo mosca). Lo compensa siendo un coche divertidísimo de conducir.
M: Aaahh... (Cambio de tema).

En fin...
Un saludo.

Anónimo dijo...

Dilecto Pyruslav,
Lo que no entiendo es por qué ni tan siquiera pierde V. el tiempo pensando en esas cosas.
Si hay algo obvio en el Universo (en el Universo conforme ha de concebirlo un caballero) es que un Miata es un coche adecuado.
Un Clio TDI, no.
Ni un León TDI.
Ni un julai (se escriba como se escriba: un caballero jamás presta atención a semejante cosa).
Es como si uno se preocupase de la marca de gomina adecuada para hacerse una cresta de poligonero, no sé si me explico.
Hay quien dice que ese tipo de vehículos de cosa-que-utilizan-las-calderas hacen muy vulnerables los elásticos de la ropa interior de cierta clase de señoritas. Siendo grosero el comentario, es irrelevante su contenido: si es falso -como supongo-, por ello; si fuese cierto, lo mejor es huir de semejantes especímenes. Por una cuestión estética, sobre todo.
Le digo más, querido amigo: cuando uno tiene un coche adecuado, debe prescindir de explicar nada. Nadie (salvo los Illluminati: nosotros) comprende nada en estos tiempos idiotas en que nos ha tocado vivir. Uno debe limitarse a gozar cada vez que la suerte le sonríe y tiene que poner el marcha el coche, bajar la capota, acelerar levemente para escuchar el sonido...y circular conforme circula un caballero: rápido, seguro, eficaz. Sin 'fardar' jamás, si me permite el uso del verbo aportado por elmonstre.
P.S.: Empleo el término 'caballero', pero lo dicho perfectamente podría señalarse de una Señora. La mayúscula, naturalmente, no es casual.

Sir Andrew Vickerman dijo...

Grande, Maese Hans, es Usted muy grande. Como siempre.

Agradezco enormemente su comentario, en estos momentos difusos que me llevan a plantearme temas como el que estamos tratando.

Sé que su riña es sincera, como sincera es mi petición: ayúdeme a comprar el 911 (aunque sea moralmente).

Anónimo dijo...

Yo, mi muy querido amigo, siempre le apoyaré (moralmente, claro ;-D) en cuanto suponga hacerse con otro vehículo tan adecuado como su muy hermoso MX-5.
Sin embargo le diré que he renunciado -de momento- al 911; soy feliz en mis actuales circunstancias... aunque no le haría ascos a un PBS del nuevo modelo; la idea me ronda la cabeza, en honor a la verdad. Se preguntará V. por el motivo; y es obvio: la descapotabilitud es una condición, como V. bien sabe, y un 'once' cabrio queda definitivamente demasiado lejos de mis posibilidades.
En fin, y por ser breve: "Afortunado aquél que huye del mundanal ruïdo... a bordo de un deportivo descapotable". Como el Miata. Como el PBS.

 
free web hit counter