lunes, 19 de marzo de 2012

Sofitel New York

Que te pongan unas reuniones en Nueva York en pleno agosto puede ser motivo de queja para el ejecutivo pijo que se las da de interesante, o para quien tiene cosas más importantes que hacer en esas fechas que pasar tres días en una sala rodeado de insidiosos clientes. Pero, a fin de cuentas, no deja de ser un viaje a la capital del mundo mundial, con los gastos pagados, en verano y volando adecuadamente (véase la entrada sobre Etihad).

El hotel elegido, por quedar literalmente detrás de la oficina y al lado del primer restaurante en el que nos reuniríamos, fue el Sofitel New York, conocido mundialmente por el affaire de Dominique Strauss-Kahn con una camarera de pisos, unos policías de aeropuerto, un arresto en pleno avión, y un pisazo en TriBeCa a la espera del juicio. Aviso, nada de eso me pasó a mí, por bien de mi expediente penal y por mal de mis propiedades inmobiliarias neoyorkinas.

Sofitel New York, con banderas y todo

A dos pasos de la Quina Avenida, a tres pasos de Times Square, a cuatro pasos del Empire State Building y a cinco pasos de Central Park. La verdad, la localización no podría ser mejor, sobre todo si se tiene tiempo de visitar exclusivamente lo nombrado. Es un edificio que sería grande en cualquier ciudad, de hecho el hotel cuenta con nada menos que 30 pisos y 398 habitaciones. Pero luego lo ves, rodeado de las moles habituales de la zona, y se hace minúsculo. De hecho, sorprende el número de habitaciones para el tamaño del hall de entrada y del restaurante, dando la impresión de que no tendrá más de 100 camas en total.

Mi habitación era de las que llaman “categoría superior”. Lo siento, no visité las demás (salvo una suite), con lo que no puedo comparar. De un tamaño adecuado, bien equipada y con una decoración relativamente agradable. A 435 dólares la noche, sin desayuno ni impuestos, teniendo en cuenta que es Nueva York, no me parece excesivamente cara, aunque tampoco precisamente barata. La cama me resultó confortable. Bien es cierto que tras dos larguísimos vuelos, cualquier catre sirve para dormir… pero no nos engañemos, una buena cama es importante, y el Sofitel la tiene. De la misma forma que una buena ducha, con buena presión, temperatura y gran espacio, ayuda a relajarse por la tarde y a desperezarse por la mañana. Y el Sofitel también la tiene.

Habitación Sofitel, tal cual

La suite que visité no tenía nada de especial, tan sólo una salita extra en la que recibir gente, pero siempre queda bien decir que te alojas en una suite del Sofitel, supongo.

No esperen grandes lujos, productos de baño de la mejor marca o una decoración perfecta de última tendencia. No se trata de eso, sino de tener una estancia lo más confortable posible, en una buena localización y con un servicio adecuado. Y no me refiero a camareras de pisos ofreciendo favores o a limpiadoras de penes reales, al estilo Príncipe de Zamunda. De hecho, en mi planta sólo había señores limpiando las habitaciones. Eso sí, una limpieza perfecta, sencillamente perfecta. Como debe de ser.

A la derecha, ahí abajo, se le ve...

Lo único que me molestó del hotel fue escuchar algún que otro ruido de las habitaciones contiguas, pero eso pasa en prácticamente todos los hoteles (y en casi todas las viviendas, no nos engañemos).

El desayuno, aunque no fuese buffet, tenía productos de muy buena calidad, todo con un toque francés muy marcado, incluyendo unas mesas quizá demasiado pequeñas para cuando no se desayuna solo. La gente que vaya allí de vacaciones con la familia se sentirá un poco apretada, y puede que un poco estresada debido a la rapidez del servicio. Y es que, como digo, todo parece dimensionado para cien habitaciones, no para casi cuatrocientas. No obstante, un servicio rápido pero también bueno, cordial y efectivo.

Comí un par de veces en el restaurante, una fórmula típica del grupo Accor, en plan plato combinado con opciones “mundiales”. Esto es, una opción francesa, otra noruega, otra americana, otra… Platos absolutamente cliché, pero también muy bien preparados y mejor presentados. Es, como digo, muy Sofitel. Hay a quien le gusta, hay a quien no, pero no se puede decir que sea malo, en absoluto. Como curiosidad, comiendo en el restaurante había decenas de ejecutivos con pinta de Dominique Strauss-Kahn, por todas partes. Igual era impresión mía, pero todos se le parecían.

Marchándose sin pagar...

Conserjes y botones muy agradables, personal de Recepción muy atento, es Estados Unidos, un hotel de lujo y Nueva York. Se nota esa cultura de servicio americana, tan cargante en ocasiones pero ágil, educada y eficiente. Quizá llevase un poco de tiempo preparar la cuenta de las tres habitaciones que pagué yo, pero tampoco como para montar un escándalo.

En definitiva, una entrada breve sobre un hotel para estancias breves. No es que no merezca más comentarios, es que no hay mucho más que decir. Desconozco si tiene piscina, Spa, gimnasio y demás, no me dio tiempo a interesarme por ello. Todo lo que no se haya dicho, quiere decir que funcionaba bien, como por ejemplo el wi-fi (eso sí, de pago).

Wi-Fi de pago…

Sofitel New York, 44th Street West. Con la de opciones que hay en Nueva York, considerar sólo ésta no me parece justo, pero no deja de ser un buen hotel, con precios al mismo nivel. Quizá sea una forma de ahorrar si en origen uno iba a quedarse en el Four Seasons, cosa que siempre pasa cuando hablamos de Sofitel.

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