viernes, 4 de abril de 2008

Seat León

Vivo en apartamentos alquilados. Lo siento mucho si decepciono a alguien por haber elegido esta opción, pero en mi caso y de momento, creo que es lo más adecuado. Me acabo de mudar, de hecho. Mudarse con un Peugeot 206cc y un Mazda MX5 no es sencillo, se lo aseguro, pero lo he logrado.

Una de las actividades más amenas de la búsqueda de pisos y posterior mudanza consiste en encontrar ese mueble (aunque muchas veces sean varios) totalmente indescriptible y que te obliga a crearte una idea generalmente muy negativa del propietario. Sí, segunda decepción, suelo tirar de apartamentos amueblados. ¿Por qué? Porque se suelen encontrar “amueblados” de forma muy sui-géneris, con prácticamente nada en su interior, y si hay un poco y ese poco te es útil, bienvenido sea. Además, luego las mudanzas son más sencillas.















Que tampoco es plan de hacerse esto cada dos por tres.

Lo que decía, siempre uno se encuentra con una pieza digna del museo de los horrores. En mi anterior apartamento, en una de estas zonas residenciales de alta gama, se trataba del sofá. Uno de los sofás más feos de la historia, con una forma poco confortable, un tamaño exagerado, y un tapizado floral causante de pesadillas. Bueno, el sofá y todos los cuadros que adornaban las paredes. Y me estoy olvidando de las dos camitas del dormitorio. Todo excepto el sofá, debido a su mencionado descomunal tamaño, pasó a mejor uso en el trastero del apartamento. Sí, mejor uso: el de coger polvo y mantenerse alejado de la vista. Y me he vuelto a olvidar de las alfombras, ciertamente. Y de los cojines.

Ahora me he cambiado a la “City”, bastante más movido todo, en un edificio antiguo rehabilitado, un apartamento ligeramente más grande y, sobre todo, con jardín. Glorioso (de momento). Pues bien, no podían faltar esas piezas de meter miedo, esta vez en forma de cama insufrible, mesa y silla casi peores, y una especie de camastro de tamaño indefinido que se transforma en “sofacito”, nuevamente tapizado en flores, con estructura de madera modelo ataúd claro, balaustrada (sí, balaustrada), y una forma imposible capaz de proporcionar una incomodidad sin igual. Perfecto.















Quedaría todo mejor con estos puestos en el salón, en vez de "el monstruo".

Estos muebles, junto con esas inexplicables perchas de cable grueso forrado en plástico azul o verde que siempre están perdidas por los armarios, te crean una idea destructiva del propietario. Propietarias, en estos casos que menciono. Son mala gente. Ya no es una cuestión de gustos, que me dan igual. Estamos hablando de millonarias, que tienen varios apartamentos en las mejores zonas de la ciudad, que se dedican a vivir además del dinero que ganan sus maridos. ¿Qué les puede llevar a comprar semejantes espantos? Con la variedad de muebles que hay, con la posibilidad de comprar piezas básicas y baratas, ¿qué lleva a alguien a hacerse con un sofá como el del primer piso? ¿Por qué? ¿Por qué se terminan comprando aquello?

Como esas preguntas no tienen una respuesta lógica que quepa en mi cerebro, y nunca la tendrán, lo mejor es librarse de esas cosas. Me refiero a los muebles, no a las propietarias. Una liberación bien sea visual, bien sea total, claro está, para a continuación dirigirse a las tiendas de muebles más apropiadas y rellenar el vacío dejado. Tras haber cambiado en este piso el comedor por el salón, el salón por el dormitorio, y el dormitorio por el salón, me di cuenta de que me faltaba una mesa de centro, o algo que adornase mi alfombra. IKEA, me dije. Ya he hablado de ello, esta gente pone al alcance de cualquiera una variedad y un diseño hasta ahora nunca visto por España. Y fue en ese momento cuando mi amigo el Roboc me comentó (porque será roboc, que no robot, pero habla) la moda de modificar los afamados muebles suecos al gusto del consumidor. Grandísima idea.





















Mi amigo el Roboc

Si se fijan, IKEA hace sus muebles en distintas líneas, y luego siempre vende piezas sueltas. El objetivo es favorecer la creatividad del comprador, y fundamentalmente la versatilidad de sus diseños. Quizá no sea una práctica muy común, pero permite la realización de piezas espectaculares, a poco que se tenga talento y gusto. La serie Lack de IKEA resulta, además de bonita y moderna, muy económica. ¿Por qué conformarse con lo que viene en las fotos cuando, pensándolo un poquito, uno puede hacerse sus propios muebles? Dicho y hecho, con la inestimable ayuda de un bolígrafo y un papel, comencé a trazar una mesa de centro apropiada. Y en un alarde de tecnología aplicada, abrí el Paint y realicé un croquis del diseño. La compra fue sencilla, como lo fue la presentación y como espero sea el montaje. El resultado será visible en mi apartamento, para quien decida venir a visitarme (y sea invitado a ello, claro).

