miércoles, 4 de marzo de 2009

El imbécil

¿Nunca han pensado que hay gente que, además de vivir en la más absoluta vulgaridad, presume de ello con ese orgullo que no es más que un menosprecio supremo hacia cualquier cosa elevada?

Hace tiempo hablaba de El Perfecto, un personaje realmente odioso pero que, dentro de lo insoportable que puede resultar, no deja de ser una persona con cierta capacidad e inteligencia, con cierta educación y, básicamente, una conversación que puede resultar amena si no se entra en ciertos temas con los que El Perfecto es intransigente. El imbécil está a otro nivel, muy por debajo.














Esto no tiene nada que ver, pero esta foto me gusta cómo me salió. Es en Tetuán, Marruecos.

El imbécil, que no merece ni la mayúscula, es un tipo simple. Pero simple en el peor sentido de la palabra, aquel que no sólo implica vulgaridad y nulo interés por salir de ella, pues todo lo que la gente con clase entiende que es por encima, él lo ve como una estupidez, sino ese menosprecio por lo que se sale de su norma. El imbécil no va a rebatirte nunca nada con argumentos válidos, principalmente por ser incapaz de siquiera imaginar que hay cosas más allá de su mundo. Y en su mundo, todo aquello que ustedes mis lectores, y yo, vivimos y hacemos no tiene lugar. Su mundo es vulgar.

El imbécil responde “tu madre, por si acaso” ante cualquier palabra extranjera, y se ríe por ello. Y no habla idiomas, claro. Bueno, igual él dice que sí, y se atreverá a decir “con un nivel medio”. ¿Medio? Sí, mediocre. A un imbécil nunca se le ha de insinuar que uno habla mejor tal o cual lengua, pues lo tomará a fanfarronada, intentará reírse del “contrario”, y pondrá como ejemplo supuestas situaciones que pongan de manifiesto la tristeza de la vida del otro (tristeza para él, se entiende), aunque no tengan nada que ver con lo discutido.














Pelirrojo: Hey girls, do you know how to get to Sörgheinltrg square?

Rubia: Tu madre, por si acaso.
Teñida: Tú eres imbécil, ya no pillamos
Moreno: ¿tendrán Coca Cola o Pepsi en la cafetería?


El imbécil, como el perfecto, sabe lo que conviene a todo el mundo en cualquier tema, porque lo que conviene es siempre lo más mesurado y sencillo (dentro de su exclusivo criterio). Él cree que su sencillez es la buena, la que debe imperar. No es consciente de la diferencia entre ser un tipo sencillo, y vivir y opinar con sencillez, y ser un imbécil.

Para un imbécil, una mera foto inocente puede ser la muestra global de la vida del criticado. Sirva como ejemplo una vez que mostré unas fotografías de una excursión a los Lagos de Covadonga, excursión realizada cómodamente con un Volvo XC90. Pues bien, de ahí se dedujo que no hacía falta tanto coche, que con un Skoda Octavia Scout se iba mejor, que para qué un supuesto todo terreno si no hay nieve en toda la carretera (pese a que la carretera no se veía en las fotos), que no hay dinero para mantenerlo, que seguro que lleva unas ruedas gastadas y malas, que sólo es por presumir, que mejor se pagaba el piso, que no sabía conducir y que iba estorbando por la carretera, que la tenía pequeña (lo sé, ya lo dije aquí), y cosas aún más inverosímiles.














Análisis vital absoluto, ni Grissom.

Es magnífico. Y lo mejor de todo es que se lo cree. El imbécil se cree su mentira, está por encima del bien y del mal. Piensen en algo, lo primero que se les ocurra. Pues no, están equivocados y sólo pretenden presumir y aparentar, deberían de pensar en lo que les dirá el imbécil.

¿Saben qué pasa? Que resulta muy sencillo pasar de ellos e ignorarles. Sencillo, pero a la vez duro porque, a fin de cuentas, resultan molestos y tienden a perseguir a su objetivo, para mofarse en su vulgaridad. Es a las personas de bien como Escenas de Matrimonio a la televisión de entretenimiento.












“Clarkson es un estúpido”

Como el imbécil tiene un sentido del humor tan simple, las sutilezas o ironías se le escapan. Jeremy Clarkson es un ejemplo de víctima de los imbéciles. Me alegra saber, pues, que yo a veces también lo soy. No está mal ser comparado, aunque sea remotamente y en estas tonterías, al maestro Clarkson, genio de la provocación elaborada y premio en muchas ocasiones al personaje británico peor vestido (es el de la izquierda, por cierto).

Un día insulté a uno, hace años. Ya saben que para el imbécil quien insulta es porque no tiene argumentos. Claro, yo es que soy incapaz de argumentar con una tablilla de tarima de madera, y si la piso, se rompe y me hago daño me cagaré en lo que haga falta. Pero recuerden una cosa: hay gente que, sencillamente, no merece otras respuestas.

Recuerden otra cosa: mandar a recibir por el recto a alguien no es vulgar. Bueno, reconozco que hay formas más finas de decirlo, pero no es vulgar, sino una simple realidad de lo que algunos merecen. Pueden siempre sustituirlo por el surrealista pero magnífico “que te folle un pez”. Y es que sólo de imaginar la situación uno esboza una abultada sonrisa. Un rodaballo no, piensen en algo así con más cuerpo, en plan lubina gigante. Una lubina, sí.














Está preparada para ello….

Procuren mantenerse alejados de los imbéciles, y nunca crucen palabra con ellos. Y si lo hacen, a palabras necias oídos sordos. Ellos son los de los oídos necios, y nuestras palabras les resultarán sordas.

2 comentarios:

Juanjux dijo...

Bueno, mi insulto copyright es una elaboración del que tanto le gusta:

Que Te Folle un Pez Espada.

Es open source, lo puede usar el que quiera.

LeStrat dijo...

Sr. Vickerman, hacía tiempo que esperaba una entrada de este estilo en su blog. Lo felicito por ella.

Coincido con usted en que Clarckson es un ejemplo del buen empleo de la ironía.

Un saludo.

 
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