La sensación es la de haber sido iluminado por la luz de la sabiduría y el conocimiento, haber conocido un nuevo camino alejado del MerKamueble, e incluso del propio IKEA, y verse convertido en diseñador de una parte más de tu propia vida. Porque yo no sé ustedes, pero en mi salón suelo tener vida más allá de la siesta de fin de semana con película de Antena 3.




















De esto, de esto.

Como veo que ya llevo escrito lo suficiente como para rellenar la mayor parte del artículo, pasaré a hablar del SEAT León, que es lo que nos ocupa. Lo siento, he tenido que contar todo eso porque el coche, lo que es el coche en sí, no da para mucho. Es más, esta será seguramente una de las pocas pruebas de coches en las que el probador se haya negado a conducir el vehículo en cuestión.

Todo sucedió por la visita de unos amigos, para cuyos desplazamientos decidieron alquilar un automóvil de turismo, que se llama. Y qué mejor que optar por lo peor que podría haber en el catálogo de la casa de coches de alquiler. De esta manera, por aquí se plantaron en un SEAT León de color gris, creo recordar. Por lo visto era un modelo equipado con motor de gasoleo. Instalado dentro, en el puesto de conducción (con perdón), la sensación global que me invade es la de asco y desgana. Yendo en marcha detrás, uno se da cuenta de que el coche sirve para ir por los sitios, lo cual no está nada mal.















Intenté ser objetivo con los materiales que adornan (relativamente) su interior, pero creo que no lo fui. Uno conoce el Audi A3, y está harto de oír que si mismo coche con diferentes acabados, pagas por los anillos, no hay tanta diferencia, y demás chorradas que sueltan los propietarios de este engendro nacional. Todo mentira, claro. La tapicería que montaba el modelo en cuestión era, sencillamente, mala. Como lo era el tapizado del techo, como lo era el plástico del salpicadero, como lo eran las alfombrillas, como lo era prácticamente todo.

El caso es que el aspecto exterior no es desagradable, desde el momento en el que la visión del coche no provoca cegueras ni necesidad de comer excrementos. Y me parece que su precio no es del todo malo, estando por debajo de su primo el VW Golf, y muy por debajo del nombrado Audi A3. Normal que esté por debajo, pues por muchas similitudes mecánicas que tenga, no tiene nada que ver. Ni por dentro ni por fuera.
















Me dejaron en mi casa y al día siguiente nos volvimos a ver. Yo, para compensar, les recibí subido en una segadora John Deere verde, vehículo mucho más atractivo de manejar que su coche gris a gasoil con diseños de curvas y aristas. Por lo que pude saber, el coche se comportó como era de esperar, y como ya he comentado: les llevó por los sitios.

Supongo que comentarios así de subjetivos podrán doler a la masa propietaria del coche en cuestión. Más de uno dirá que soy un payaso, o que "no tengo ni puta idea". Pues qué se le va a hacer, si me ha dado mucho asco y además esto se publica en mi blog, que para algo es mío. En realidad es más que probable que el coche no sea malo. De hecho, estoy seguro de ello. Como también estoy seguro de que subido en la inmensa mayoría de compactos sentiría sensaciones similares. Qué se le va a hacer, si no me gustan. Que hable bien del coche sería como pretender que hable bien de acariciar escrotos de perros: puede que a alguien le resulte atractivo, pero a mí no.

Bueno, seguiré con mi mesa de centro. Saludos cordiales.

SEAT León 1.9 TDI, probablemente. Anda lo suficiente, no es caro, tiene su punto visto por fuera, por dentro tampoco es tan terrible, y su calidad mecánica está demostrada. Si a alguien le gusta, que se lo compre. No es un mal coche.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena crítica, en la línea de este blog. Yo cuando veo la instrumentación del Volkswagen Golf y la comparo con la del Seat León, me doy cuenta de que, mientras en Volkswagen saben diseñar coches que gustan a todo el mundo, en Seat todavía les queda mucho por aprender.

Anónimo dijo...

Tío, si no es amarillo no másmola.

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo. Ayer tuve el dudoso honor de subirme en el recién comprado Leon de un familiar y la sensación que me dio fue calcada a la tuya. Esperaba mucho más, esperaba poder decir: "Pues yo tengo un Golf y he de reconocer que el Leon no está nada mal", pero no. Visto en fotos puede engañar, el diseño de la instrumentación y los acabados no deja de ser una cuestión de gustos, pero una vez dentro vi, por acabados y materiales, que pocos coches me han dejado tanto que desear. La próxima vez que alguien me diga que sólo he pagado más por la W no podré evitar reír a carcajadas, en el mejor de los casos (para el propietario) seré condescendiente y me la guardaré. Saludos.

 
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